El castrochavismo ha causado tanto daño en 20 años de gobierno que millones de venezolanos parecen haber perdido las esperanzas de vivir bajo un régimen democrático. ¿O solo esperan un milagro?
Un buen sector de la oposición, representada en la Asamblea Nacional, se negó increíblemente a declarar persona no grata al ex presidente español José Luis Rodríguez Zapatero, el incansable adalid oficialista que propugna diálogos, solo para oxigenar al régimen..
Esto significa que esos 43 diputados de poco más de 100, creen que la actual crisis venezolana se resolverá con un entendimiento con el chavismo depredador, sepultando su intención de eliminar de raíz al régimen que ha hundido, social, moral, política y económicamente a Venezuela.
¿Olvidaron que llevaron a las calles a millones de venezolanos en los últimos años con su promesa de derrocar a la dictadura? Centenares de jóvenes murieron, miles fueron detenidos y desde el 2017 millones huyen al exterior.
Hace un año el presidente Donald Trump parecía es listo para ordenar una intervención militar, dado el peligro que representa para la región el régimen aliado a los terroristas del Medio Oriente (hasta mandó en consultas dos veces a su vicepresidente a varios países latinoamericanos en busca de eventual apoyo), pero todo se enfrió.
Los consultados se negaron a avalar una intervención, pero lo que más influyó es que desde el mismo bando opositor se desautorizó la eventualidad. Millones de venezolanos, se sintieron derrotados y empezaron a huir por aire, mar y tierra.
Los que quedan son apabullados por la propaganda oficial al no existir medios independientes. Están siendo acostumbrados a vivir en la mendicidad. Casi desapareció el servicio público y las personas deben trasladarse como animales en camiones, denominados “perreras”.
En los hospitales decenas mueren semanalmente por falta de insumos y medicamentos. Se calcula que 20.000 médicos venezolanos, muchos con alta especialización, huyeron del caos. Ante la brutal escasez el régimen tiene amarrados por el estómago a decenas de miles a los que entrega cajas con alimentos básicos.
La división entre opositores es colosal. A los que quedan casi nadie les presta atención. Están desde lo que creen que intervendrá EE.UU., los que traman acuerdos con el oficialismo, los que creen que el castrochavismo saldrá por elecciones, los que confian en la presión internacional, los que esperan de los militares institucionalistas, etc., etc.
El panorama es desolador. El G2 cubano ha sentado sus cabales convirtiendo a Venezuela en su colonia. Hoy por hoy, medio millar de oficiales institucionalistas están muertos, presos, en la clandestinidad o exiliados. Hay centenares a los que se les mantiene en sus casas, pagándoles sus sueldos, sospechosos de ser eventuales conspiradores.
El gran error de muchos de estos caballeros fue creer que, cuando se graduaron, la república les entregó un micrófono en lugar de un arma para defender la patria. Los esbirros del G2 la tuvieron facilita.
La situación, pues, es gravísima. El pueblo llano está muy intimidado. Hay una profunda decepción ante el liderazgo político que por años le ha engañado haciéndole salir a la calle a arriesgar su pellejo, para luego sentarse a dialogar infructuosamente con la tiranía.
Todo lo que pasa en Venezuela, ocurre desde hace 60 años en Cuba. Una lástima que ese proceso no haya sido estudiado por la oposición venezolana, porque así entendería mejor su tragedia. La tiranía, pese al enorme desprecio internacional, parece afirmarse. ¿O es que va a ocurrir un milagro? Amanecerá y veremos.
(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.
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