¿Cuántas veces ha escuchado Ud. como algo distintivo del “proceso de cambio” que vive Bolivia desde el 2006, aquello de que “somos de la cultura de la vida”?
En momentos en que la Asamblea Legislativa Plurinacional debate la despenalización del aborto, esta proclama del sector indígena-campesino-originario de la cultura de la vida adquiere una enorme trascendencia.
Multitudinarias manifestaciones Pro Vida a través de diferentes plataformas ciudadanas civiles en todo Bolivia se vienen expresando de manera contundente en contra de la posibilidad de que -una vez modificado el Código Penal por encima de la Constitución Política del Estado, las Leyes y Tratados Internacionales sobre la materia- el día de mañana alguien llegue a tener la potestad de poder extinguir la vida de un indefenso niño en el vientre de su madre amparado en diferentes causales.
Frente a tales expresiones que podrían considerarse de sectores tradicionales, se conoció la sorprendente visión del sector indígena que debería ser bien considerada: la Concejal Municipal de La Paz, Beatriz Alvarez, aseveró que el aborto es una práctica del neocolonialismo e instó a que se tenga en cuenta el sentir de las mujeres indígenas, al momento de legislar sobre ello (Urgentebo.com, 25.5.17).
Explicó que desde la visión indígena, el ser humano es considerado tal desde el momento mismo de su concepción, por tanto, no depende del desarrollo fetal o si es un embrión, y el aborto es considerado una afrenta a la vida, pero además, causante de males de orden climatológico -como sequía y granizo- pero también de enfermedades para los que lo realizan: el aborto acarrea una maldición.
Sentenció que las consecuencias del aborto vienen tanto sobre la mujer como el varón y quien lo practica, a través de una enfermedad llamada “Llimphu”, de ahí que “las parteras no se animan a su interrupción. Otra de las consecuencias es que afecta a la economía de la familia”, por lo que en las comunidades, ayllus o markas se castiga drásticamente a quien cometa este delito, explicó Alvarez.
Tal vez esto explique por qué una reciente encuesta de la revista Poder y Placer mostró que EL 76% EN BOLIVIA DICE NO AL ABORTO.
¿Será que más de 150.000 cartas con firmas contra la despenalización del aborto podrán ser ignoradas? ¡Sería un grave error!
Más de 350.000 personas -citadinos, indígenas y campesinos- marcharon en mayo pasado en contra de tal iniciativa. Yo fui una de ellas, porque soy temeroso de Dios.
Respecto a Ud…¿es Pro Vida, también?
(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional