La Paz, 23 de septiembre (Urgentebo.com).- A 30 minutos de la tranca de Urujara (salida de la ciudad de La Paz) se encuentra la llamada carretera de la muerte, un tramo que en el pasado conectaba con Nor Yungas y que, por su plataforma angosta, irregular y llena de curvas, era muy peligrosa. Hoy es un tramo para disfrutar de una aventura llena de emociones, historia y tradiciones. Turistas nacionales y extranjeros pueden disfrutar de la naturaleza y tradiciones en un solo día.
El proyecto de turismo comunitaria fue impulsado a principios de año por el impulso de 20 comunarios.
“Cuesta hacer entender a las personas el turismo, equipar y hacer algo rustico y natural es lo que le gusta a los turistas”, dijo Luis Cuaquira, presidente de Turismo Comunitario de la comunidad de Cedro Mayo.
La aventura se inicia en el mirador de Chuspipata, desde donde se observa el camino angosto de los yungas de un solo carril, cuya orilla da hacia al precipicio. Desde el mirador se divisa la naturaleza de arbustos, plantas y árboles en las serranías. Los muros del mirador se ha convertido en un espacio de expresión de los visitantes que escribieron frases, firmas y dedicatorias, antes de iniciar el descenso.
En el trayecto, la emoción se apodera de uno, más aún al llegar al sector de San Juan _el más peligroso_, ahí la cascada cae en medio de la carretera ahora poco transitada, de una altura de 100 metros. En época de lluvia el caudal sube.
San Juan es un sitio donde muchos yungueños llevaron en el pasado flores para recordar a parientes y amigos que murieron en el precipicio. En el fondo aún quedan restos de las flotas que se precipitaron por una mala maniobra, la velocidad o el sueño pesado del conductor, cuenta el guía de turismo.
“San Juan es un lugar muy accidentado donde han muerto muchas personas. En el fondo se ven pedazos de carrocerías y llantas de los vehículos que se embarrancaron. Los guías explican por qué sucedieron los accidentes”, apunta David Pinedo, responsable de la ruta turística.
El hecho es que el trayecto encanta a los turistas extranjeros que desafían a la naturaleza a toda velocidad en sus bicicletas que van esquivando los obstáculos de las piedras.
“Est
mos encantados y enamorados de los Yungas, empezamos en las montañas y llegamos hasta aquí (San Juan). Todo es verde, estamos encantados luego iremos a la piscina y el almuerzo”, indicó Tomas Cuefet, francés y guía en Bolivia desde el 2014.Más abajo, en el sector de Carmen de Chicalulo está instalado el “mono ziplini”, una actividad que despierta la emoción extrema en los visitantes, pues tienen la oportunidad de deslizarse por cable de 500 metros de un extremo a otro en solo 35 segundos.
Es la actividad que se roba la atención de todos, es un desafío al máximo nivel. No apto para cardiacos.
Los instructores se encargan de las medidas de seguridad. Los pasajeros se ponen arnés, casco y guantes, implementos básicos que deben colocarse los turistas antes de deslizarse por encima del bosque.
Al final se encuentra la piscina natural donde todos llegan para refrescarse. Entró en funcionamiento en enero, es administrada por dos comunarios. Fue construida con recursos del BID que aportó con 250 mil bolivianos y el municipio aportó con 150 mil para obras de mejoramiento.
Para el descanso y recuperar energías, los comunarios ofrecen un sabroso menú yungueño.
El emprendimiento es coordinado con BOLTUR. Todo el recorrido de la actividad turística tiene un costo de 250 bolivianos por persona, incluye transporte y alimentación, disponen de buses los fines de semana para trasladar a los visitantes nacionales y extranjeros desde la plaza del Maestro (Villa Fátima).
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