Todo es efímero, hasta la vida misma. Todo es incierto en nuestro mundo de realidades. Lo único cierto es que algún día nos llegará la hora y dejaremos este plano material, dejando en quienes nos recuerden para bien o para mal nuestro plano espiritual. Reflexión angustiante según el momento y el estado de ánimo que nos toque cuando llegue el instante indefectible que defina si estaremos aquí o allá.
Nuestras “viejas estrellas” del fútbol nos van dejando paulatinamente. Diríamos que de manera gradual aquellos íconos del deporte se van y dejan vacíos inmensos que será difícil, por no decir imposibles de llenar y menos de reemplazar. Ramiro Blacut es una de esas figuras que quedará en el recuerdo imperecedero de quienes amamos el fútbol y que, a través de las décadas, desde jugador, hasta técnico, se identificó plenamente con el fútbol boliviano.
Ramiro Blacut es una de esas personalidades fuertes de nuestro balompié. De lo que me acuerdo de él como jugador, es la recta final de una carrera extraordinaria en los años 60 y principios de los 70 jugando para The Strongest. Lo había visto como jugador de Bolívar en el viejo Hernando Siles más mi memoria, no me da imágenes claras de ese notable jugador boliviano, luciendo la celeste y menos la verde de la Selección Nacional.
Si recuerdo su nombre de manera continua y muy familiar a partir de 1976 en las eliminatorias a la Copa del Mundo para Argentina 78 y una campaña boliviana muy representativa ante Uruguay y Venezuela. El binomio Blacut–Camacho al frente del Cuadro Nacional era difícil de no llamar la atención de los niños seguidores del fútbol en ese momento, mucho más con la algarabía que alcanzó esa generación inolvidable de jugadores y de quienes tenían al mando la dirección técnica.
Y así como son las cosas, tan contradictorias y polémicas con nuestro fútbol ayer y hoy. Las victorias ante Uruguay y Venezuela, no sirvieron de nada, pues, se inventaron una liguilla entre los ganadores de cada grupo a jugarse en una sede definida. La ciudad de Cali en Colombia, recibiría a Brasil, Perú y Bolivia para definir el primer y el segundo lugar de clasificación directa. El tercero tendría el derecho de buscar clasificar mediante un repechaje con un equipo de Europa.
Es así que, en Cali, Bolivia cayó ante Brasil 8 a 0 y ante Perú 5 a 0. Inexplicablemente, la Selección Boliviana debía definir esa clasificación jugando partidos de ida y vuelta frente a Hungría. Los técnicos Blacut y Camacho fueron removidos de sus cargos y la FBF intervenida por el gobierno de entonces, presidido por el general Hugo Banzer Suárez.
En aquellos partidos la Selección Boliviana perdió en Budapest 6 a 0 y en La Paz 3 a 1. Este último cotejo marcó la nueva era del Estadio Hernando Siles, remodelado sobre la vieja estructura en sus tribunas de recta de general y curvas y una nueva infraestructura en la preferencia y zona de palcos y cabinas de prensa.
Ramiro Blacut es esencial en la generación de mis recuerdos personales y vivencia del fútbol en esos momentos de nuestra historia deportiva. En los 80 ya se conoció de su profesionalismo como técnico de fútbol mucho más llamativo, puesto que retornó de Alemania, más capacitado y con ganas de marcar hitos sin precedentes en el fútbol boliviano desde la dirección técnica. Y es que su carrera fue brillante y jamás pasó desapercibida.
Años después, cuando me tocó trabajar en el periodismo deportivo, fui aprendiendo día a día y supe valorar lo nuestro. Es así que me vienen los recuerdos aún mucho más fuertes de un profe Ramiro Blacut emblemático y esencia misma de este deporte en el país. Vaya que fue digno de admirar.
Se ganó el respeto de: jugadores, entrenadores, periodistas, dirigentes y todos aquellos que tuvieron algo que ver con la actividad deportiva en Bolivia. Carácter le sobraba, personalidad envidiable. Capacidad digna de destacar y así creó una línea de trabajo rígida, demandando mucha disciplina y arduo trabajo.
Lamentablemente estamos en Bolivia y muchas veces esos conceptos o estilos de trabajo, no son bien recibidos por los futbolistas y por lo general a la larga o a la corta, las relaciones laborales se ven afectadas entre unos y otros. Entonces el profe Blacut chocó también con problemas, de esos que son infaltables en el fútbol.
Sin embargo, fue indoblegable a su estilo. Dirigió en muchos equipos profesionales de Bolivia y a la Selección Nacional en diferentes gestiones y múltiples campañas internacionales. Por si fuera poco, también dirigió en Ecuador. Su nombre trascendió generaciones como jugador y como técnico. Desde ser el más joven en formar parte de Always Ready viajando por una gira europea de 3 meses, pasando a ser uno de los talentos más representativos de Bolívar y llegar a la selección que nos dio el único título a nivel internacional con el Sudamericano del 63, hasta llegar a ser el primer jugador sudamericano en vestir la camiseta del Bayern Munich y tener como compañeros a inolvidables estrellas del fútbol germano como: Beckenbauer, Müller, Maier, Hoënes; quienes en el 74 se coronarían campeones del mundo en una selección alemana fantástica. Jugó también en Ferrocarril Oeste en la Primera División del Fútbol Argentino. ¡Vaya historia!
“Lo extrañaremos mucho profe Blacut”. “Cuántos recuerdos en el trabajo. Haciéndole entrevistas durante años”. “Gracias por las enseñanzas y por contarnos su vivencia del fútbol”. “Gracias por dejar el legado de su impronta en este deporte tan amado”.
“Cariños y todo el respeto de un país futbolero querido profe Blacut”.
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