Empieza a escribirse un nuevo capítulo en la historia de Bolivia. ¿Qué tal si aspiramos a un país donde la pobreza sea cosa del pasado; la ignorancia y el analfabetismo funcional, superados con la buena educación; una mejor calidad de vida, basada en una adecuada alimentación y medicina preventiva; el desempleo atávico y el empleo precario, convertidos en pleno empleo; con oportunidades de progreso absolutamente para todos, y todo ello en un ambiente de legalidad y formalidad?
Es posible hacerlo, muchos países en el mundo están avanzando por la senda del desarrollo combinando políticas sociales con inteligentes políticas públicas que las apuntalan, ya que su sostenibilidad depende de un fuerte respaldo económico.
Todos debiéramos aspirar a forjar un país donde esté garantizada la posibilidad de recibir una moderna educación que prepare a nuestros hijos para lograr una profesión o un oficio que el día de mañana les permita hacer su propia empresa o lograr un trabajo digno y perdurable contemplando todas las prestaciones sociales que la ley manda.
Un país donde prime la libertad y la iniciativa privada, donde no se viva en zozobra y la justicia social esté dada por las oportunidades que el Estado prodigue a todos los ciudadanos. Un país donde la mejor política económica para el empresario sea el dar seguridad jurídica a la inversión, seguridad de mercados para la producción y la seguridad de que las políticas públicas serán las adecuadas para hacer posible lo anterior. Un país donde la mejor política social para el jefe de familia sea garantizarle el acceso a un empleo digno y bien remunerado, en mérito a su alta productividad como mano de obra calificada.
Administrar un país con un frente externo adverso por la recesión y el rebrote del Covid-19, con un frente interno complicado por la recesión de la economía, será difícil. Para superar este contexto, la unidad de todos los bolivianos resulta una condición mínima indispensable.
“Los hermanos sean unidos, porque esa es la ley primera, tengan unión verdadera, en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean, los devoran los de afuera”, dice este pensamiento atribuido a Martín Fierro, que nos viene bien con carácter de advertencia para los difíciles tiempos que nos toca vivir. Si se lo sigue de aquí a unos años podríamos decir: “Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía”. Hagamos bien las cosas para llegar a ser un gran país. De nosotros depende: nos unimos o nos hundimos.
(*) Gary Antonio Rodríguez Álvarez es Economista y Pastor