16 de septiembre (Soledad Mena-Urgentebo).- El ambiente de trabajo es muy duro, la gente se arriesga a las picaduras de los mosquitos, el humo, las altas temperaturas y otros peligros geográficos, cuenta Cristian del Río, bombero voluntario, quien estuvo 10 días en la Chiquitania luchando contra el incendio.
En la Chiquitania la participación de los voluntarios es muy requerida, pero deben estar capacitados porque el ecosistema muy agresivo más todavía para las personas que están acostumbradas a vivir en la ciudad.
“Picaduras, infecciones, aspiración de humo, calor, te mueres. Necesitamos voluntarios que estén cien por ciento óptimos”, dijo el bombero voluntario del grupo Ajayu de La Paz.
El fuego en la Chiquitania no cesa desde hace dos meses, pero nada logra debilita a los bomberos voluntarios aunque están conscientes de que sus vidas corren peligro.
“Son lugares lejanos, se necesita ayuda de la gente. Hace falta mano de obra calificada. Es muy complicado”, dijo.
Los voluntarios bomberos trabajan en horarios complicados. En la noche corren el riesgo de perderse, en el día la temperatura los debilita porque llega hasta los 38 grados centígrados.
No tienen comunicación, no hay internet, no hay línea de teléfono, están a la merced de sus propias defensas.
“Nosotros cuando vamos apagar el fuego no contamos con los recursos pertinentes en lo absoluto. No hay servicio de salud inmediata, las ambulancias de la Cruz Roja y de voluntarios son esporádicos”, apuntó.
El incendio en la Chiquitania está catalogado como tipo 1, que es uno de los más difíciles de apagar, a ello se suma la mala topografía del lugar y el clima que influye de manera negativa para poder controlar el fuego: “Es un monte cerrado, hay que abrirse paso con machetes”.
El grupo pide que se declare desastre nacional para que puedan recibir ayuda internacional, “porque necesitamos recursos, habría una vehículo para recogernos desde el campamento y llevarnos al lugar, pero no hay. Tenemos que ir a pie hasta el lugar cargando todo el equipo: las aguas, las sales de hidratación. Perdemos energías”, dijo.
Después del esfuerzo, llegan al lugar con las fuerzas a medias, piden respaldo de equipos: “vehículos, mochilas hay un montón de cosas que nos falta”, apuntó.
Cristian formó parte del primer grupo de voluntarios que fue a mitigar el fuego en la Chiquitania por de 10 días, concretamente estuvo en Palestina, cerca de Concepción, estuvo al lado de Pablo Suarez, el primer bombero que falleció.
“El clima lo mató, el sol era tan fuerte y con el equipo que llevaba fue peor. Era 38 grados por arriba”, dijo.
La declaratoria de desastre nacional les permitiría tener acceso directo a la compra de materiales ya que al momento tienen problemas con el paso de equipos en la Aduana porque el protocolo que tienen que seguir.
“La llegada seria inmediata, contaríamos con más drones, helicóptero, más bombas mochilas, se apagaría de manera más sencilla. Es época seca de todo y nada hay incendio”, reclamó.
Hay cosas turbias que también que se encuentran en el bosque, como fábricas de droga, botecitos de combustible que los comunarios utilizan para encender nuevamente el fuego por intereses personales, “es un ambiente delicado, es un ambiente muy hostil”.
Pese a todo, Cristian está listo para volver al lugar, en los próximos días emplazará a otro grupo de voluntarios.
///