La fabrica de cemento cola Klaukola Potosí fue concebida por su propietario, Félix Ckacka, cuando se encontraba en Argentina, a donde había emigrado para obtener trabajo y donde vivió entre 1996 y 2000. Allí se relacionó con la producción de este tipo de cemento, que combina el portland habitual con arenas de granulometría controlada (sílice), además de reactivos poliméricos y orgánicos (recinas). El resultado es un aditivo que se usa para pegar cerámicas, porcelanatos, pisos de alto tráfico, etc. Actualmente, Ckacka lo produce en el cruce Manquiri del camino Potosí-Sucre para abastecer el mercado local. Su emprendimiento es uno de los 15 finalistas del concurso “Emprender en tiempos de crisis” organizado por la Fundación Samuel Doria Medina Arana.
El emprendedor potosino enfatiza la calidad de su cemento cola, frente a las marcas traídas a Potosí desde otros departamentos del país. A primera vista, producir cemento cola es elemental, pero esta es una percepción falsa. La calidad del resultado, es decir, la capacidad aditiva del cemento, depende de la calidad de la arena que se mezcla en él. “Las ‘arenas de viento’ existen en todas partes. Muchos mezclan el cemento con eso y están engañando. El precio es más bajo, pero las cosas se despegan rápido”, señala el propietario de Klaukola Potosí.
Esta fábrica produce cemento cola de cuatro calidades. La de primera clase, que contiene más reactivos, sirve para los porcelanatos. La de segunda clase se usa para pisos de alto tráfico. La de tercera para los revestimientos de las cocinas y baños, y para los exteriores que requieren impermiabilización. Y la de cuarta clase se usa en los pisos de cerámica. Según Ckacka, sus competidores producen cemento cola de “quinta categoría, que no cumple la norma boliviana del cemento”. Como es obvio, mientras mejor es la calidad de los componentes que acompañan al cemento, más adhesión y más calidad se logran.
El fabricante extrae arena de determinados yacimientos, la seca, tamiza y dosifica según la clase de cemento cola de la que se trate. Para ello se ayuda con algunas mezcladoras automáticas, pero la automatización es difícil porque donde está instalada la fábrica, en la casa donde solían vivir sus abuelos, no es fácil obtener suficiente electricidad.
div class="media media-element-container media-default">La fábrica Klaukola Potosí cuenta con un pequeño camión que se ocupa del transporte del producto a domicilio y a tiendas especializadas. Antes de la pandemia había logrado un mercado más amplio, pero el tiempo del confinamiento, con la obligatoria suspensión de actividades, la alejó de sus clientes. Ahora los está recuperando. Los potosinos pueden contactar a este emprendimiento a través de varias redes sociales.
Si ganara alguno de los principales premios del concurso de la Fundación Doria Medina, Ckacka invertiría el dinero en más automatización. “Hay tantas necesidades –reflexiona–: una polvorizadora, un extractor de aire; el dinero nos serviría como apalancamiento para comprar maquinarias”.
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