17 de diciembre (El Pulso/Urgente.bo)- Tres horas de tensión y alarma se vivieron en Bolivia, por el movimiento inusual de tropas militares en la plaza Murillo, la tarde del 26 de junio. El general Juan José Zúñiga, entonces Comandante del Ejército, lideró un alzamiento con efectivos de élite, reclutas y tanquetas con el fin de tomar el Palacio de Gobierno. En cuestión de minutos, el país fue noticia mundial con la evidencia de que su democracia estaba en riesgo. La intentona fracasó rápidamente, pero expuso la inestabilidad institucional y agudizó los problemas económicos que afectaron a la población este año.
Sofocado el peligro en tres horas, las versiones se concentraron en dos: fue un intento de golpe de Estado por grupos de militares manejados por intereses políticos; fue un autogolpe de estado impulsado por el gobierno de Luis Arce para distraer la atención. Como fuese, el asalto militar expuso la vulnerabilidad del sistema democrático. Un puñado de militares causó zozobra en Kilómetro Cero, mientras reducidos grupos de ciudadanos se movilizaron contra el alzamiento.
Una vez controlada la situación, el presidente Luis Arce reivindicó la democracia y condenó el intento golpista: “Repiten la historia tratando de hacer un golpe de Estado cuando el pueblo boliviano siempre fue democrático. (…) Haremos respetar la democracia ganada con el voto en las urnas del pueblo boliviano”.
El episodio recuerda el movimiento de tropas liderado por el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Williams Kaliman, quien, ante la agudización del conflicto social por las fracasadas y cuestionadas elecciones del octubre de 2019, forzó la renuncia de Evo Morales y Álvaro García. La crisis poselectoral resultante culminó con la asunción de Jeanine Áñez a la Presidencia.
La coordinadora del Departamento de América Latina y el Caribe (IRI-UNLP), Laura Lucia Bogado, destacó que Bolivia ha enfrentado 36 golpes de Estado en su historia, todos acompañados por acciones militares y quiebres institucionales. El reciente intento del 26 de junio reavivó la preocupación sobre la estabilidad democrática en el país.
LAS DENUNCIAS
Antes de que el alzamiento militar fuese sofocado, los líderes políticos en su conjunto condenaron lo que consideraban un golpe de Estado. Desde la Casa Grande del Pueblo, el presidente Luis Arce denunció un golpe de Estado por parte de los militares y convocó a la población a organizarse y movilizarse por la democracia.
Evo Morales convocó a la huelga general indefinida y al bloqueo de caminos; condenó la movilización militar y llamó a la comunidad internacional a pronunciarse por lo que consideraba un “golpe de Estado”.
El expresidente, Jorge Tuto Quiroga, condenó el alzamiento, pero responsabilizó de todo a los gobiernos de Evo Morales y Luis Arce. El expresidente y líder de Comunidad Ciudadana, Carlos Mesa, demandó el respeto a la institucionalidad.
MOVIMIENTO MILITAR. El movimiento militar liderado por Juan José Zúñiga generó zozobra en la población durante tres horas, en La Paz y El Alto, especialmente en la plaza Murillo, donde la tanqueta en la que estaba el excomandante llegó a tocar la puerta principal de acceso del Palacio de Gobierno. Las investigaciones posteriores señalaron que el movimiento de tropas pudo ser mayor, pero no llegaron a la hora planificada por Zuñiga, quien se “precipitó” con sus acciones.
EL PLAN DE ZUÑIGA. “Pronto va a haber una posesión, seguramente pronto va a haber un nuevo gabinete, las unidades militares están en posición de afronte todas las unidades”, dijo Zúñiga frente al palacio de Gobierno después de salir de una tanqueta. Ese fue uno de los momentos más complejos de la crisis institucional.
LA LUCIDEZ DE ZUÑIGA. El entonces Comandante del Ejército, en su desesperación, ordenó que se abra fuego en la plaza Murillo, además de que se detenga a autoridades, entre el Ministro de Gobierno, sin embargo, sus subalternos no obedecieron porque ya dudaban de su lucidez y sus planes.
NUEVO MANDO MILITAR. El 26 de junio, el presidente Luis Arce nombró un nuevo alto mando militar. José Sánchez asumió como comandante general del Ejército y ordenó el repliegue de las tropas movilizadas. Gerardo Zabala Álvarez y Renand Guardia Ramírez fueron designados como comandantes de la Fuerza Aérea y la Armada, respectivamente.
LA ECONOMÍA AFECTADA. Como efecto de la memoria de las convulsiones de principios de siglo XXI, de la hiperinflación de los 80 o la inestabilidad política de fines de los 70, aquel 26 de junio la población se fue a los mercados para hacer compras y se volcaron a los cajeros automáticos. En apenas tres horas fueron retirados más de 200 millones de bolivianos.
MILITARES PROCESADOS. El Gobierno desmintió la teoría del autogolpe de Estado y detuvo a más de 20 militares involucrados de un plan conspirativo que se habría gestado desde mayo. Zúñiga fue enviado a la cárcel de El Abra en Cochabamba y otros fueron llevados a la cárcel de San Pedro, tras perder todos sus privilegios.
EXPORTACIONES Y TURISMO. El presidente de la Federación de Empresarios Privados de La Paz, Rolando Kempff, denunció que el intento de golpe de estado afectó la credibilidad del país y las exportaciones. Desde la Cámara Boliviana de Turismo se reportó que el 20% de las reservas turísticas fue cancelado debido al temor generado por los eventos en La Paz.
“YO VOY A SER PRESIDENTE”. Antes de la asonada, el general Zúñiga afirmaba a sus camaradas: “Yo no voy a ser como William Kaliman (excomandante en jefe de las FFAA) que agarró el poder y lo pasó. Yo voy a agarrar y voy a ser Presidente”. Según algunas declaraciones, el exmilitar convocaba a los comandantes de las Fuerzas Armadas a reuniones en abril y mayo.
EXAMEN TOXICOLÓGICO. En septiembre, la defensa de Zúñiga pidió que se le realice un examen toxicológico para verificar la presencia de alguna droga. Su abogado dijo que el examen toxicológico era para comprobar la presencia de alguna sustancia que alteró al excomandante militar, puesto que “su comportamiento no era el mismo o no era el normal”.