Como cada año, cientos de migrantes de provincias de La Paz y Potosí llenaron las calles de La Paz esperando dádivas de la población. La mayoria de ellos con poco o nada que consiguieron rebuscan entre la basura con la esperanza de encontrar alimento para llevar a los suyos.
Cuando acaba la jornada de mendicidad, coincidiendo con los últimos rayos de sol, ancianos, mujeres y niños comienzan a llegar a un albergue de la terminal de autobuses, en el centro de La Paz, a la espera de que los responsables abran las puertas del refugio.