Enero 08, 2025 -H-

¡Cancelemos el 'pornoperiodismo'!


Jueves 29 de Septiembre de 2022, 1:15pm






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¿Porno-periodismo? ¿Eso existe? Lo “porno” suele ser definido coloquialmente como lo explícito, el término y el concepto tiene un origen en la lengua francesa: “pornographie”, que según la RAE (Real Academia Española), se define como la “presentación abierta y cruda del sexo que busca producir excitación”, si aplicamos este contexto a la tendencia informativa actual, desde el punto de vista periodístico, podremos establecer que esa “presentación sexual” ha sido reemplazada por una “transmisión de la violencia”. Sí, quiere decir que estamos siendo víctimas de la exhibición explícita de todas las formas de violencia posibles desde el periodismo, de ahí que, forzando un poco, podemos definir esta práctica violenta como “porno-periodismo”.

No es un secreto que la práctica del periodismo en general está en sus niveles más bajos, que los actuales responsables ya no se exigen, ni demandan la rigurosidad periodística que solía imprimirse a la hora de informar a la sociedad, los periodistas tienen carta libre para mezclar su posición personal, su mirada política con la producción informativa, han perdido el enfoque y han llegado al extremo de convertirse en los mismísimos actores de la noticia, perdiendo así todo sentido periodístico, no son solo parte de las tribunas, también miembros de los equipos que compiten entre sí, en la cancha, se trata de un periodismo activista, antes que neutral.

El extravío es mucho mayor, cuando desde las audiencias, se empieza a cuestionar si lo que informan responde a la demanda informativa real de la sociedad, si al ser considerados como elenco del teatro informativo, nos está siendo impuesto un consumo informativo que poco o nada nos importa, que ahora son un medio para manipular nuestras emociones y no para informarnos sobre la realidad que nos rodea, producen una verdad que no es cierta, somos la carne política de cañón que terminará en las calles agarrándose a patadas.

Y son esas muertes, heridas, patadas, puñetes, jalones, empujones, insultos, escupitajos, gritos, lo que más le importa al “porno-periodismo” que en todo momento, cada vez que activamos una pantalla, naturaliza la aplicación de la violencia como único método para resolver las diferencias y lo que es peor, también la promueven aplicando una narrativa del odio. El periodismo no censura la violencia,  la impulsa, como lo vivimos en el período 2019-2022 con Añez/Murillo, como lo vimos con el intento de magnicidio contra la vicepresidente argentina. Asumen ahora los periodistas un rol político, reemplazando el que han perdido o dejado de lado, ya sea por falta de empatía o de propuesta, a los verdaderos actores políticos. En su desesperación por evitar, frenar los cambios que toda sociedad demanda, ahora toman el mando y hasta plantean la agenda mediática/política, las temáticas  que debemos discutir como sociedad, por eso la violencia es necesaria para generar el alboroto requerido y así justificar, la veracidad de su narrativa del odio, un periodismo deshumanizado y medieval, no impulsan el crecimiento de una sociedad, sino su retroceso, a partir de la imposición de sus propios intereses, principalmente económicos, como parte de una estructura corporativa que solo busca incrementar sus ganancias para una “sociedad anónima”, más que para un pueblo que tiene una necesidad informativa precisa y exige ser atendida. Un medio es un negocio, la violencia su ganancia.

Más allá del factor político, los medios también buscan el incremento de sus audiencias, porque son los likes y seguidores los que ahora dominan el ranking, establecen el precio y venden la publicidad, además de establecer la credibilidad del medio, ya no siendo imprescindible la rigurosidad ni el cumplimiento de las normas éticas básicas que se exige para la elaboración de una nota informativa, sino justamente la cobertura en alta calidad morbosa del hecho en sí mismo, por ejemplo cómo matan a un hombre en un mercado (linchamiento), con el único propósito de repetir una infinidad de veces la imagen o el video. De la misma manera con los casos de violencia contra la mujer, colocar una y mil veces la foto del feminicida a lado de la imagen de la víctima con vida, matándola simbólicamente una y otra vez y así podemos seguir y seguir con los ejemplos hasta el cansancio. Realizando la cobertura al reto/duelo que se realizan dos dirigentes deportivos sin censurar que estos representantes del deporte no apelan al diálogo, ni a las leyes para resolver sus diferencias y ofensas mutuas.

Que la sociedad está histérica tampoco es un secreto, la tensión acumulada en la pandemia tenía que detonar por algún lado, razón por la que vemos a diario explosiones de violencia tan intensas como la que protagonizó hace poco un sujeto que les dijo de todo a un par de mujeres, lo bueno es que la ley actuó y se buscó su sanción, solo su aplicación podrá frenar estos excesos, pero también su estudio y análisis, descubriendo las razones que nos convierten en sociedad violenta, porque la violencia está ahí, que si bien es expuesta, explotada, impulsada por los medios, es a su vez parte de nosotros, convive y se gesta en la gran mayoría de los hogares bolivianos, razón por la que debemos impulsar una agenda común e integral para luchar contra ella, desde el nivel político, social y mediático y por este camino se puede empezar censurándola, informando con criterio y no repitiéndola mil veces, no considerándola el titular del informativo, ni la tapa del periódico, como opción para incrementar audiencias y ventas.

Así como reflexionamos en torno a la violencia y su exposición extrema, podemos también considerar el otro extremo, la hipersensibilización de los hechos, ya trabajado el concepto en torno al sensacionalismo, la amplificación y explotación radical de los sentimientos y emociones que contiene una nota periodística también han sobrepasado, si se quiere, el límite permitido, porque la noticia queda de lado y se sobre explota la tristeza, pena, frustración de las víctimas a título de buscar justicia y en los mismos linderos, también se consideran a las escenas de ternura explícita, que por supuesto solo busca “me gustas” y por ende audiencias. Detrás queda el análisis, la reflexión en torno al hecho noticioso en sí, solo quedan las lágrimas, alegrías, abrazos o la simple escena algo singular de dos hermosos gatitos o perritos, como si fueran de peluche, jugando.

Que la audiencia explote las imágenes de hipersensibilización o de ultra violencia es una cosa, que yo decida consumirlas y seguirlas es otra, de ahí que el medio nos imponga una agenda temática que no nos interesa y además intente manipularnos con la exposición y repetición de imágenes explícitas de violencia y sentimentales, no es permisible, eso es caer bajo y básicamente un insulto a nuestra inteligencia, la dominación política ya no está en las calles, en los partidos políticos, en las asambleas políticas, está en los medios y por ende un campo de batalla al que podemos o no acceder, prendiendo o apagando las pantallas, en lo personal, opto por cancelarlas y consumir noticias desde informativos serios, de los que te informan y no me mienten.

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