Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé. En el quinientos diez, y en el dos mil también. Que, siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos. Contentos y amargaos, valores y dobles.
Pero que el siglo veinte es un despliegue de maldad insolente, ya no hay quién lo niegue. Vivimos revolcaos en un merengue y en el mismo lodo, todos manoseaos.
Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, pretencioso, estafador. Todo es igual, nada es mejor. ¡Lo mismo un burro que un gran profesor! No hay aplazaos, ni escalafón. Los inmorales nos han igualao.
Si uno vive en la impostura, y otro afana en su ambición. Da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos. caradura o polizón.
Qué falta de respeto, qué atropello a la razón. Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón. Mezclao con Stravisky, van Don Bosco y La Mignón, don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín.
Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclao la vida y herida por un sable sin remaches ves llorar La Biblia junto a un calefón.
Siglo veinte cambalache problemático y febril. El que no llora, no mama; y el que no afana, es un gil. Dale nomás, dale que va que allá en el horno se vamo a encontrar. No pienses más, séntate a un lao que a nadie importa si naciste honrao.
Si es lo mismo el que labura noche y día como un buey, que el que vive de las minas, que el que mata, que el que cura o está fuera de la ley.
Hace 90 años, el músico y autor argentino Enrique Santos Discépolo escribió una canción en ritmo de tango, denominándola “Cambalache”. La letra denuncia diversas problemáticas que se vivían en esa época por el mundo, en la llamada “década infame”. Increíblemente, por el contenido de esa composición, “Cambalache” aún mantiene vigencia de manera plena, a 10 años de cumplir un siglo, en otra forma de vivir los días, en otras realidades, en un nuevo siglo y, más aún, en un nuevo milenio ya que sus versos pueden perfectamente aplicarse a todos los países, sus regiones y continentes.
Yo la aplico al fútbol boliviano en este cierre del 2024, hastiado de haber vivido un año tan irregular, turbulento, complicado desde todo punto de vista. La mala organización, los constantes desaciertos dirigenciales, un año lleno de hechos sombríos. La polémica le ganó totalmente a lo hermoso del fútbol como expresión pasional y sentimiento puro de la afición en el país.
Al cerrar el año, vemos hacia atrás y la gestión nos deja un campeonato deficitario: clubes quebrados, jugadores impagos, un torneo de División Profesional depauperado. El campeonato terminó jugando partidos cada 48 y 72 horas, sin tiempo para que los futbolistas puedan realizar trabajos específicos de recuperación. En eso se registraron resultados dudosos de equipos que ya no tenían por qué luchar, pues, su suerte estaba echada sin chance alguna para alcanzar cierta expectativa de competencia.
Tres victorias de la Selección Boliviana ilusionaron a la afición nacional y al parecer obnubilaron a la dirigencia de la Federación Boliviana de Fútbol que determinó paralizar, innecesariamente, muchos días los partidos del torneo profesional, perjudicando el desarrollo del mismo, alargando la programación sin darse cuenta que el calendario era inviable. Así y todo, la porfía pudo más que la razón y se terminó jugando la temporada de manera maratónica, so pretexto de coadyubar con La Verde.
Sin tener algo personal contra el sector y tratando de ser lo más ecuánime posible, puedo decir que uno de los temas más preocupantes del año futbolero en Bolivia fue el de los árbitros. Sin bien nos son todos, un terrible 90% hace que sea un punto que ojalá no pase desapercibido el año 2025. No hubo partido en todo el año que no haya terminado con polémica arbitral, que además del trabajo deplorable, insidió en los resultados, lo que hizo más preocupante aún su trabajo.
Esperamos todos que el tema de los árbitros en el fútbol boliviano no sea un dolor de cabeza irresoluble el 2025. Algo se tiene que hacer para enmendar los errores constantes de esa labor. De lo contrario será otro de los puntos que llame a la suspicacia de los malos entendidos y provoque más controversia a la hora de las evaluaciones.
En el tango “Cambalache”, Discépolo se refiere a varios personajes de su época en la Argentina como Napoleón y San Martín, el líder francés del siglo IIXX y la figura para la concreción y consolidación de la independencia política Argentina, contribuyendo de manera decisiva en los procesos independentistas de Chile y Perú. Uno de los libertadores de Sud América.
En el tango también se refiere a un estafador de origen ucraniano de apellido Stravisky; el sacerdote italiano, fundador de la Congregación Salesiana Don Bosco; un individuo cualquiera apodado Don Chicho y el boxeador italiano Primo Carnera.
Por último, se encuentra La Mignon algunos consideran una referencia a un personaje de Goethe, otros en el lunfardo porteño, a la figura de la amante, a la mujer mantenida. Todo esto solo como referencia.
Un cambalache era un lugar donde se dejaban las cosas que no les servían a las personas, como un calefón viejo, un sable sin remaches, por darle una idea. Otras personas iban a ver si podían efectuar un trueque con otra cosa que le resultara inservible. Cuentan que se veían a través de vidrieras grandes en barrios poco recomendables y de gente irrespetuosa y de los bajos fondos. Detalles de otra época.
Siglo veinte “Cambalache”, problemático y febril. Creo, así como usted que este siglo XXI es más complicado y duro en su diario transitar.
Amigo lector, puede ponerle a su propia creación los nombres contemporáneos que quiera y adaptar la letra de esta canción a su propio criterio; en cualquier lugar, época y tema que le resulte indigno o controversial: Política, deporte, social, marrullero, soez, corrupto, desleal, etc. Verá claramente que, en 90 años, solo los nombres de los personajes han cambiado. Los hechos y las razones persisten y, es más, se han ido acentuando en el tiempo.
“Cambalache” es una de esas canciones adelantadas precisamente a su tiempo o bien adaptables más allá de los tiempos. Aplicable a todo tiempo y lugar. Redundo el concepto de tiempo, porque es el detalle más sobresaliente de esta analogía que comparto con usted.
De todo corazón espero que en 2025 dejemos de sentir el cambalache de la vida, al menos en la realidad del fútbol boliviano. Basta de cosas turbias, ya no quiero saber lo que hay en el lado obscuro de los cambalaches, sabores y sin sabores que perturban mi pasión por el deporte; así como usted debe querer en los otros factores que implican su día a día.
Seguro será difícil, pero al menos es un deseo antes de iniciar un nuevo año. Quiero cantar alegre el tango “Cambalache” como una buena canción, más no vivir la cruda realidad de su letra, menos terminar el año sintiendo en el ambiente una voz tanguera que diga.
“Que es lo mismo el que labura, noche y día como un buey. Que el que vive de las minas, que el que cura, que el que mata, o está fuera de la ley”.
Que así sea.
¡Feliz 2025 amigo lector!
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