Martín era un 4x4 del periodismo. Uno de los mejores todoterrenos entre los fotoperiodistas de Bolivia; en la cobertura de los conflictos se lucía. Tincho llevaba a The Strongest en la sangre y era un apasionado del fútbol. En la cancha jamás se rendía, incluso en goleadas daba pelea hasta el último instante. Hoy Martín Alípaz ha partido, vencido por el cáncer, y ha dejado luto entre sus colegas y amigos.
Este lunes, el periodismo boliviano, en especial el de La Paz, ha sentido la dolorosa noticia del fallecimiento de Martín Santiago Alípaz Aliaga, quien fue golpeado desde hace algunos meses por una enfermedad. Su cuadro de salud se complicó el fin de semana y ahora descansa en paz. Y quienes compartieron con él, recuerdan a Tincho como un periodista determinado, aguerrido, de pocas palabras y de enorme corazón. Y, claro, renegón.
“Me quedo con tu maravilloso trabajo, con tu enorme corazón y doy gracias a la vida por haberme permitido aprender tanto de ti. Un abrazo hasta el cielo y descansa en paz, extrañarte allá afuera será inevitable Martin Alípaz”, publicó su colega, la periodista Helga Velasco.
‘El jefecito’, como muchos lo llamaban, empezó en 1993 en el mundo del periodismo como auxiliar de fotografía en la mítica agencia de fotografías Jatha, dirigida por Rickey Rogers, ese corresponsal internacional que hizo de Bolivia su hogar y una escuela del periodismo. Con esas lecciones, no dudó en lanzarse a mostrar la realidad política y social de Bolivia, incluso a riesgo de su propia vida.
En el primer año del gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, Martín cubría un conflicto social que derivó en un enfrentamiento entre los movilizados y las fuerzas policiales. Y resultó herido por una granada de gas que le impactó en el rostro. Fue sometido a una cirugía en el rostro. “Le tuvieron que poner un platino en el pómulo izquierdo, me comentó que le llego una granada de gas y eso le afecto por un tiempo que le saco fuera de combate en las coberturas”, recuerda su colega Javier Mamani.
El también periodista Mario Roque, especialista en la cobertura de competencias de automovilismo, recuerda que Alípaz era un perfeccionista, que no se contentaba con lo sencillo. Lo suyo era mostrar el país, como era.
“Recuerdo el Gran Premio de autos de 1998. Llegamos a Potosí y compartía habitación con él. Yo me abrigaba para dormir y ocurría lo contrario con Martín. Durmió con el dorso desnudo. Abría mis ojos cada que podía para ver a Martín. Dormía el hombre. Amaneció y saltó a la ducha con agua fría. Así de loco era el recordado stronguista”, describe Mario.
Tras su impulso en Jatha, fue parte de La Prensa y luego llegó a la agencia de noticias EFE, donde destacó en su trabajo para captar a este país. “Las coberturas que nos tocó hacer las sufrimos a veces, las renegamos otras, las gozamos también, pero siempre en equipo. Calladitos, porque ni él ni yo fuimos de mucho hablar, cada quien haciendo lo suyo, pero apoyándonos siempre. Ya sea cargando por turnos el pinche trípode de la filmadora, como la vez que le echamos la caminata desde el puente Bolivia hasta Senkata en los conflictos del 2019. O corriendo para agarrar espacio para ambos en esas coberturas donde algunos colegas se ponen caballos y te empujan nomás. Yo no le dejaba que cargue mucho tampoco, porque él ya traía encima tremendo k’epi de cámaras y flashes, pero eran parte de él pues. No hubiera sido él sin el chaleco para llevar equipo y la gorrita que lo caracterizaron siempre”, escribe la periodista Gina Baldivieso, también parte de EFE.
De la cuna al cajón…
El Tincho era hincha de The Strongest. El oro y negro lo llevaba en la sangre porque su abuelo participó en la fundación del club paceño. Para el fútbol se expresaba en pasión y conocimiento, lo que en periodismo se traduce en precisión. Por ello su colega Baldivieso le agradece. “Qué habría sido de mí sin su apoyo para las cuestiones futboleras. Puede que haya tenido el dato a mano, pero siempre sentí necesario chequearlo con él, aunque sea para darle charla”.
El fotoperiodista Javier Mamani fue compañero de Martín, como otros, de partidos de fútbol. Allí él más expresivo, explosivo y líder.
“Cuando jugaba nunca se rendía, aunque estuviéramos perdiendo por goleada. Luchaba hasta el final y lo único que decía era que jugamos bien que lo importante no era ganar mientras estemos juntos y nos divirtiéramos”.
Así era el Jefecito. Apreciado y respetado por sus colegas de cobertura de prensa, precisamente por ese arraigo que tenía en el periodismo, participó en los festivales de fotoperiodismo en Bolivia.
Quienes le conocen lamentan su partida y dejan claro que él estará siempre con ellos. Descansa en paz Martín.
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