La Paz, 15 de abril (Urgentebo).- Dennis Salazar se puso a buscar en la casa de sus abuelos objetos y utensilios que le permitan hacer un fotolibro sobre la chicha. La búsqueda le llevó a la conclusión de que Cochabamba, sumergida en la modernidad y absorbida por las ideas globales, está dejando en el olvido al elixir de los incas y que es parte de la identidad cultural de la Llajta. Por eso ahora está en la tarea de hacer un museo en una chichería emblemática del valle.
La bebida que fue creada en tiempos precoloniales es parte de los procesos económicos, políticos, sociales y culturales de Cochabamba, según permite concluir una revisión histórica que se ha convertido en el fundamento científico para levantar el museo.
Por eso, vasijas de barro, juegos al azar, historias de antaño y los pasos para la elaboración, que datan de hace por lo menos dos siglos son recopilados por un grupo de personas que hoy trabajan en la implementación del museo dedicado a la chicha en la población cochabambina de Tarata.
Dennis Salazar es bisnieto del propietario de una de las chicherías más emblemáticas de Tarata, por las historias que en ella se hicieron. Y en ese inmueble
Preocupado por la distorsión de la elaboración original y la cada vez reducida demanda de la bebida, Salazar busca reposicionar la chicha en el imaginario del cochabambino y, así, hacer frente al ingreso de la oferta de otras bebidas como la cerveza. Su objetivo es que las nuevas y futuras generaciones conozcan la importancia de la chicha desde antes de la colonia hasta tiempos recientes.
“La idea comenzó con una investigación que realicé para elaborar un foto libro, en ese trance noté que se va perdiendo la elaboración artesanal de la chicha y que las chicherías van desapareciendo poco a poco, entonces me pareció urgente trabajar en este proyecto para recopilar los utensilios que eran utilizados, la forma original de elaboración. Todos esos elementos fueron conservados en mi familia por varias generaciones”.
“La K’ajcha del Canchero” es una casa antigua que data de principios del siglo XX. El inmueble le pertenecía a don Juan Salazar, un hombre que, como los de su generación, fue a la Guerra del Chaco y a su retorno para olvidar el durísimo periodo que sufrió en la contienda con Paraguay, abrió un espacio de diversión.
“Se jugaba la lota, el sapo, la k’ajcha en la cancha que había al lado de la casa y mi abuela me cuenta que su padre abrió la casa para que tantos sus amigos como él olviden los traumas que les dejó la guerra”, contó Dennis.
Como cortesía a los clientes “más fieles” se les invitaba papa con mote o el k’allu, una zarza de tomate y cebolla mezclado con quesillo y quirquiña.
El historiador Juan Clavijo halló que a principios del siglo XIX, cuando Bolivia decreta su independencia, la chicha era de consumo común en Cochabamba. La chichería era el espacio de confluencia y de interacción social, particularmente para varones de clase alta, quienes compartían con fines políticos o lúdicos.
La situación cambió el proceso de modernización pues la chicha fue vista como bebida económica, ya no era parte de la identidad. Pese a aquello, la señora Dora Salazar conservó la tradición; hoy hijos y nietos conservan el legado.
“Si bien la casa será destinada a un museo, mi abuelita continúa elaborando la chicha en otro lugar, pero es solo para pedidos especiales”, explicó Dennis.
Para noviembre, aniversario de Tarata, se prevé la apertura del Museo de la Chicha.
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