20 de abril (Jacqueline Maydana, Urgente.bo).- 3 de marzo, época de Carnaval en Bolivia. El creador de contenidos para redes sociales Alejandro Pinedo se dirige a los bolivianos con la voz apagada y con evidente tristeza: “Perdón Bolivia”. Y es que en febrero fue duramente criticado por asistir a la fiesta de la Candelaria en Puno, Perú, donde se baila danzas bolivianas, incluso, le prohibieron participar del Carnaval de Oruro. Tras el episodio, la rivalidad que hay entre ambas naciones aumentó de nivel. Mientras los bolivianos acusaban a “Ale” de promover el plagio, los peruanos aseguraron que las danzas de la festividad son auténticas del Perú. La controversia gira en torno al origen de la morenada, diablada, caporal y llamerada.
Este episodio de disputa no es reciente, pero este año, se ha generado una batalla campal en redes sociales, entre bolivianos y peruanos sobre las danzas del Carnaval de Oruro, declarado Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por la Unesco; y la Festividad de la Virgen de la Candelaria, reconocido como patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Incluso, en Perú se ha quemado la bandera de Bolivia.
“Es el mundo que dice que la cuna y capital del folclore de América es Puno, Perú. Candelaria para todo el mundo. Los esperamos, saludos bolivianos que gustan del folclore peruano”, dice el comentario de un ciudadano peruano en las redes sociales.
“Actualmente, Puno, capital del plagio, sigue usando vestuario, música y danzas de Bolivia, claro ejemplo la diablada original de Bolivia que es admirada en Tacna Perú y Puno como siempre robando todo a su paso”, le responde un boliviano.
La rivalidad no solo se limita al folclore; se extiende al origen de los platos típicos, como el charquecán, la trucha frita, el anticucho, el fricasé, el chairo, el thimpu; y hasta lugares turísticos y el fútbol, temas por los que gente de ambos países defienden sus posturas y hasta llegan a los insultos.
Napoleón Gómez, presidente de la Organización Boliviana de Defensa del Folclore (OBDEFO), asegura que los pioneros del plagio en Perú son las élites, conformadas por comerciantes, que, inicialmente llevaron trajes de Bolivia a Perú, luego músicos, y después, armaron sus fraternidades y grupos. Incluso, crearon la Asociación Folclórica Regional de Puno.
Gómez asegura que estas élites buscan hacer creer a las nuevas generaciones de peruanos que la morenada, la diablada y el caporal son de origen puneño. Para él, se trata de una estrategia, pues a través del folclore, en Puno pueden dar ingresos económicos a su pueblo, apoyados por el Estado peruano, a través del Ministerio de Cultura de la República del Perú. “Las inversiones son millonarias”, asegura.
No obstante, menciona que no todos los peruanos han tratado de plagiar y apropiarse de la cultura boliviana. Expone que algunos dirigentes e historiadores afirmaron y reconocieron el origen de las danzas, aunque prefieren callar por las represalias.
La historiadora Sayuri Loza menciona que la rivalidad es notable especialmente entre la gente del altiplano boliviano y los “serranos” de Perú, por la cercanía y los lazos que los unen.
“No todos los peruanos reclaman el derecho a la autoría de las danzas típicas, sino justamente esta región de la sierra, los serranos, porque nos peleamos con Puno, con Juliaca. Eso también tiene que ver el movimiento económico. A los limeños no les molesta que nosotros tengamos las danzas, pero a la región andina del Perú sí, porque ellos tienen un movimiento económico turístico, gastronómico, con el que se han querido plantar por muchos años y que es perjudicado precisamente por nuestra cultura”, indica la historiadora.
Historia de la rivalidad
La historiadora Loza explica que Bolivia y Perú han nacido de un solo territorio. Pero Bolivia decidió separarse y volverse independiente. Ella compara este hecho con un divorcio, donde se dividen bienes y queda una especie de resentimiento, ese que en este caso es por costumbres, danzas y demás.
“Esa división que hubo, esa creación de los gobiernos indígenas en la independencia, nos ha dejado una herida abierta que manejamos hasta el día de hoy, y que no se ha atenuado ni con los 200 años ni con la guerra que hemos peleado juntos contra Chile, ni porque tenemos población aymara y quechua con tradiciones similares”, expone Loza.
En esa línea, la historiadora menciona que los peruanos se sienten dolidos con los bolivianos por la separación, y se complica aún más porque los bolivianos son sensibles ya que, Bolivia, al ser pequeño y atrasado no desea que se le quite el origen de las danzas, una herencia que los enorgullece.
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