El grito libertario del 25 de mayo de 1809 en Chuquisaca, encabezado por la generala Juana Azurduy de Padilla, Manuel Ascencio Padilla, los hermanos Sudañez y otros. La revolución libertadora del 16 de julio de 1809 en la ciudad de La Paz, seguida por el triunfo de los patriotas revolucionarios en Buenos Aires en mayo de 1810, despertaron el coraje, la valentía, y la decisión de los valerosos cochabambinos.
La Revolución de Cochabamba fue el primer estallido independentista producido en el Alto Perú luego de que el ejército realista sofocó los alzamientos de Chuquisaca y La Paz de 1809 contra las autoridades españolas del Virreinato del Río de la Plata.
El 6 y el 7 de noviembre de 1809 se desató una movilización indígena en el pueblo de San Agustín de Toledo, cerca de Oruro, para impedir que el cacique Manuel Victoriano Titichoca fuera destituido. En abril de 1810 Titichoca encabezó una sublevación, de la cual participó Pedro Ignacio Rivera. Para sofocarla, el gobernador de Cochabamba, José González Prada, envió un batallón de 300 milicianos comandados por el coronel Francisco del Rivero, secundado por Esteban Arze y por Melchor Guzmán, pero Titicocha se retiró en abril sin ofrecer combate, refugiándose finalmente en Carangas. Las fuerzas cochabambinas que estaban en Oruro recibieron la orden de incorporarse al ejército que se acantonaba en Tupiza. Al tomar conocimiento de esa orden salieron de Oruro rumbo a Cliza, donde empezaron otro plan.
El patriota Esteban Arze, oriundo de Tarata, al enterarse de los movimientos libertarios y la sublevación de los pueblos en Buenos Aires; el 25 de mayo de 1810, desde un gran Cabildo logra la renuncia del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros al Virreynato de Buenos aires, a la que pertenecían los pueblos del Alto Perú.
De ascendencia criollo-mestiza, pero de familia muy bien acomodada, Arze recorrió desde aquel día todos los pueblos del valle cochabambino, llegando a Cliza pueblo al que conocía desde muy pequeño, Punata, K’uchu Muela, Arani y muchos otros. Así en cuatro meses logra reunir más de un millar de valerosos revolucionarios.
Al amanecer del 14 de septiembre de 1810, los patriotas del valle a la cabeza de Esteban Arze, ingresan con vítores libertarios a la ciudad de Cochabamba. El movimiento recibe el respaldo de los patriotas Fransisco del Rivero, Melchor Guzmán Quitón, Mariano Antezana y el cura Juan Bautista Oquendo.
Horas después, luego de derrotar a los realistas, los patriotas se reúnen en cabildo abierto y deponen al gobernador realista José Gonzales Prada, quien huye de Cochabamba.
Lograda la victoria, el cabildo de Cochabamba nombra a Francisco del Rivero como nuevo gobernador de Cochabamba y a Manuel Esteban Arze como la máxima autoridad de las fuerzas revolucionarias.
Al finalizar el cabildo, el pueblo cochabambino declara su emancipación y hace escuchar su grito de liberación del yugo español, creando una Junta de Gobierno que consolidaría el triunfo de los patriotas cochabambinos, a la cabeza de Esteban Arze, Francisco del Rivero, Melchor Guzmán Quitón y el cura Oquendo quien fuera vocero de los patriotas.
La chispa del triunfo de la revolución cochabambina pronto se irradia por todo el virreinato de Buenos Aires; Arze, conocedor de los vejámenes a las que fueron sometidos los patriotas en Chuquisaca y La Paz y fortalecido por el triunfo en Cochabamba, con su ejército fortalecido de más de 1.500 patriotas se dirige a la ciudad de Oruro y La Paz.
En noviembre de 1810, los realistas que pretendían saquear la riqueza orureña. Los patriotas de Oruro y Cochabamba se unen en un solo Ejército, que llegó a sumar cerca de 2.000 hombres y abren batalla contra el Ejército Realista en las pampas de Aruhuma. Allí se produce la Batalla de Aroma, con resultado favorable para las armas de la Patria.
Esta batalla marca el nacimiento del Primer Ejército Patriota de Charcas, que es el antecedente del Ejército boliviano. En el orden de batalla se podían distinguir claramente la infantería, la caballería y también la artillería, puesto que los patriotas contaban con cañones de estaño. Su importancia histórica radica en que es la primera vez que combatieron, por la causa de la Patria, tropas de varias regiones del país que luego sería Bolivia.
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