27 de abril (Infobae).- Roma y el mundo se despiertan hoy sin el papa Francisco, en el primer domingo tras su muerte y el día después de su funeral. Los protocolos del Vaticano para los decesos de los pontífices se han aplicado con tal exactitud desde hace tantos siglos que es difícil imaginar que haya algo que se deje a la incertidumbre, pero así es: en periodo de Sede Vacante, la iglesia (con el voto de sus cardenales) está condenada ahora a buscar el rumbo que quiere seguir para su futuro y el mundo actual, independientemente de lo que pida la gente en la plaza o los poderosos del mundo.
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La gestión inflexible hacia los abusos, la mayor implicación de la mujer en la toma de decisiones, la persecución a la corrupción en las finanzas vaticanas, la actitud aperturista hacia los homosexuales y la comunidad LGTBI... Hay muchas cosas que quedan pendientes.
En esta ocasión, la actualidad y los ritmos urgentes de los líderes han penetrado en el corazón de la tradición milenaria eclesiástica en uno de los momentos más solemnes para el catolicismo: el pontífice argentino y su adiós junto a 400.000 personas -según las últimas estimaciones- irán unidas en el imaginario colectivo también a esa ‘minicumbre’ diplomática que ha propiciado su entierro y que ha sentado frente a frente, en dos simples sillas, a Zelenski y Trump para buscar soluciones a la guerra de Ucrania.
Francisco buscó incansablemente la paz, tal y como recordó el cardenal Giovanni Battista Re al oficiar sus exequias, pero ya nadie sabrá si habría parecido un milagro o no le habría parecido bien que la política llegara hasta el interior de la basílica de San Pedro.
Su muerte marca una parada en un camino que ahora la iglesia tendrá que decidir si quiere seguir o cambiar el rumbo: habrá que esperar para saber quién de entre sus detractores y sus seguidores se corona como su sucesor. En las quinielas hay muchos nombres, desde Luis Antonio Tagle, al que apodan ‘el Francisco de Asia’, hasta Gherard Ludwig Müller, quien ha asegurado en estos últimos días que con Francisco se cierra una era y que “hay opiniones distintas”.
El cardenal Reinhard Marx, de 71 años, le contaba a la prensa internacional que el riesgo de cisma se ha podido desmentir claramente en estos días. “La reacción tras su muerte muestra otra cosa. En estos días se ha podido ver con claridad el sentimiento del pueblo de Dios. Ciertos grupos a lo mejor ven una Iglesia dividida, pero la mayoría dice: no es verdad. Así funciona el cristianismo. Y los cardenales no pueden ignorar este sentimiento”.
Lo cierto es que Bergoglio se granjeó muchas enemistades dentro de la curia por sus intentos de reformas como la inclusión del sacerdocio para la mujer o la bendición de las parejas homosexuales, cuestiones que aunque puso sobre la mesa y las llevó a los sínodos (una especie de reunión o asamblea de la institución) para debatirlas dentro de la iglesia, no se han concluido.
La gente tiene la sensación de una iglesia más cercana a todo el mundo. Una iglesia más confusa, sin la claridad de pensamiento de Ratzinger-, pero más cercana. Si entendemos el mandato del papado o su objetivo histórico como el de llevar la iglesia hacia categorías de personas periféricas que estaban fuera, como los homosexuales -o los divorciados-, Francisco lo ha hecho. Y esto, obviamente, es un camino. La pregunta es: ¿lo ha conseguido? Todavía no. Pero, ¿ha salido la iglesia de sí misma? Sí, está en camino”, afirmaba a Infobae el profesor experto en la única cátedra de Geopolítica Vaticana, Piero Schiavazzi.
Es la misma idea que ha repetido el cardenal Re en el funeral y que permite empezar a trazar el mapa de afinidades que después se sentarán a debatir en la Capilla Sixtina tras el periodo de luto de los Novendiales y cuando se fije una fecha concreta para el cónclave, que se baraja sobre el 5-6 de mayo
“El hilo conductor de su misión ha sido la convicción de que la iglesia es la casa de todos, una casa siempre con las puertas abiertas. [...] Una iglesia capaz de inclinarse sobre cada hombre, más allá de credo o condición, curando las heridas”, ha apuntado Re en su homilía delante de líderes mundiales y los ojos del mundo.
Francisco emprendió reformas que no terminó porque el riesgo de hacerlo con la curia en contra corría el riesgo de desgarrar la institución por dentro.
Y mientras las maniobras precónclave de algunos cardenales ya están empezando, y salvo algunas excepciones, las personas que han llenado las plazas y abarrotado la basílica de San Pedro con las que ha podido hablar Infobae piden ‘más Francisco’. Jóvenes, hombres, mujeres y niños piden una continuación del trabajo que ha emprendido y lo consideran una “voz fundamental” en estos tiempos de pocas certezas.
El historiador Adriano Prosperi, en una conversación con Infobae antes de la muerte de Francisco, aseguraba que Bergoglio fue un “gran vendaval innovador”, pero que el pontífice tuvo tiempo para organizar una iglesia a su medida, rodearse de los suyos y de aquellos con los que compartía un proyecto y reclamar hasta el último momento a aquellos que le escuchaban que tomaran conciencia de lo que él definía como “la tercera guerra mundial en pedazos”. Sus ideas provocaron la amenaza de “un cisma potencial” que Prosperi creía que no había desaparecido y que será clave en estos próximos días.