Marzo 28, 2024 [G]:

El laberinto envilecido


Viernes 21 de Octubre de 2022, 4:45pm






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Quienes, por desgracia, caemos en el laberinto de la burocracia judicial boliviana, sabemos que no podremos salir de ella sino contamos con amigos influyentes o, sobre todo, con mucho dinero y un canallla a nuestro servicio.

El envilecimiento del poder judicial viene de lejos, desde la creación del emprendimiento bautizado como República de Bolivia, en la que hábiles pendolistas y tinterillos sin escrúpulos, ratificaron los innumerables bienes que los colonizadores habían acumulado en varios siglos y consolidaron su viejo poder con un barniz de renovación. Es decir, legitimaron la estructura piramidal de la sociedad colonial y la traspasaron a la republicana. Sin duda, esta estrategia creativa y habilísima para no perder privilegios, fue complementada con el control de ciudadanos de buenas intenciones que se creyeron el discurso del patriotismo y, ante cualquier intento de modificar las reglas del juego, fueron eliminados, comprados o excluidos. Así, la historia de Bolivia, está plagada de personajes zafios, brutales y aviesos que contrastan con otros de niveles humanos contrapuestos.

Los primeros son la mayoría e hicieron un enorme daño al concebir, meticulosamente, estancos, islas de poder desconectados de la sociedad, a tal extremo que las FFAA tiene su propio Tribunal de Justicia, lo mismo que la Policía, las universidades públicas y por supuesto, el propio Poder Judicial. Estas republiquitas jurídicas no chocan entre sí (en la intimidad de sus grupos de poder) recomponen las desavenencias, delitos y acciones mafiosas, de tal manera que facilitan la impunidad que la opinión pública desconoce. Nos tienta hacer un listado de estos atropellos que continúan en la impunidad y que se quedaran así, desgraciadamente, por los siglos de los siglos…

Fuimos testigos, hace más de una década, como una empresa periodística reclutaba a sus abogados. Se había lanzado la convocatoria para un asesor jurídico y abogado sagaz para defender al medio de juicios y, sobre todo, de enfrentarse a un estado con miles de trabas que el mismo Josef K. de la novela El Proceso de Kafka, quedaría enloquecido antes de intentar llegar al primer juez. El director de dicho medio solicitó a su equipo de calificación de méritos, ciertos requisitos ineludibles, y así ordenó: - Quiero a un abogado que haya hecho juicios en su etapa de estudiante a sus docentes, que haya sido dirigente estudiantil diez años y se haya aprovechado del comedor universitario sin merecerlo. Quiero a ese tipo. ¡Busquen!

Intrigado por su manera de entender la meritocracia, me dirigí al director y le dije que estaba intrigado por su solicitud. Me tomo de un hombro, y en su oficina, con tono paternal me respondió: - Edgar, eres un joven con ideales, no conoces tu país. ¿Sabes porque requiero de un profesional así? Porque debemos enfrentarnos a un consorcio de delincuentes sin principios morales, ¡A unos canallas! Para eso requiero otro canalla.

Mientras recordaba este suceso, regresaba de Derechos Reales, una de las instituciones más ineficientes que es el rotundo resabio de la colonialidad. Pese a los esfuerzos del gobierno por establecer su función efectiva, no es posible porque la institución es un ente jurídico manejado por seres humanos susceptibles de corrupción y frágiles profesionalmente por la intrincada selva de normas y contra normas. Los ciudadanos que hayan tenido la desgracia   de obtener un bien o cuya documentación tenga una borradura o un ligero error, el calvario que les espera requiere de una gran fortaleza y de un gran sentido del humor, ya que deberá hacer excursiones de notario que te manda donde otro, y así hasta que la mayoría de los litigantes muere y los herederos deben recorrer el mismo camino. Para abreviar el camino solo hay una solución mañosa: contratar un canalla.

Cualquier proyecto de reformas al poder judicial, sobre todo en Bolivia, requiere de un enorme esfuerzo que un grupo de abogados no podrá hacerlo, porque no es una competencia privativa de su sector profesional, sino de la sociedad en su conjunto.

Si los bolivianos sobrevivimos a la canalla, es porque todavía existen profesionales probos, que deben estar arrinconados o ignorados. Estas corporaciones enquistadas en notarias y juzgados y policías, son logias que no quieren perder sus privilegios y sobreviven a todos los gobiernos.

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