12 de septiembre (Redacción Central-Urgentebo).- El chaqueo forma parte de la actividad agrícola. La mayoría de los agricultores acostumbran quemar las malezas y los pastizales para limpiar la tierra; sin embargo, esta no es la única forma para desmontar el territorio, existen otras formas que los habitantes no las practican. Desde el Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras, se aconseja la práctica mecanizada para evitar que se ponga en riesgo la quema de los bosques.     

“El chaqueo no es malo. Es parte de la producción agrícola; en parte, beneficia a la tierra, ayuda a que rebrote la vegetación”, dijo Franklin Condori, jefe de la unidad de Contingencia Rural del Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras.

La quema de pastizales y malezas son prácticas antiguas y ancestrales que se convirtieron en una tradición en el rubro de la agricultura. Muchas veces, el fuego se descontrola y las consecuencias son mucho mayores.

“Nosotros orientamos de que tenga un especial cuidado cuando se haga el chaqueo y que se practique de manera controlada. Gestionar el corte con el uso de la tecnología; pero, hay que ver las condiciones del agricultor”, indicó Condori.

El chaqueo mecanizado es una opción para limpiar el terreno, para evitar que la quema se salga de control; sin embargo, el agricultor o ganadero no cuenta con las condiciones para adquirir la maquinaria. Por eso, prefiere limpiar su terreno de la forma más antigua.

Condori asegura que los agricultores dominan la práctica del chaqueo. Por ejemplo, muchos esperan que llueva para hacer limpieza como garantía de que el fuego no llegará a expandirse para afectar a los bosques, ni los montes. “Tienen buenas prácticas de chaqueo”.

Según datos de la Fundación Amigos de la Naturaleza, hasta el 27 de agosto del 2019, se han detectado más de 2,1 millones de hectáreas de bosques, pastizales y sabanas quemadas en todo el país.

La mayor parte de esta superficie dañada se encuentra en el departamento de Santa Cruz (San Matías, Charagua, San Ignacio de Velasco, Puerto Suárez) con más de 1,4 millones de hectáreas, seguido del Beni, con 640 mil hectáreas. 

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