Sé que no hay muerto malo. Pero este no es el caso. Mario Ovidio Mezza Soruco fue y será un grande del fútbol boliviano. Hoy dejó de existir en Alicante, España después de pelear duramente contra un cáncer de páncreas a los 64 años.
Ovidio nos opacaba en las divisiones menores del club Bolívar, junto a Carlos Aragonés, Erwin Chichi Romero, Edgar Góngora, Miguel Ángel López, cada uno en su tiempo. Con esos monstruos, imposible salir a primera. El Bolívar de esa época era sencillamente un equipazo.
Este chaqueño nacido en Yacuiba un 12 de diciembre de 1952, era de esos 10 “cerebro”, calidad al tocar el balón, daba pases precisos, pateaba penales y tiros libres con asombrosa perfección.
Jugaba como pocos con las medias de fútbol caídas. Después lo imitó Borja. Luego se implementaron las medias para usarlas hasta la rodilla por razones de seguridad. En su época también los pantalones de fútbol eran cortos. Se resaltaban los muslos que enloquecían a las chicas.
Mezza recibía y llevaba el balón siempre con la cabeza levantada. No miraba el piso. Daba un toque en profundidad para que solo la empujen los 9, o generalmente se llevaba cuanto rival tenía encima. Uno, dos, tres, cuatro al piso y con cinturas quebradas.
Este futbolista que usaba una melena larga que la lucía como una moda y vaya que la impuso (todos queríamos ser Mezza). Era uno de los galanes del fútbol. Tiene por ahí algunas historias con algunas cantantes de popularidad de esos tiempos y al final se casó con la hija de su entrenador en el Bolívar, Carlos Sanabria. Una paraguaya hermosa.
Después de iniciarse en Petrolero de Cochabamba; en Chaco Petrolero de La Paz hizo una dupla imparable con Adolfo Flores. Jugó en el Tigre con Luis Galarza, Jorge Carlos Lattini, Mario Pariente, Eduardo Angulo, Ricardo Fontana y otros. En Bolívar con Aragonés, Viviano Lugo, Ricardo Troncone, José Pepe Solorzano, Waldino Palacios, el guillotina Pablo Baldivieso, Carlos Conrado Jiménez, entre tantos otros grandes futbolistas.
Su fútbol de exportación se paseó por el Guaraní y Libertad del Paraguay. Quizá sin mucha trascendencia, pero para esos tiempos que un boliviano juegue afuera, ya era por demás un gran mérito.
De su paso por la Selección Nacional, me queda estampada en la memoria aquel partido memorable frente a Perú en el estadio Jesús Bermúdez de Oruro. Perdimos 0-1, justo un 27 de julio de 1975 como hoy, con un gol de Cachito Ramírez. Pero era el capitán de la verde. Casaca verde, corto blanco, medias verdes. Buena parada, con pinta, con su típica melena y el cintillo en su brazo. Era un orgullo nuestro representante.
Esa manía de driblear, de hacer túneles (roscos), de bajarla de pechito, de cabecear, de pasar de taquito, era simplemente un lujo. Sabía jugar sin balón. Ese fútbol espectáculo que mató el frío y práctico fútbol europeo: avance, toque y gol…avance, toque y gol. Con esa mentalidad de que los partidos se ganan con goles y no con merecimientos, cierto, pero se mata el espectáculo. Por eso admiro y prefiero siempre el fútbol sudamericano. Me deleita, aunque ya mataron el fútbol de Garrincha, Pelé, Maradona. O Chichi Romero y Marco Etcheverry en nuestro medio.
El fútbol de Mezza me hace extrañar hace muchos años que ya no hay uno, pero uno, en este momento con esas características en nuestro fútbol boliviano. Ninguno le llega a las canillas. Menos de los extranjeros que los traen. De quinta, diríamos.
Fueron esas épocas donde Mezza no tuvo la oportunidad de ganar los millones de hoy. Ni llegando a la selección como DT le pagaron lo que merecía ganar. Pero se contrata un extranjero desconocido, le ofrecen los mejores contratos. Pinches dirigentes de marras.
Mezza, te doy el Adiós con un gran nudo en la garganta. Me duele en el alma saber que ya no estás, se me humedecen los ojos, pero te recordaré por ese tu fútbol maravilloso que nos brindaste. Gracias maestro por todo. ¡Adiós Ovidio y paz en tu tumba!
(*) Edgar Toro Lanza, es periodista. Director de Radio Apolo Bolivia y el periódico APOLO XXI.