Abril 20, 2024 [G]:

El personaje del año es el empresario privado


Jueves 22 de Diciembre de 2022, 10:30am






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Sin honores ni pergaminos; sin cámaras ni aplausos; sin premios ni desfiles, indudablemente que el personaje del año es el empresario privado. Aquel que esta semana pagó el aguinaldo a sus trabajadores; que antes que su propia cena navideña pensó en los canastones o los regalos para sus dependientes.  El que guardó para sí la preocupación por el crédito que se vence, los contratos que aún no se firman, los alquileres atrasados o la subida incontrolable del precio de los insumos importados. El que brindará sonriente con sus empleados, con una mezcla de profunda satisfacción porque estuvieron juntos un año más, y de preocupación porque no sabe siquiera qué pasará el primer trimestre del 23.

Son casi 650 mil y dan trabajo a tres millones de bolivianos, posiblemente un millón de familias; la gran mayoría son pequeños y medianos, pero grandes en coraje, resistencia y creatividad.  Muchos no tienen estudios superiores, pero han desarrollado experiencia, inteligencia emocional y social, intuición para los negocios y capacidad de resiliencia que envidiarían las escuelas de negocios de las grandes capitales.  Algunos no están bancarizados, no tienen seguro, departamento de contabilidad ni asesoramiento financiero, pero poseen tal capacidad de ahorro y de rendimiento de capital que no solo cubren gastos operativos, pagan sueldos y créditos, sino que sostienen a sus familias, llevan a la universidad a sus hijos y aportan al Estado con impuestos que pagan religiosamente.

Este año han tenido más dificultades que antes.  Una crisis económica sostenida desde el 2015, que se agravó con la crisis política de 2019, y que se convirtió en tragedia en 2020 con la pandemia del COVID 19 y, tras unos meses de recuperación, retornó esta vez desde Ucrania, ha dejado secuelas en todos los niveles y sectores.  Disminuyó la demanda, incrementó la informalidad, aumentó la conflictividad, elevó los costos de insumos y maquinaria importada y generó un tiempo de profunda incertidumbre y temor que está paralizando los mercados.

El contrabando creció en casi el 50% en relación al 2017; a los productos provenientes de Chile se sumó una tormenta de bienes desde Argentina y del Perú.  Muchas empresas que producían ropa, comestibles, derivados lácteos, bebidas, repuestos, juguetes, artículos de cuero, joyas, maderas, artesanías, entre tantas otras, sucumbieron ante el negocio del contrabando que no paga impuestos, no contrata personal ni sufre las inspecciones del SENASAG, la alcaldía o el Ministerio de Trabajo.

Más de 400 conflictos sociales alteraron su normalidad este año.  En todos ellos se usó el bloqueo de calles o de carreteras como métodos de presión, y en la mayoría no se conoció la causa.  Sin embargo, produjeron graves daños en el transporte, el comercio urbano, el trabajo en los talleres y en plantas industriales, en las tiendas, los mercados, los colegios o las oficinas. Eso sin considerar los estragos producidos sobre el comercio interdepartamental, las exportaciones e importaciones, el transporte de productos perecederos, etc.  Hoy, cuando se envían mercaderías a otras ciudades o países, no saben si éstas llegarán al destino a tiempo o si sufrirán asaltos o robos en los caminos.

Por si los problemas no fueran suficientes también los empresarios enfrentaron este año el aumento de la presión y el acoso regulatorio. Un incremento del salario y del haber básico sin relación con la producción, la presión impositiva y las medidas para desanimar la contratación de trabajadores, además del manejo político de las exportaciones y la inacción frente a los avasallamientos y tomas de tierras y propiedades, fueron algunas de las barreras que debieron sortear. Aunque también es cierto que programas como el crédito SI Bolivia han ayudado a muchos pequeños empresarios a paliar los efectos de la crisis.

Pese a todo, estos empresarios anónimos, acosados y hasta subvalorados, que construyen con esfuerzo propio el progreso sostenible de millones de hogares y, con sus impuestos, del país, siguen invirtiendo, cubriendo las planillas de sueldos, aportando y planificando emprendimientos y proyectos, impulsados por el sueño de un mejor mañana y por la certeza que el bienestar es producto del trabajo honesto y la superación permanente.

Por eso y por mucho más, el personaje de 2022 es el empresario privado, por quien hoy brindamos con respeto, admiración y gratitud, porque contribuye de manera silenciosa y permanente a la construcción de la prosperidad, la dignidad y la justicia que todos anhelamos.

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