Es posible ser más inteligente que la inteligencia artificial
Así como en su época la llegada de la electricidad le ganó horas a la noche y provocó estupefacción en la sociedad, cambió los horarios habituales de trabajo e incluso de las comidas por la noche e incitó a una mayor vida social nocturna, la Inteligencia artificial (AI) llega a nuestras vidas para cambiarlas drásticamente.
Hasta hoy podemos afirmar que hemos tenido éxito en nuestros negocios, hemos desarrollado emprendimientos, innovado y hemos construido ciudades en base a nuestra propia inteligencia. De hecho, podríamos afirmar que hemos sido o somos más exitosos porque de alguna manera somos más inteligentes que otros. Convengamos en que la gente inteligente es la que obtiene resultados exitosos al cometer un menor número de errores o de nuestra capacidad para aprender de los fallos.
Pero qué pasará con la llegada de la IA en nuestras vidas y en nuestras fuentes de trabajo. ¿Acaso podremos mantener nuestra competitividad siendo más inteligentes? El reto, a juicio de los especialistas, radica en entender que somos pensadores a la defensiva; es decir, buscamos confirmar lo que creemos y reafirmar nuestro ego. Ahora el tablero de comando nos obliga a llevar nuestra capacidad de pensar, escuchar, relacionar y colaborar a un escalón mucho más superior.
Es decir, la IA será un rival mucho más formidable que cualquier humano. Y de acuerdo a los estudios preliminares sobre la IA y sus efectos inmediatos, como sociedad participaremos en una frenética carrera por seguir siendo necesarios. Eso requerirá que elevemos nuestras capacidades cognitivas y emocionales a un nivel mucho más alto.
Muchos expertos coinciden en sostener que los humanos seguiremos siendo imprescindibles para los trabajos que requieran de pensamiento crítico, creativo e innovador y, claro, para los trabajos que exijan un involucramiento emocional para satisfacer las necesidades de otros seres humanos.
Pero también están aquellos científicos que afirman que la automatización del sector de servicios y otras profesiones, por lo menos en el mercado norteamericano será más de diez veces mayor que el número de empleos manufactureros automatizados existentes a la fecha.
Eso es, por decir lo menos…estremecedor!
No existe manera, por ejemplo, de que un ser humano sea más inteligente que una máquina inteligente que procesar, almacena y recupera información más rápido y de mejor manera que un ser humano. Además, de su enorme capacidad para reconocer patrones y generar un abanico más amplio de alternativas para una solución que nosotros. De hecho, la IA aprende más rápido que cualquiera de nosotros. Esto quiere decir, indefectiblemente, que, nuestra definición de una persona inteligente ya no tiene sentido.
Lo que necesitamos ahora, a juicio de los expertos, es una nueva definición de ser inteligente. Una que promueva niveles más altos de pensamiento humano y compromiso emocional. La nueva inteligencia estaría en el fututo determinada no por el qué o el cómo se sepa, sino por la calidad del propio pensamiento, de la capacidad de razonar, relacionarse con otros, colaborar y aprender.
En conclusión, sólo nos quedará abrazar con todas nuestras fuerzas a la humildad, despeñar a nuestros egos y buscar nuevos valores sociales en un mundo de tecnologías inteligentes.
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