Atender a la prensa siempre entraña un riesgo, porque pueden surgir preguntas inesperadas. Quien ha sido entrevistado por el periodista Carlos Valverde Bravo sabe de lo que hablo (¡adrenalina pura!). Aunque algunas veces suele ocurrir que, frente a algo impensado y peliagudo, la ayuda llegue del Cielo.
Esto me ocurrió cuando al ser entrevistado por Valverde, en relación al criticado D.S. 4232 que autoriza al Comité Nacional de Bioseguridad establecer procedimientos abreviados para evaluar nuevos eventos biotecnológicos en soya, maíz, algodón, trigo y caña de azúcar, me preguntó si correspondía a un gobierno de transición ocuparse del tema, siendo que su mandato es el de organizar nuevas elecciones generales (“Tiempo de Cuarentena de Salud” - Carlos Valverde en la red/2 - 14.05.202). Entonces, vino la inspiración divina...
Con el gran respeto y cariño que tengo por Carlos desde hace muchos años -que él lo sabe y por eso nos llevamos tan bien- le pregunté si el gobierno de transición se estaba ocupando de la salud de los bolivianos por la pandemia del Covid-19, si estaba tomando medidas urgentes y dedicando mucho de su tiempo, al efecto. Me respondió que sí. Entonces puse sobre la mesa el hecho que el gobierno -en un abrir y cerrar de ojos- autorizó usar Ivermectina -un antiparasitario usado normalmente en animales- esperando que con ello los enfermos por coronavirus sanen.
¿Por qué nadie se opuso o reclamó análisis previos que demoran años para aprobar un medicamento, cuando se escucha que la Ivermectina tiene cotraindicaciones? Simplemente, porque la salud de nuestros abuelos, padres, hijos, hermanos y nuestra propia vida están en riesgo. Nadie objetó la Ivermectina, “a pesar de que de momento no tiene una validación científica en el tratamiento de coronavirus”, como informó el Ministro de Salud, Marcelo Navajas (Infobae.com, 13.05.2020). Ante una emergencia de salud se optó por una medida de emergencia también, pero no a tontas y locas, sino considerando la información disponible y la experiencia recogida de otros países.
¿Sabía Ud. que aparte de este problema de salud humana hay otro grave problema de salud? Se trata de la economía boliviana. Vienen días muy difíciles para el país. Nuestra economía venía en declive desde hace varios años ya, y el COVID-19 vino a empeorar las cosas: la economía está enferma y empeorará, y así como los hombres mueren, habrá empresas que morirán, se perderán empleos y muchos quedarán sin ingresos. Viene una recesión económica.
Con igual lógica, para salvar la economía de una inminente debacle, urge tomar medidas valientes y aprobar nuevos eventos de semillas transgénicas que permitan al agricultor generar más y mejores alimentos, siendo que solo éste es capaz de reaccionar a corto plazo, como demanda la gravedad del caso. Tal posibilidad la ofrece el Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología, al reconocer -para la evaluación de riesgo- el historial de uso seguro en otros países, así como se hizo para aprobar la Ivermectina. ¿Se opondría Ud. a salvar la economía con una medida de emergencia, cuando los empleos a perder podrían ser el suyo, el de su padre o el de su hijo?
155 científicos galardonados con el Premio Nobel -los mejores médicos, químicos y físicos de todo el mundo- firmaron una Carta Pública respaldando los alimentos genéticamente mejorados: por ser saludables; porque su producción es amigable con el medioambiente, y por beneficiar principalmente a los pequeños agricultores.
Que nuestra economía no se vaya a pique el día de mañana, dependerá de las buenas decisiones que se tomen hoy. De darse la espalda a nuestros productores del agro, no dude que los activistas y políticos que se oponen a la agrobiotecnología seguirán pasándola tan bien como siempre; sin embargo, Ud. y los suyos cargarán con las graves consecuencias de quienes no miran más allá de sus narices y de sus mezquinos intereses. ¿Lo va Ud. a permitir?
(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional
Santa Cruz, 20 de mayo de 2020