La detención de la Vicepresidenta de Financias de Huawei se ha convertido sin duda en el punto más alto del conflicto entre estadounidenses y chinos, y ha dejado al descubierto que el juego de las presiones entre ambas potencias está lejos de terminar.
En tiempos de una guerra comercial de múltiples escaramuzas como la que libran Estados Unidos y China desde hace varios meses, la que se produce en el ámbito de la tecnología es una de las más cruentas. En poco tiempo, los ataques de un extremo a otro han recrudecido y las consecuencias todavía son imprevisibles.
En las guerras del siglo XXI, los aranceles y barreras proteccionistas son las armas de calibre más grueso y las víctimas están diseminadas más allá de los países involucrados en las controversias. De hecho, las expectativas de crecimiento de la economía mundial para el próximo año e incluso las tendencias de los precios internacionales de las materias primas, parecen estar supeditadas a lo que pase o deje de pasar entre chinos y estadounidenses.
Los expertos pronostican un largo conflicto y una acumulación de consecuencias globales más serias. Después de mucho tiempo, los gobiernos de China y Estados Unidos están a la cabeza de dos personajes fuertes y con escasa flexiblidad en las negociaciones.
Trump es un hombre que habla mejor el idioma de los negocios que el de la diplomacia, en tanto que el presidente Xi Jinping ha optado por hablar desde el poderío de un país que en menos de dos décadas se ha transformado en la segunda potencia mundial.
Los analistas internacionales coinciden en que se trata de un debate entre dos liderazgos especialmente fuertes y obcecados en sus posiciones, aunque se advierte también alguna diferencia importante entre ambas partes.
Desde la detención de la señora Wanzhou, a quien se sindica de haber vendido productos con tecnología estadounidense a países que cuenta con un bloqueo comercial por parte de Estados Unidos, la Casa Blanca ha impulsado una estrategia para que sus aliados sancionen la conducta de Huawei suspendiendo la compra de tecnología de esa compañía.
Graham Allison, un experto del Centro Belfer para la Ciencia y Asuntos Internacionales en la Escuela Kennedy de Harvard, citado por la BBC, señala que “el gobierno de Estados Unidos está tratando seriamente de persuadir a los que están bajo el paraguas de la seguridad estadounidense para que no compren equipos de Huawei en sus redes de telecomunicaciones e internet debido al riesgo de seguridad", lo que “podría resultar catastrófico para los negocios de Huawei”.
Hasta ahora en el plano estrictamente mediático de Occidente, Huawei parece estar un paso atrás en la controversia que se ha generado, pero recientemente se produjeron algunos hechos que a futuro podrían incidir en esa correlación de fuerzas.
Desde Japón, a través de una emotiva carta dirigida a la Vicepresidente de Finanzas de Huawei, el dueño de una pequeña empresa expresó no sólo su solidaridad, sino su incredulidad respecto a las acusaciones que pesan sobre Wanzhou.
“Cuando ocurrió el horrible terremoto en la parte oriental de Japón en 2011, todas las compañías se estaban retirando, incluso huyendo. Solo Huawei ingresó al área del desastre y tomó medidas para reparar las instalaciones dañadas por el terremoto. Huawei nos ayudó en nuestros momentos más difíciles. Ahora, estamos usando el poder del gobierno para bloquear a Huawei sin ninguna buena razón. Esto va en contra a nuestros principios morales. Como japonés, me siento muy triste, incómodo y avergonzado”, señala el ciudadano japonés no identificado.
Al respecto, la vicepresidenta de Finanzas de Huawei escribió conmovida en su diario: cuando fui liberada bajo fianza, mientras esperaba en el tribunal para cumplir con las formalidades, mi abogado charló conmigo y dijo que muchos desconocidos habían llamado a la agencia de abogados ofreciendo usar sus propias propiedades para cubrir la fianza, a pesar de que no me conocían, ni siquiera me habían escuchado, pero sí conocen a Huawei y reconocen a Huawei, así que están dispuestos a apoyarme”.
Como en toda “guerra”, las partes afinan la “puntería” para avanzar en múltiples frentes de batalla. Estados Unidos parece empeñado en lograr que sus aliados cierren filas contra Huawei y la poderosa empresa china, cuyo crecimiento en los últimos años, ha desatado la alarma de sus competidoras occidentales, apela a la lealtad de sus clientes y de quienes han sido beneficiarios de sus gestiones en tiempos difíciles. El conflicto seguirá su curso en los próximos días.
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