Nada podría resultar más providencial para un país cuyo crecimiento de su economía se desacelera, que se haga pública la posibilidad de nuevas inversiones que impliquen el poder producir más en algún rubro, ahorrar divisas por importación, generar más dólares por vía de la exportación y, con todo ello, un gran movimiento económico interno gracias a la creación de empleos dignos y sostenibles en el tiempo, que reporten buenos ingresos para los ciudadanos.
Pero si el anuncio lo realizan conjuntamente autoridades del sector público y privado, su connotación puede ser tal, que podría reanimar la expectativa de un mayor crecimiento, mucho más si involucra a un sector como el agrícola-agroindustrial, cuyo efecto multiplicador está fuera de discusión. Y si el anuncio podría significar -además- un beneficio para el medioambiente, entonces absolutamente a todos nos debería alegrar. Pues bien, un anuncio así fue lanzado al país recientemente.
El Ministro de Hidrocarburos, Luis Alberto Sánchez, y el Presidente de la Federación de Empresarios Privados de Santa Cruz, Luis Barbery, firmaron un Memorándum de Entendimiento el pasado 24 de agosto, con miras a producir alcohol anhidro (etanol) para ser mezclado como aditivo con la gasolina.
Un estudio del Centro Boliviano de Economía (CEBEC) -dependiente de CAINCO- da cuenta de esta propuesta que definitivamente enamora: con una inversión de 1.400 millones de dólares se ampliaría la capacidad instalada de la industria sucroalcoholera y en diez los cañaverales pasarían de 145.000 a 331.646 hectáreas con lo que Bolivia, sin comprometer la seguridad alimentaria, produciría 719 millones de litros de etanol que: a) Sustituiría el 25% del consumo de gasolina; b) Ahorraría cientos de millones de dólares por importación; c) Generaría otros tantos millones de dólares por exportación de gasolina; d) Se crearía un creciente mercado para el etanol en el país; e) El consumidor se beneficiaría con una gasolina de mayor octanaje, implicando un mejor rendimiento y funcionamiento de su vehículo; f) Se crearía 12.000 empleos directos y decenas de miles de empleos indirectos; y, h) La emisión de gases contaminantes bajaría ante la menor quema de un combustible fósil (gasolina).
¿Alguien podría oponerse a la autosuficiencia del país en este campo con una energía alternativa, renovable, una “gasolina ecológica”? ¡Nadie en su sano juicio! Bueno será que para que ello sea posible, el Estado garantice la viabilidad económica de tan grandioso proyecto.
(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional
Fuente: “El Deber”
Santa Cruz, 6 de septiembre de 2017