Viernes 10 de octubre de 2003. Una tensa calma reina en las villas de El Alto y se intensifican los bloqueos en esta ciudad, lo que agudiza la escasez de combustible en La Paz. El vocero del gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, Mauricio Antezana, calienta el ambiente declarando que la movilización es gestada por sediciosos que buscan un golpe de estado. Así recuerda lo ocurrido hace dos décadas el periodista Julio Mamani.
La madrugada del sábad0 11 de octubre del 2003, el entonces presidente Gonzalo Sánchez de Lozada y su gabinete de ministros firman el decreto 27209, denominado de ‘Emergencia Nacional’, que ordenaba a las Fuerzas Armadas cumplir con la tarea de trasladar combustibles desde El Alto hasta La Paz. La instrucción fue el primer paso para la última semana del mandatario neoliberal, que estaba seguro de que el conflicto iniciado en septiembre podía ser controlado. Días atrás, los hechos del 21 de septiembre en Warisata (el altiplano paceño) habían alentado al movimiento campesino a agudizar el conflicto, mientras en la urbe las protestas se masificaban contra la exportación de gas natural por puertos chilenos. En los recovecos del poder se llegaba a la conclusión de que esta movilización respondía a los cálculos de un grupo de dirigentes, cuando en las calles la gente estallaba de bronca e ira.
“Cualquier daño sobre los bienes y personas que se pudiesen producir como efecto del cumplimiento del objeto del presente decreto supremo, su resarcimiento se encuentra garantizado por el Estado Boliviano”, señala uno de los puntos del mencionado decreto que movilizó a las Fuerzas Armadas para restablecer el orden en El Alto, cuyas avenidas y calles estaban bloqueadas por las juntas vecinales movilizadas.
El Alto estaba sitiado por el movimiento vecinal que paralizó El Alto, según recuerda el periodista y exdirigente Julio Mamani, y que ya había roto el mando de sus dirigentes para protestar por iniciativa propia, mientras los militares empezaban a poner en marcha el operativo para lo que luego fue el Convoy de la Muerte. Ese sábado, los efectivos toman la zona Ballivián.
Mientras tanto, los vecinos de Villa Ingenio y alrededores se organizaron el sábado 11 por la noche, con una distribución similar a la de las comunidades rurales de la provincia paceña de Omasuyos y con la experiencia de organización que tenían los trabajadores de la mina Milluni. Al día siguiente se desencadenaron los hechos en El Alto. “La indignación de los alteños estalló tras la masacre de Villa Ingenio, la gente se autoconvocó y se movilizó. Los dirigentes fueron rebasados. Ahí empezó el final de Sánchez de Lozada”, recuerda el periodista Mamani.
“Si El Allto no se levantaba no pasaba nada. Felipe Quispe estaba en su huelga de hambre en radio San Gabriel y no coordinaba las cosas con los alteños. Todo cambió con la masacre de Villa Ingenio”, afirma Mamani, 20 años después de aquellos sucesos.
¿Qué ocurrió ese domingo 12? Las tropas se movilizaron por los puntos estratégicos de El Alto, entre ellos Río Seco y Villa Ingenio, Senkata, Ballivián. La tarde de ese domingo cayó una granizada, lo que fue aprovechado por los militares para la movilización y en Villa Ingenio decenas de soldados aparecieron por calles disparando a discreción.
Además, la tropa se había instalado en la extranca de Río Seco y en la avenida Juan Pablo II, por la fábcrica PIL para hacer frente a las barricadas que los vecinos levantaron en diferentes puntos. Fue una operación de más de cuatro horas, mientras los militares usaban sus armas de guerra, los vecinos echaban mano de petardos, piedras y algunos cachorros.
“Cinco caimanes del ejército que flanquean el puente de Río Seco, a su paso dejan un tendal de más de 10 muertos y más de 20 heridos, todos por impactos de balas de guerra. La jornada de masacre deja más de 26 muertos en la Masacre de Río Seco”, apunta Mamani.
La tarde de ese domingo corrió la versión de que en ese sector de El Alto un soldado del ejército se negó a disparar a la población. El oficial que estaba al mando de la gasolinera le dio un culatazo y un disparo de gracia. Por eso la gente levantó un altar al soldado rebelde.
”El llanto y desesperación se apoderan de las personas que estaban haciendo reunión, la gente corría por las calles, habían gritos, la balacera no cesaba (… ) El ruido de los disparos continuaban aunque ya un poco lejano, los soldados empezaron a dirigirse hacia el puente de Rio Seco por una de las calles paralelas Gualberto Villaroel y Julián Apaza. Poco después empezaba el drama con muertos y heridos, los vecinos confundidos, atónitos llevamos en (el hospital) PROSALUD, la misma estaba cerrada por la situación que se vivía. Los vecinos en su desesperación ingresan a la fuerza. La mayoría de los vecinos trayendo en frazadas a heridos, moribundos… a uno le faltaba la mitad del cuello, otro tenía el cráneo abierto, otro con el pecho florecido en ese momento de circunstancia no podíamos que hacer. no había acceso para ambulancia ni medicamentos”, señala uno de los documentos de los hechos ocurridos por el sector.
Durante las movilizaciones de octubre de 2003 en el contexto de la Guerra del gas, murieron 15 vecinos de Villa Ingenio porque la movilización se basó en la autoorganización y compromiso social. El periodista Julio Mamani recuerda que los vecinos se movilizaron ya sin considerar a las dirigencias, debido a la sospecha de que podrían estar negociando salidas.
“Villa Ingenio era un polvorín. La gente se autoconvocó, porque este barrio está conformado por extrabajadores de la mina Milluni y por campesinos de Achacachi. Acá estaban los más guerreros”, recuerda Mamani.
EL JURAMENTO QUE AUN NO SE CUMPLE
Julio Mamani recuerda que el conflicto tomó otro rumbo cuando se movilizaron los vecinos alteños. “La indignación de todos los alteños se hizo notar a partir de la Masacre de Villa Ingenio”, precisa. “Los dirigentes fueron rebasados, pero ahora aparecen como héroes. Tras la Masacre de Villa Ingenio, los vecinos que pedían la renuncia del exministro Carlos Sánchez Berzaín demandan la renuncia de Goni”, señala.
Otro hecho que destaca Julio Mamani es que durante el velatorio común de los 15 cuerpos, los familiares y vecinos de Villa Ingenio hacen un juramento de sangre: Que Sánchez Berzaín y Sánchez de Lozada purguen sus penas en Chonchocoro. Es algo que no se ha cumplido 20 años después de aquella matanza.
El decreto firmado por Sánchez de Lozada y sus ministros la madrugada del 11 tuvo un efecto adverso para su gobierno. El lunes 13 de octubre, “tras arrinconar a los militares y sus tanques, más de 100 mil alteños que rebasaron a sus dirigentes, marchan a la ciudad de La Paz exigiendo la renuncia de Sánchez de Lozada. El gobierno emite un decreto en el que establece que no se venderá gas natural al exterior hasta que no se consulte a la población, la suerte estaba echada era el fin del mayor símbolo del neoliberalismo. Goni se aferra al poder: ‘No voy a renunciar’”. Cuatro días después, el líder neoliberal renunció y fugó a Estados Unidos.
///