La Paz, 25 de abril (Hoy por hoy).- Tras 50 años de la muerte de Ernesto Guevara en su lucha armada llevada a Bolivia, su hermano menor, Juan Martín Guevara, relata algunos aspectos de su vida en Mi hermano el Che.
Su figura pasó a ser todo un mito, aunque ha suscitado sentimientos contrapuestos, siendo, a la vez, un icono muy adorado y muy odiado. Tuvieron que pasar 47 años para que su hermano decidiera acercarse al lugar donde fue asesinado para después hablar de su figura. "Hubo un acuerdo tácito, no hablábamos del tema", compartía. "Después me di cuenta de que había una necesidad de conocer cosas sobre él", decía.
Fue esa demanda de la sociedad y la voluntad por desmentir algunos de los mitos que se difundieron en torno a su imagen, lo que le llevó a volcarse en el libro. La repercusión que causó entonces fue tal, que su icono pervive y crece en nuestros días. "Las dos imágenes más conocidas en el mundo son las de Cristo y el Che, y el Che seguirá creciendo", manifestaba.
Cuando llegó por primera vez al lugar donde lo asesinaron se encontró un lugar de culto hacia su hermano fundamentado en el negocio, algo que no fue de su agrado. El hecho de que muriera joven propició que precisamente el régimen cubano manipulara su imagen. Si no hubiera muerto aquel día, dice su hermano, no permanecería en La Habana, sino que hubiese conseguido la liberación de América. "Si no hubiera muerto en Bolivia, América Latina sería libre, soberana e independiente", respondía.
Muchas de sus páginas van dedicadas a la influencia de sus padres en su maduración como persona. Es destacable la figura de su padre, al que su hermano pequeño describe como un buen tipo, pero "muy complicado como padre". De él heredó su cualidad de soñador y de la pérdida de la vergüenza. De su madre, la disciplina, la ética y la perseverancia. Su espíritu revolucionario, en cambio, pudo gestarse en su casa, donde "no se hablaba, se discutía".
En 1959 Ernesto y su familia vivieron un reencuentro, tras la derrota de Batista, por la que había estado fuera seis años. De ahí, la imagen del fuerte y largo abrazo que mantuvo con su madre. "Me emocionó enormemente", decía al poder ver el momento en una película.
Juan Martín expresaba con humor lo difícil que ha supuesto tener un hermano icono. "Te empiezan a preguntar cosas del pasado" y "es difícil remover los recuerdos", concluía.