25 de agosto (El País).- Colombia ha logrado pasar una de las páginas más trágicas de su historia reciente. El Gobierno y las FARC culminaron las negociaciones de paz tras casi cuatro años de conversaciones en La Habana, poco más del 7% del tiempo que ha durado el conflicto entre la guerrilla y el Estado. Una guerra camino ya del olvido después de 52 años, cerca de ocho millones de víctimas, 220.000 muertos, 45.000 desaparecido, desplazados… Con el anuncio oficial del acuerdo final solo quedará la firma definitiva y la refrendación de lo pactado en un plebiscito que se celebrará el próximo 2 de octubre.
"Hoy hemos llegado a la meta. La firma de un acuerdo final con la guerrilla de las FARC es el fin del conflicto armado. La mejor forma de ganarle a la guerra fue sentándonos a hablar de la paz". De esta forma se expresaba el jefe negociador del Gobierno, Humberto de la Calle, nada más anunciarse el pacto definitivo con la guerrilla (texto íntegro). Pese al rostro cansado, después de las jornadas maratonianas de los últimos días, De la Calle dio, sin duda, el discurso más pedagógico y esperanzador de los cuatro años de negociaciones: "Probablemente todos hubiéramos querido algo más. Nosotros mismos en la mesa hubiéramos querido algo más. Pero el acuerdo logrado es el acuerdo viable, el mejor acuerdo logrado posible". "Termina la guerra con las armas y comienza el debate con las ideas", prosiguió su contraparte en las FARC, Iván Márquez.
El fin de las negociaciones de la última confrontación de la Guerra Fría del mundo se comenzó a conocer por Twitter. “El día se acerca”, se leía en un mensaje difundido la noche del martes desde sendas cuentas del Alto Comisionado para la Paz y las FARC. El texto acompañaba una foto en la que se mostraba a los negociadores sonrientes. Ya está, fue la sensación. El optimismo se propagó y acto seguido fue sacudido por un halo de prudencia. Extraoficialmente, fuentes de ambos lados aseguraban que las negociaciones habían concluido. Sin embargo, quedaban algunos detalles técnicos, relativos sobre todo a la redacción del texto, por concretarse. En ningún caso, aseguraban estas fuentes, los flecos pendientes ponían en peligro el acuerdo. Solo pedían esperar para hacerlo oficial. El anuncio se produjo pasadas las seis de la tarde de Colombia. Acto seguido, en una alocución al país, el presidente anunció que el plebiscito se celebrará el 2 de octubre. "Hoy comienza el fin del sufrimiento, el dolor y la tragedia de la guerra", recalcó el mandatario.
Este viernes se cumplirán cuatro años desde que el Gobierno y las FARC firmaron el acuerdo que establecía las bases de las negociaciones que se han desarrollado desde entonces en La Habana. Solventado el apartado de justicia y acordado el cese bilateral del fuego, el final de la guerra, faltaba por negociar las condiciones de la amnistía de los guerrilleros, su futura participación en política y cómo se abordaría su reincorporación a la vida civil. La pasada semana, el presidente colombiano apremió a su equipo negociador para que destrabase estos puntos y lograr un acuerdo definitivo lo más pronto posible. Después de jornadas maratonianas como no se recuerdan en todo el proceso, con reuniones de hasta 18 horas, todos los aspectos sustanciales quedaron finiquitados.
La consulta a la que se comprometió Santos ha marcado los últimos días de las negociaciones. La urgencia del mandatario no era baladí. El presidente necesitaba tener el acuerdo definitivo para llevarlo al Congreso y poder convocar el referéndum de los acuerdos. Finalmente, se producirá el 2 de octubre. Santos quería que la consulta no se demorase más allá de la primera quincena de octubre para evitar que se solape con la reforma tributaria prevista. Las primeras encuestas no garantizan una victoria para el sí y el mandatario teme que una subida de impuestos sea contraproducente a la hora de votar.
Las FARC, por su parte, llevarán el acuerdo final a un congreso interno, lo que se conoce como Décima Conferencia, en la que las bases guerrilleras darán el visto bueno a lo negociado en La Habana desde 2012. Este acto, cuya logística ya se está preparando entre las filas guerrilleras, se celebraría en las próximas semanas y contará con la presencia de un millar de miembros de las FARC entre jefes y mandos medios. Será entonces cuando la guerrilla más antigua de América Latina proclamará que renuncia al alzamiento armado y que iniciará la transición a un movimiento político.
Hace cuatro años se pensó que el proceso de paz duraría unos pocos meses. Las negociaciones fueron más complejas de lo previstas. Nunca han logrado despojarse de un manto de incertidumbre, en buena parte por el hermetismo con el que se han llevado. La popularidad hacia las conversaciones entre los colombianos ha sido siempre baja si se compara con el objetivo que se buscaba. La guerra entre el Gobierno y las FARC ha durado 52 años. En cuatro, solo cuatro para muchos, más de cuatro para tantos otros, ambas partes han logrado sentar las bases acabar con la violencia de la guerrilla, iniciar su tránsito a la vida política e iniciar el camino para reducir la abismal distancia entre el campo y la ciudad.
Para cerrar este capítulo de la historia, sin embargo, aún quedan varias páginas. El anuncio de que se hayan concluido las negociaciones, de que, en definitiva, hay un acuerdo de paz, no significa que este se vaya a firmar aún. La rúbrica final –que el presidente anuncio que se haría en Colombia- se prevé realizar antes del plebiscito, en un acto multitudinario, con la presencia de la mayoría de jefes de Estado posibles. El objetivo es dar un impulso al sí en la consulta a los colombianos. Nadie atina a aclarar qué ocurrirá si el país decide no apoyar la paz o los partidarios no logran los votos necesarios: el 13% del electorado. Tampoco es descartable que la firma se produzca una vez refrendados los acuerdos. Si por algo se ha caracterizado este proceso también es por la cantidad de veces que los plazos se han incumplido. Cuando se consigan dar estos pasos se pondrá poner punto final. Colombia comenzará entonces a escribir el epílogo de esta historia. A partir de un título de solo tres letras: paz.