La Paz, 5 de mayo (Christian Rojas Villagomez, Urgentebo).- Rolando Villena deja la Defensoría del Pueblo en una semana. El próximo viernes 13 de mayo concluye su gestión de seis años (2.192 días) al mando de la institución defensora de los derechos humanos. Su gestión no fue fácil: tuvo que lidiar con presiones para ejercer el cargo, sobre todo, las del gobierno del presidente Evo Morales, que en un principio lo motivó para asumir el cargo.
Los principios y valores son la base de la disciplina personal del teólogo y obispo de la Iglesia Evangélica Metodista en Bolivia. Nació en Potosí, pero vive en La Paz hace más de 35 años. El expresidente de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia (APDHB) hizo un espacio para recibir al periódico digital Urgentebo, aceptó dialogar sobre el pasado, el presente y su futuro.
¿Qué motivó a Rolando Villena a postular a la Defensoría del Pueblo?
Fui elegido por los movimientos populares, organizaciones sociales, movimientos indígenas que eran parte del trabajo, en sus mejores épocas, de la Asamblea Permanente de los derechos Humanos de Bolivia (APDHB), porque después de la dictadura ellos logran catalizar el retorno a la democracia.
Se trataba de los movimientos populares en el país, representados por la Coordinadora Nacional por el Cambio (Conalcam), que se jugaron y estuvieron dispuestos a consolidar la idea de la democracia, desde la mirada de las comunidades, organizaciones sociales pueblos indígenas todos en el país en su conjunto.
¿Quién le invita a ser Defensor del Pueblo o fue decisión propia?
La propuesta me la hace el señor Presidente (Evo Morales) para que yo fuera Defensor del Pueblo. Era, como en parte digo, la expresión del sentimiento popular. Pero, hay que aclarar, yo no he sido parte de ningún partido político, pero soy un militante convencido en los derechos humanos y son los mismos derechos humanos que me lograron cambiar la vida. Esto me llevó a aceptar esto como los fenómenos históricos de nuestro país, si hablamos de trasformación de cambio.
¿Cuál era la relación con el Presidente esa vez?
Era una relación fraterna. Sabía quién era yo y nunca me ofrecí como un militante, pero sí estuve convencido de las grandes ideas fuertes que llevaron a que este proceso de transformación permita la manera de seguir haciendo política y se marque un antes y un después. Antes de Evo, el Gobierno todavía en la práctica no reconocía a los pueblos indígenas.
No había aparato alguno en el que el indígena se considerara un objeto político. Yo soy invitado para Defensor del Pueblo, lo asumí con mucha honra y humildad, porque sentí que todo lo que el pueblo mi iglesia (metodista) me dio lo debía devolver.
¿Su designación fue política?
Evidentemente, toda decisión en este orden es decisión política; pero claro si no fuera estuviéramos engañándonos. Es política en el sentido de entender como ciencia, en esta teoría que nos sirve para discernir, interpretar y leer la realidad, porque la determinación que tomó el mandatario es política.
Debo destacar que en ningún momento el Presidente ni nadie de los que estaban cercanos a él me pusieron condiciones para que yo fuera Defensor. No me han puesto condiciones, eso siempre lo he valorado y lo valoraré por toda mi vida, porque si me hubiesen puesto condiciones les hubiera dicho están equivocados.
¿Influyó la alianza entre el MSM y el MAS en el Legislativo para su designación?
No creo, porque el MSM nunca acabó de ser más allá de un partido local. Si se hubiera articulado a nivel departamental con proyección nacional, tal vez, pero no creo porque no había una correlación en esa alianza.
¿Cuándo comenzaron las tensiones con el Gobierno?
Las tensiones comenzaron el 2010. Otra cosa es que supe manejar estas tensiones y no las manejé irresponsablemente llevando los temas a los medios de comunicación. Hay muchas cosas de las que he recibido señales, asimilé reuniones como parte de que soy yo: el Defensor del Pueblo, como un funcionario público, pero más que eso, convencido de la importancia de los derechos humanos como doctrina y forma de vida.
Estas tensiones se vieron acrecentando año tras año. Empezó el 2010, el informe Caranavi; el 2011, los luctuosos hechos del policía Olorio; después, el 2011 y 2012, la octava y la novena marcha indígena (en defensa del TIPNIS). Los hechos luctuosos de la inadecuada interpretación de las Fuerzas Armadas que en un proceso de trasformación social contradijeron con la doctrina de los derechos Humanos.
div class="media media-element-container media-default">¿Cómo fueron las presiones?
A través de reuniones. Jamás recibí una llamada de intimidación, ni del aparato del Gobierno (que) no actuó en una suerte de control, una llamada anónima o “cuídate”, pero sí tuvimos reuniones donde me dijeron: Esto está pasando y las cosas vayan por este curso, pero yo les decía: yo tengo un mandato, yo los respeto a ustedes y exijo respeto. A veces en palabras, a veces en actitudes.
De ninguna manera mi intención fue ponerlos en evidencia, ponerlos en ridículo, sino decirles que ellos son importantes como Órgano del Estado y como quien conduce la nave del Estado de un Estado nuevo y desde la Defensoría del Pueblo.
¿El Gobierno tenía la intención de manejar la Defensoría del Pueblo?
Claro, se podría decir, pero no podía decir si estaba en sus planes, pero supongo que esperaban que sea obsecuente, es decir dócil y digan: hemos elegido a Rolando Villena y va a ser relativamente fácil el trabajo.
¿Dónde se realizaban las reuniones?
En los despachos de los ministros y otras en el mismo Palacio. Recuerdo que en esa reunión del 23 de mayo del 2012 fue para hablar del plan estratégico 2012 y 2016 y queríamos encontrar un mecanismo de coordinación. Y, vino la palabra altisonante. Él (Evo Morales) quería recordar que es el único que manda en este país, entonces ahí me di cuenta que estaba haciendo una lectura diferente del poder; pero, como lo diseñó él, no da buenas señales, al contrario son señales que intimidan a la gente que no logran avances en la democracia.
Pero mi intención nunca fue ponerlo en ridículo, porque él es Presidente del Estado, pero se le aclaró que también es el Presidente de todos, porque yo no puedo ser Defensor del Pueblo sólo para quien comulga mis ideas, la doctrina es inclusiva en los derechos humanos.
Incluso en esa reunión se dijo que yo soy del MSM y yo les dije: Ustedes eso tienen que probarme. Van a haber pruebas, me dijeron. Respondí: Si hay, serán pruebas fraudulentas porque jamás firmé, ni me hice sacar fotos con algún partido político, ni les rendí cuentas.
Entonces, ¿hubo advertencias?
Sí, pero ese tipo de advertencias que no estaban basadas en la verdad. O sea, si me hubiesen llamado para cuestionarme por mi trabajo es aceptable, pero no hubo eso.
¿Cuáles son los principales logros de su gestión? ¿En qué situación deja la Defensoría?
Es el haber hecho de una Defensoría del Pueblo una que asuma una conciencia y compromiso por los derechos humanos. Se logró que se manifieste más allá de las ocho horas en quiénes somos parte de esta institución. Buscó desde las representaciones locales, mesas defensoriales, 18 oficinas en el país en las que supieron ponerse la camiseta.
Hemos hecho gestión en la defensa de los derechos humanos, así como aclaré a los cuatro órganos del Estado, las Fuerzas Armadas y la Policía que la Defensoría del Pueblo no recibe órdenes de nadie.
¿Qué obstáculos encontró en seis años de gestión?
Las piedras que se han colocado fueron para que esta institución no concluya con lo que yo y mi gente hemos soñado, pero gracias a Dios está concluyendo más fortalecida.
¿A qué se dedicará después de cumplir con su gestión como Defensor del Pueblo?
Voy a estar abocado a mi iglesia evangélica metodista, mi fe. Mis convicciones las desarrollé en los escenarios de construcción de los derechos humanos. Dejaré la función pública por un tiempo, voy a descansar un poquito y voy a escribir sobre los derechos humanos y otros libros que estén pendientes y que deben salir.