Para la oposición sí lo es, Evo Morales Ayma es considerado no solo como la representación del mismísimo Lucifer, sino el anticristo en Bolivia, ¿Por qué le tienen tanto miedo? ¿Por qué satanizan tanto a Evo?
Porque hay una Bolivia antes y después de Evo, esa vieja Bolivia todavía lucha por recuperar los privilegios que perdió con la llegada de “los otros” al poder y mucho más con la gran diferencia de gestión que se generó entre el periodo neoliberal y el periodo masista (con sus aciertos y desaciertos). Diferencias que se inician con la refundación de un nuevo país, a partir de la nueva Constitución del Estado, también por el salto económico, político, social que se generó y que, con la gestión de Luis Arce asume un continuismo positivo. Quiérase o no, marca un gran contraste entre la visión de país del masismo con el de la oposición, que para muestra tenemos el desastre que nos dejó el “murillato” que en un principio se planteó superar lo hecho por el MAS, pero fracasó, justamente por no entender a la nueva Bolivia y terminó siendo uno de los periodos más negativos de nuestra historia.
¿Qué vivimos los bolivianos el 2019?, sufrimos un proceso de neocolonización. La derecha extrema buscó reconvertir a los que osaron “alzarse”, votar y llegar a la presidencia de un país que nunca les perteneció, tal y cómo lo señalaban sus libros de historia, llenos de héroes y conquistadores, usanza republicana que reaccionó portando banderas racistas con un único objetivo: reubicar a los “igualados” y volverlos a conducir al camino de la redención y perdón marcado por sus dioses, por esas estatuas de cal y yeso, aparentemente puras y comprensibles, que exigen agachar la cabeza y aceptar mandamientos a cambio de la limosna estatal.
Desde esa lógica, un Evo es nomás la representación del mal para estos sectores radicales que no pueden superar sus complejos supremasistas y al igual que en la colonia, el evismo no esté sometido a sus credos, obligado a admirar la representación de su paraíso, si te portas bien y del infierno que nos tocará vivir, si nos portamos mal y justamente el haberse “portado mal”, dirigiendo al país, es lo que más se condena, peor aún, si las cosas salieron mejor que bien. Desde el golpismo Añez-Murillo se buscó aplicar la lección, con gases, balas, humillación, encierro y expulsión. Sea Evo, Mamani, Coca, Quispe, Tola… la reacción seguirá siendo la misma, apuntan contra Morales porque para ellos es la representación de una forma muy distinta de ser y pensar y lo opuesto a su pensamiento, es lo negativo, la maldad, el demonio.
La satanización de Evo no es casual. Es parte de una estrategia que instaura la narrativa del odio (política y mediática) contra “el otro”, por eso surge una fijación obsesiva y maniaca contra todo lo que haga y no haga, criticarlo, insultarlo es parte de lo que exige su “curriculum”, solo de esa manera serán reconocidos y validados en su comunidad simplista y reduccionista de la realidad nacional. Morales Ayma será siempre una amenaza, porque a sus ojos es la representación de la unidad en la diversidad y la lucha contra un enemigo común, contra los que sienten que Bolivia es una hacienda colonial en la que solo unos cuantos tienen el derecho a decidir por qué ruta va a crecer y avanzar.
Razones que justifican el odio que profesa la curia católica en contra de los “sublevados”, de los que adoran a dioses tan subjetivos como la “demoniaca” Pachamama o ese invento desquiciado del “Vivir Bien”. Las sotanas no cesan entonces, cada domingo, de pecar metiendo sus narices en cuestiones de Estado, cumpliendo con el guion de señalar que los hijos de Dios deben volver a los patios de sus iglesias, arrepentidos y sumisos.
“No habla bien el español, no sabe leer, no fue a la universidad, no tiene título”… fueron algunos de los criterios que en su momento fueron esgrimidos contra Morales y que hasta la fecha siguen vigentes en el imaginario colonial de la derecha extrema, porque la imagen de Evo no se circunscribe a sus patrones de belleza occidental y mucho menos a sus modelos de conducta que solo la “gente bien” puede cumplir, por esa razones todo en él es criticable, estigmatizable y hasta censurable a tal extremo que los opositores pareciesen que le hacen una campaña tan intensa y gratuita para mantenerlo vigente en vez de olvidarlo y seguir con sus vidas aceptando que este país no va a retroceder mucho menos volver al pasado neoliberal.
Los discursos del odio son los que promueven el racismo y la violencia física, estos grupos extremistas han dejado de lado el diálogo y la argumentación, por eso es imperativo, que su adversarios, muchos coyunturales, no respondan al odio con más odio, porque se supone, que ellos son los malos, los odiadores no somos nosotros, los que creemos en la construcción de una patria cada vez más inclusiva, sin embargo, sabemos que pedirles mesura a nuestros políticos puede ser considerada toda una ingenuidad, pero por algún lado se debe empezar, censurando la aplicación de una violencia verbal y/o física que tan solo profundiza la división antes que la construcción de puentes de entendimiento, comprensión y tolerancia. Masismo no rima con satanismo.
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