Abril 24, 2024 [G]:

Ser y parecer

Arce, como la esposa de Julio César, no quiere que vean ni crean eso, pero indefectiblemente su gobierno empezará contaminado con todo lo que parece


Lunes 2 de Noviembre de 2020, 9:00pm






-

El emperador de Roma, Julio César, se divorció de su esposa Pompeya, después de que circularon rumores sobre algún desliz romántico que nunca pudo probarse. «Mi esposa debe estar por encima de toda sospecha», dijo el monarca, quien inmortalizó la frase: «La esposa de César no solo debe ser honesta, sino parecerlo”, una verdad especialmente significativa en la era de la información y la comunicación, en la que tan importante como la realidad es el discurso, la narrativa y la imagen que se proyecta hacia el exterior.

El MAS ha sido altamente eficiente en construir una imagen que sedujo dentro y fuera del país, que le duró 14 años y que superó numerosas pruebas, incluyendo el fraude cometido en octubre de 2019.  En todo ese tiempo se olvidaron de otorgarle al “proceso de cambio” el sustrato empírico que requiere todo acto de propaganda.

Todos los publicistas saben,  y mucho más los grandes especialistas en marketing (como son los masistas), que al cliente se lo puede estafar una sola vez. Lo sabe Luis Arce Catacora, que no hace más que repetir que su gobierno no será lo mismo, que van a respetar la democracia, que van a dialogar, que no van a perseguir a nadie y que su única responsabilidad será fabricar una nueva bonanza económica como la que vivió el país durante más de una década.

El problema, para el MAS, es que la gente no es tonta y sabe muy bien quién es quién. Sobre todo sabe que, entre el “menos malo”, decidió inclinarse por “lo malo conocido”, voto que tiene un alto nivel condicionante, de ahí la preocupación de Arce, que ha estado tratando de abrir el paraguas, haciendo alusión al año en que el gobierno de transición (con pandemia, inestabilidad y con amenaza de guerra civil encima) arruinó 14 años de maestría y pulcritud financiera.

La decisión de hace unos días, de eliminar los dos tercios como mecanismo de protección de la democracia en el Congreso, puede ser tomada como una suerte de testeo de la sensibilidad popular, que está convencida que Arce es más de lo mismo, que el nuevo presidente será un títere de Evo Morales y que después de la posesión y los juramentos de rigor se viene la “carga de caballería” con sed de venganza.

Arce, como la esposa de Julio César, no quiere que vean ni crean eso, pero indefectiblemente su gobierno empezará contaminado con todo lo que parece. Parece que será autoritario, parece que será corrupto, parece que no será capaz de enfrentar la crisis y parece que se dedicará a manipular las leyes y las instituciones para perpetuarse en el poder. Encima de todo, parece también que la victoria del 18 de octubre ha sido fruto del fraude. 

Arce, al igual que le ocurrió a Pompeya, empieza sentado en el banquillo de los acusados; ni ha comenzado a gobernar y ya está dando explicaciones, sabiendo que esta vez, la paciencia de la ciudadanía no le alcanzará para 14 años, ni mucho menos. Algunos creen que hay que darle el beneficio de la duda, pero esa ventaja ya se la dieron cuando votaron por él hace dos semanas. Ahora no tiene más remedio que demostrar lo que es.

.