Hace 37 años que nuestro voto no era ignorado. El 29 de junio de 1980, Bolivia intentaba retornar a la democracia con unas elecciones generales donde se determinaba quién iba a reemplazar a Lidia Gueiler Tejada. El ganador con 38,7% de los votos fue Hernán Siles Zuazo, quien no pudo acceder al poder porque el 17 de julio, el general Luis García Meza dio un violento golpe de estado. Él, junto con su lugarteniente Luis Arce Gómez, mató y desapareció a muchos bolivianos, entre ellos a Luis Espinal y a Marcelo Quiroga Santa Cruz, quien había iniciado el juicio de responsabilidades contra Banzer. El dictador comenzó a hacer contratos lesivos a la economía del Estado y se involucró a tal grado con el narcotráfico, que muy pronto sus aliados en el poder lo dejaron solo. Una dramatización de lo ocurrido aquella época se puede ver en la película de Brian De Palma, “Scarface”. Fue por entonces cuando Arce Gómez dijo su famosa frase “todos deben andar con su testamento bajo el brazo”. Usó un apelativo, “tontos útiles”, que ahora les encanta utilizar a algunos pseudointelectuales masistas con aires de superioridad. Hasta octubre de 1982 tuvo que esperar Siles Zuazo para tomar posesión como presidente constitucional de Bolivia.
A los actuales gobernantes les gusta amenazar con que no debemos volver al pasado neoliberal, pero resulta que con ellos estamos volviendo más atrás todavía, a esas épocas oscuras previas a la democracia: el TCP con su fallo acaba de ignorar la votación del #21F, mientras el 92% de la coca del Chapare va a la producción de cocaína y las famosas 6 federaciones del Chapare, base política de Evo Morales, ya preparan su expansión al TIPNIS. Cada vez aparecen, como hongos, nuevos detenidos por narcotráfico con nexos gubernamentales, pero a los ministros y diputados que salen en la foto con esos narcos no se les mueve un pelo, porque no lo tienen o porque no les importa nada, saben que la justicia está de su lado. Tal vez mañana como máximo “castigo” los envíen a alguna embajada exótica. Uno recuerda cómo hace 25 años, la aparición de unas fotos de dirigentes miristas con peces gordos del narcotráfico produjo un cisma político y la protesta de la sociedad boliviana. Los mandatarios de ahora ni se toman el tiempo de darle explicaciones a la población de sus relaciones peligrosas.
Han pasado casi cuatro décadas desde que recuperamos la democracia, y nuevamente un gobierno ignora una votación democrática para hacerse con el poder, o en este caso para querer perpetuarse en él. Por cierto, también diciendo a los 4 vientos que es la voluntad “del pueblo”, cuando el pueblo en las urnas dijo otra cosa. El peligro entonces no es volver a la época del neoliberalismo, sino más atrás aún: a la época de las dictaduras narcovinculadas, cuya angurria de poder fue su misma ruina.
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