Diciembre 01, 2024 -H-

Luribay produce el sabroso durazno hasta para los valles de Cochabamba y Tarija

La comunicadora Calixta Choque hizo un trabajo sobre la producción del durazno en los valles paceños de Luribay, un granero para el país. Destaca el esfuerzo de las mujeres productoras y comercializadoras. Muestra cómo el durazno de La Paz llega incluso a Tarija.


Viernes 20 de Enero de 2017, 2:00pm






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Un matrimonio de Luribay ofrece durazno recientemente producido

La Paz, 20 de enero  (Calixta Choque Churata, especial para Urgentebo).- La oscuridad se apodera de los caminos polvorientos de tierra; las luces de los camiones indican una sola dirección, la que lleva hasta el asfalto de la carretera La Paz- Oruro. Desde allí, unos camions irán El Alto y otros girarán rumbo a Cochabamba. Es una rutina de las noches de lunes y los jueves, entre enero y febrero.

Sobre los camiones que rompen los vientos nocturnos, viajan mujeres, algunas de ellas con bebés y niños. Ellas están sentadas sobre las cajas de durazno, aquel que se produce en los valles de Luribay.

Tras doce horas de viaje, las productoras de durazno llegan a las calles de Villa Dolores (El Alto); cuyas aceras se convierten en improvisados catres; las campesinas tienden sus cueros y frazadas para pernoctar una o más horas hasta que las caceras las despiertan cuando el alba se pinta. Dormir es un decir, porque ellas deben vigilar la carga que trajeron, porque ellas son observadas por los ladrones, que circulan en taxis.

Hay dueños de casa que las hacen correr de sus aceras, como hay dirigentes que les piden dinero por un sitio de venta. Esa es la rutina de las mujeres productoras, que llegan de noche al mercado de El Alto, desde la madrugada deben atender a sus caseras y al finalizar el día se recogen las cajas y retornan a casa de noche para al día siguiente volver al trabajo.

Provenientes del valle paceño de Luribay, cada semana, en Villa Dolores de El Alto se descargan aproximadamente 30 camiones de durazno, entre enero y febrero. Las productoras clasifican su producción por el tamaño: cuarta, tercera, segunda, primera o las extras. La caja de cuartas y terceras se vende entre Bs 70 y Bs 90, incluso a Bs 50.; mientras que las extras y primeras se venden a 100 y 120 Bs. También hay consumidores directos que desde La Paz suben hasta Villa Dolores para comprar por 25 unidades.

La demanda en Cochabamba

El consumidor de Cochabamba es más exquisito con el durazno, pues allí se demanda principalmente los duraznos llamados de primera, extras y súper extras. En la capital del valle se vende como pan caliente, en la zona de San Carlo, mientras los cochabambinos esperan que maduren los duraznos de San Benito. Esto es resultado reciente, pues en el pasado las vendedoras se ponían celosas y prohibían la venta de la fruta de Luribay, ahora las productoras venden al consumidor y en caja. Y también los venden a mayoristas.

Cochabamba se convirtió en un eje comercial para los mejores duraznos producidos en el municipio paceño de Luribay. Las caseras del mercado de San Carlo esperan la llegada del sabroso fruto; tienen colaboradores que aguardan con carritos que pueden llevar hasta más de 50 cajas de durazno. En los hechos es más que una transacción económica, pues hay casos en que la productora no pudo viajar a Cochabamba, pero ella sabe que el chofer le llevará el dinero, además de pan quchala (panes grandes redondos), en señal de retribución y buenos deseos por parte de la casera cochabambina.

Las caseras de Cochabamba tienen, a su vez, otras; son las de Quillacollo o Santa Cruz o de los mercados de la ciudad y a quienes proveen del sabroso durazno. Por eso hay casos en que una sola adquiere “media camionada”.

Por eso algunas productoras/es prefieren enviar toda su carga a Cochabamba porque la ganancia es mejor. Conscientes de aquello, quienes produjeron durazno de segunda, tercera o “rajados” van con la carga para vender directamente y cuidar así los ingresos. Los luribayeños dicen que el durazno es para todos los sectores de la población, porque los más grandes se venden hasta en Bs 250 la caja y los más pequeños en Bs 50

La capital del durazno

Luribay es un municipio que está conformado por grandes cuencas: Luribay y Porvenir. En pocas palabras, es la capital del durazno paceño, pues produce dicha fruta en la variedades almendra y ulincati.

La cuenca de Luribay está compuesta por las comunidades de Cutty, Callaviri, Bambaro, cuyos productores comienzan a vender desde mediados de diciembre y enero, cuando llegan hasta Cochabamba; y los de Collpani, Cachualla, Carayapu, Mojón, Llapallapani, Uyupampa, Rancho, Condado y Poroma que abastecen a Oruro y La Paz.

La cuenca del río Porvenir es el sostén para las comunidades productoras de  Azambo, Chincha, Chirimaya, Bella Granada, Ancocora, Matara, Villa San Juan, Oquepampa y Porvenir que llevan a los mercados de La Paz, Chochabamba, Santa Cruz, las variedades almendra, ulincate, Gumucio Reyes, perchico.

Porvenir es uno de los mayores productores de durazno. En su mejor temporada llena hasta 30 “camionadas” por semana, durante el mes de febrero. Es cuando el durazno de Luribay llega hasta la ciudad de Tarija, otra de las zonas productoras del sabroso fruto.

Yesmy Anaya explica que el año pasado, 2016, los productores de Luribay llevaron hasta 10 camionadas a Tarija, que había sufrido déficit en la producción por las granizadas. La señora Susy Valdez, que viaja con su propio camión, afirma que hacen viajes a Santa Cruz y Tarija sólo las del sector El Porvenir.

El 17 de marzo de 2009, mediante una resolución, el Consejo Departamental declaró a Luribay, la capital del durazno y la uva de La Paz. Ocurrió cuando Pablo Ramos Sánchez ejercía de Prefecto de La Paz. Cuando visitó la región se deleitó con la producción.

De Luribay salen manzanas y peras de variedades diferentes, además de pacayes, higos, tuna, granadas, melones, ajipa y palta que llega a los mercados de La Paz y Cochabamba. Incluso   naranja, mandarina y plátano.

El trabajo más fuerte lo realizan las mujeres; su jornada empieza antes de la madrugada, preparan la comida para la familia y luego van a los cultivos, cuando viajan, lo hace durante la noche, en muchos casos pasa la noches sin dormir vigilando las cargas. El mercado las espera con precios injustos, además, con fines de volver a la comunidad deben rematar el producto para no pasar un día en la ciudad.

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