“He logrado un cambio grande, pero cuesta, definitivamente, cuesta”, confiesa Carlos Aguirre, estudiante de la Universidad Tomás Frías, de Potosí, al concluir que el esfuerzo vale la pena “para guiar a otros hombres y evitar más feminicidios”. Es uno de los más de 150 eduactivistas que trabajan para prevenir la violencia en la comunidad universitaria, experiencia que ha sido recogida en una sistematización que será presentada el próximo viernes 16 de abril, a las 10:00, en un acto virtual que será transmitido por la página de Facebook @doctoraedilicia.
El movimiento de eduactivistas ha sido impulsado en los últimos cinco años por el proyecto Vida Sin Violencia, de la Cooperación para el Desarrollo de la Embajada Suiza en Bolivia, que es implementado por Solidar Suiza. La eliminación del maltrato contra las mujeres es uno de los principales pilares del apoyo que brinda este país, a la que considera un requisito fundamental para el ejercicio pleno de los derechos y la solución de los problemas.
Un estudio del Instituto de Investigaciones Sociológicas, de la UMSA, realizado con apoyo del UNFPA, mostró que el 73,8% de las estudiantes encuestadas tuvo “relaciones sexuales forzadas”, mientras que el 67% confesó haber sido víctima de toqueteos sexuales no consentidos. Las denuncias de violaciones presentadas en las últimas semanas en las redes sociales confirman la gravedad de este fenómeno. Es frente a ello que el proyecto llevó adelante el programa "Construyendo una Vida sin Violencia", que tuvo como protagonistas a docentes y estudiantes de las universidades San Francisco Xavier (Chuquisaca), San Simón (Cochabamba), Tomás Frías (Potosí), San Andrés y Católica San Pablo (La Paz). Sus objetivos eran transformar patrones culturales machistas y prevenir el maltrato hacia las mujeres.
“Esta experiencia nos muestra cómo las universidades y sus estudiantes pueden prevenir la violencia, a la vez convertirse en agentes de cambio para construir una sociedad inclusiva, en la que todas las personas, y en particular las mujeres, puedan vivir libres de violencia”, señala la Oficial de Programa de Gobernabilidad, de la Cooperación Suiza en Bolivia, Mila Reynolds.
Los y las eduactivistas pusieron en escena obras de teatro, realizaron instalaciones, organizaron festivales de canto, ferias, diálogos y debates online para transmitir sus mensajes. Las autoridades de las casas de estudio se han hecho eco de esta cruzada: La de Chuquisaca la reconoció como parte de la Extensión Universitaria, la de Cochabamba creó la Oficina de Protección a la Mujer Universitaria, mientras que la de Potosí fundó su Observatorio de Género.
div class="media media-element-container media-default">Es toda esa movilización juvenil y sus resultados los que son compartidos a través de este documento, que busca replicar los aprendizajes producidos desde los inicios del proyecto Vida Sin Violencia. “Los ambientes familiares violentos son la base, luego viene la escuela, la universidad y ves que está naturalizada la violencia. Hay que actuar y el activismo es una oportunidad para cambiar las cosas”, concluye Veida Asport, una eduactivista de la Universidad Católica Boliviana de La Paz.
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