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La fiesta de San Valentín se origina en celebraciones depravadas y sexo salvaje

La celebración era tan bárbara e imposible de erradicar que la Iglesia se vio obligada a sustituirla por el actual día de los enamorados en el siglo V, según una de los teorías que dio origen a la llamada Fiesta de San Valentín.


Martes 14 de Febrero de 2017, 11:15am






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14 de febrero (Agencias).-  El origen del Día de San Valentín poco tiene que ver con lo que, hoy, se celebra el 14 de febrero en los países del occidente. La fiesta que celebran los enamorados se basa en las Lupercales, un festival de depravación y sexo salvaje que se llevaba a cabo en la Antigua Roma con varios objetivos. Entre ellos, lograr que los jóvenes se iniciaran en la sexualidad y perdieran el miedo a mantener relaciones entre sí, según un reporte del periódico español ABC.

La celebración era tan bárbara e imposible de erradicar que la Iglesia se vio obligada a sustituirla por el actual día de los enamorados en el siglo V, según una de los teorías que dio origen a la llamada Fiesta de San Valentín.

El cristianismo emergente sustituyó la festividad por la del 14 de febrero, fecha en la cual murió martirizado un cristiano llamado Valentín en el año 270. El papa Gelasio I la declaró por primera vez en el año 498.

 
 

Se cuenta que San Valentín fue un médico romano que se hizo sacerdote y que habría sido ejecutado un 14 de febrero al no querer renunciar al cristianismo y oponerse a la prohibición del emperador Claudio II de que los soldados profesionales pudieran casarse.

Algunas fuentes creen que también se basa en otra fiesta pagana que se quería "cristianizar": la que se hacía en honor de Juno Februata.

El autor John M. Flader afirma en su obra "Tiempos de preguntar. 150 cuestiones sobre la Fe Católica» que, en la Antigua Roma, existía la costumbre de honrar a esta deidad introduciendo los nombres de las jóvenes de la ciudad en una caja. Cada uno de ellos era extraído por un chico y la pareja resultante quedaba unida a nivel sexual. Nuevamente, lo pecaminoso de la celebración hizo que fuera modificada. “Al final, se sustituyeron los nombres de las chicas por los de los santos”, afirma el autor.

Las Lupercales, según la mayoría de los expertos, eran unas fiestas celebradas en la Antigua Roma que incluían varios ritos para que los adolescentes se iniciaran en las relaciones sexuales. Con todo, y según explica el autor Jean-Noël Robert en su obra “Eros romano: sexo y moral en la antigua Roma”, el origen de esta celebración ya se consideraba entonces mitológico. “Se trataba de una de las ceremonias más arcaicas, ya que numerosos especialistas coinciden en decir que se remontaba a los tiempos del caos, mucho antes de la fundación de Roma, en la que sin duda se hacían sacrificios humanos”, señala.

Oficialmente, la fiesta se celebraba en la misma gruta (la Lupercal) en la que se creía que una loba había amamantado a los fundadores de Roma (Rómulo y Remo) después de que estos hubieran sido abandonados en el río por su familia.

El escritor Carlos Goñi relata en “Una de romanos: un paseo por la historia de Roma”, este curioso episodio: “Marte, el flagrante dios de la guerra, amó en secreto a [una joven], quien concibió dos mellizos. Cuando nacieron, [el tio de la chica, Atulio] introdujo a los pequeños en una cesta y los expulsó al Tíber, convencido de que morirían. Sin embargo, la cesta vino a parar a un remanso del río. Los niños empezaron a llorar y la loba los descubrió. El animal los amamantó en una gruta al sur del Palatino, llamada Lupercal”.

Desde aquella gruta se iniciaban las Lupercales de manos de un sacerdote. Este era el encargado en primer lugar de sacrificar un carnero en honor a Fauno (el dios de la naturaleza). Lo hacía con el mismo cuchillo con el que, posteriormente, embadurnaba la cara de dos “lupercos” (los jóvenes que debían pasar por aquel ritual).

Mientras corrían, los “lupercos” iban dando latigazos a todo aquel que se ubicaba frente a ellos.

"Después, secaba los restos de sangre con vellón de lana mojado en leche; en este punto los dos muchachos debían prorrumpir en risas», explica el autor de «Eros romano". ¿Por qué esta reacción? Al parecer, porque de esta forma emulaban la victoria de la vida sobre la muerte. La "resurrección" por la que, en definitiva, habían pasado los fundadores de la ciudad tras verse abandonados y haber sido recogidos por el animal.

Una vez que habían sido ungidos por el sacerdote, estos dos jóvenes (que casi siempre iban desnudos, o ataviados únicamente con taparrabos fabricados con la piel de los animales sacrificados) salían de la gruta. El ritual no acababa en este punto, sino que iniciaban una carrera desquiciada a través de Roma por un itinerario previamente planeado. Un trayecto que llevaban a cabo mientras proferían obscenidades. Mientras corrían, los “lupercos” iban dando latigazos -con una correa fabricada también con los restos del carnero- a todo aquel que, voluntariamente, se ubicaba frente a ellos.

El principal objetivo eran, no obstante, las mujeres en edad de ser madres. “La opinión en que estaban las mujeres era que estos latigazos contribuían a su fecundidad, o a su feliz libertad”, se explica en el Diccionario Universal de Mitología. Las chicas, de hecho, consideraban todo un honor que los “lupercos”les diesen un correazo, pues era una forma de que los dioses les asegurasen un retoño. Los hombres zurrados, por el contrario, entendían que aquellos golpes les purificaban y les permitían entrar “limpios” en el nuevo año (que comenzaba entonces en marzo). Es decir, que llevarse una marca a casa era símbolo de buena suerte.

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