28 de agosto (Urgente.bo).- En junio de 2019, tras el hallazgo del cadáver de Fernanda Maciel, Felipe Rojas fue detenido y acusado de ser el presunto autor del crimen. Rojas se mantuvo en silencio durante casi dos años. Sin embargo, este lunes confesó su culpabilidad y reveló escabrosos detalles del crimen que cometió.
A continuación, la crónica del asesinato y sus consecuencias:
La desaparición
Fernanda Maciel fue vista por última vez la tarde del 10 de febrero de 2018 en la comuna de Conchalí, en Santiago. Pocos días después de que se realizara la denuncia de su desaparición, su caso se había convertido en parte regular de la conversación pública chilena. La búsqueda fue cubierta prácticamente en directo.
En los primeros días se habló de una posible huída y hasta de vínculos con narcotraficantes. La llegaron a buscar en Bariloche, Argentina. Finalmente, tras 499 días, su cuerpo fue encontrado en el lugar donde su familia siempre dijo que estaría: una bodega donde trabajaba su amigo, Felipe Rojas.
Al momento de su desaparición, Fernanda presentaba un embarazo de siete meses. Su último registro con vida lo captó una cámara de seguridad, que la mostró en dirección al taller donde Rojas trabajaba.
Críticas a la investigación policial
Los agentes policiales a cargo del operativo fueron duramente cuestionados por la demora en el hallazgo del cuerpo. Era el lugar a donde todo apuntaba a que se encontraría, pero los datos policiales llevaron permanentemente la investigación a otros destinos.
En conversación con Infobae, el abogado de la familia de Fernanda, Pedro Díaz, asegura que las fallas fueron consecuencia de la inexperiencia y falta de técnica policial.
“Es falta de conocimiento y preparación. Desde el principio este crimen lo dieron como el de una niña que abandonó su hogar, que quizás estaba en una fiesta, olvidándose de que estaba embarazada y luego la impericia de las policías en realizar las diligencias pertinentes. En Chile lamentablemente tenemos bastante carencia y diferencias en ambas policías (Carabineros y Policía de Investigaciones PDI). Si haces un análisis de cuánto se entrena un Carabinero que hoy trabaja en una policía especializada te darás cuenta que tienen de tres a seis meses de instrucción, luego una especialización, y lo peor de todo esto, es que ese Carabinero que sale a la calle a trabajar puede volver a su unidad y ser dado de baja. Entonces, constantemente los policías viven con un temor en su trabajo de no hacer las cosas bien, o no sobrepasar las órdenes de lo que le están pidiendo. En cambio la PDI, es un organismo mucho más especializado, con más experiencia y tiene mucho más herramientas para poder investigar un caso como este. De hecho la PDI desde mucho tiempo antes establecía que Felipe Rojas debía ser tratado como imputado y no como testigo”, destaca.
El hallazo del cuerpo: primer paso a la verdad
El cuerpo de Maciel estaba enterrado, cubierto con cal, tapado con cemento y bajo escombros en el taller de Felipe Rojas. En ese momento, Rojas todavía negaba su participación en el hecho. Las diligencias policiales buscaban infructuosamente hallar las pruebas que pudieran inculparlo definitivamente. Para el abogado Díaz, hubo demoras propias del sistema judicial, además de la crisis social y posterior pandemia que afectó al país andino, pero también falta de compromiso. “Lo que tenía que buscar la fiscalía es la verdad, lo que de verdad ocurrió. A pesar de que Felipe Rojas no hablaba se podía ir a un juicio en el que era posible comprobar científicamente que lo que nosotros estábamos diciendo siempre fue efectivo”, declara.
Los primeros indicios de la investigación tras el hallazgo del cuerpo de Fernanda arrojaron datos escabrosos. Según el mismo Pedro Díaz, reveladores. “La tierra encontrada en el cuerpo, es distinta a la tierra encontrada en el foso en el que la encontraron. Esto fue importante para la trayectoria y dinámica de lo que ocurrió, la calidad del delito y la postura psicológica del imputado. No bastaba encontrarla y no saber lo que pasó”, dice.
Tanto la familia como el profesional declaran los avances logrados no fueron gracias a la pericia policial, sino gracias a que una mujer, cuya identidad se mantiene en reserva -supuestamente ex pareja de Rojas- contó que él le había descrito el lugar donde se encontraba el cuerpo.
La confesión del asesino
Pedro Díaz, quien estuvo presente en la reconstitución de escena describe así la confesión del criminal.
“Dijo que el 10 de febrero del 2018 él se contactó vía WhatsApp con Fernanda y se pusieron de acuerdo para juntarse en la bodega a fumar un pito de marihuana. La joven ingresó y se sentó en unos sacos que había en el primer cuarto de la casa, que era el living comedor. Él se sentó frente a ella y se pusieron a conversar sobre algunos amigos que tenían en común”.
“Mientras conversaban, este sujeto sacó una foto con su celular de las piernas de Fernanda, que andaba con vestido ese día. En ese momento, dijo que comenzó a pasarse rollos con la foto y a crear una suerte de obsesión sexual con ella”.
“Cuando Fernanda dijo que se iba, de acuerdo con el relato de Rojas, él se desesperó y dijo que no sabe qué le pasó, que se nubló porque pensó ‘se me va esta persona’. Entonces la tomó del cuello, la arrastró nuevamente hacia la bodega y la ahogó con su brazo hasta que ella quedó inconsciente. En el suelo procedió a violarla”.
“Después de eso, la amarró, la envolvió en unas telas y la metió en unos sacos; se dirigió al fondo de la bodega donde había un hoyo listo de 70 centímetros, supuestamente dijo que era para bota escombros. Allí enterró el cuerpo, lo tapó con cal y tierra para al día siguiente cubrirlo con cemento”.
Los detalles, a juicio del abogado, son la pieza que faltaba para unir los cabos desde el momento en el que Fernanda desaparece hasta que su cuerpo es hallado sin vida. La joven, a la luz de la confesión, fue asfixiada hasta quedar inconsciente y luego enterrada. Todo ahora, se suma a la carpeta investigativa que llevará a Rojas, el asesino, a un juicio que reúne cada detalle y antecedente del brutal crimen.
La familia exige justicia. Paola Correa, mamá de Fernanda, siente que pasan a una nueva etapa y aún falta otra importante. “Conseguí lo que quería que era tener a mi hija de vuelta aquí en la casa, no en las condiciones que yo quería, pero está. Ahora, lo que queda es que se le dé al asesino de mi hija una condena ejemplificadora, sólo ahí podré decir sí, confío en la justicia”, concluyó.
(Infobae)