Una de las tareas complejas de teóricos y políticos es plantear acciones prácticas y eficientes para lograr la integración del Estado Plurinacional, no solamente con normas que pocos conocen y nadie respeta.
Esta historia, a cuyo protagonista perdí de vista hace años, devela caminos insospechados de la cultura y el arte para intentar una integración estatal sin traumas, gestiones que continúan hasta ahora, demostrando una efectividad notable, pero lamentablemente efímera.
Así, al empezar la década de los años setenta, cuando fungía de director del Museo Nacional de Arte el Arq.Alejandro Guardia, existía el prurito de integrar a través de acciones culturales al oriente con el occidente. Para ello se trasladaría por la vieja carretera, parte importante de la colección de obras originales del acervo patrimonial: Melchor Pérez de Holguín, Miguel Berrio, el Maestro de Calamarca, entre otros maestros del arte colonial del siglo XVII.
En este proyecto también estaba incorporada la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) con un programa exquisito de música clásica europea. Varios camiones fueron cargados con obras y los instrumentos de le OSN y en un bus, los músicos rumbo a Santa Cruz. Debido al celo por la valiosa carga, el director del Museo viajó junto a su colaborador Carlos Orozco, encabezando la caravana.
Al llegar al primer poblado, confundieron al señor Orozco con un transportista de nombre Eliseo, muy popular por sus aventuras amorosas y su camión que viajaba de occidente a Oriente, bautizado como “El aventurero amoroso”. En este lugar le esperaba una esposa con sus hijos, pero el problema no pasó a mayores porque el señor Orozco aclaró que él no era Eliseo y que su parecido físico era casual.
Sin embargo, a medida que avanzaba la caravana y descansaban en los poblados intermedios, la constante aparición de esposas e hijos de Eliseo, empezaron a poner en riesgo la integridad física de Sr. Orozco, aunque trataba de mediar el director Guardia, aclarando que no era el tal Eliseo. La caravana de pronto se vio impedida de avanzar por un bloqueo campesino en Epizana. Muchos campesinos también confundieron con Eliseo al Sr. Orozco, entonces el director le ordenó que aprovechara la confusión para solicitar a los bloqueadores, en su mayoría quechuas, que dejaran pasar a la caravana cultural hacia su destino.
El Sr. Orozco, munido de su quechua paceño, entabló las negociaciones explicando la tarea. Luego de una gran asamblea en el lugar del bloqueo, los líderes indígenas aprobaron la tregua con la condición que la Orquesta Sinfónica tocara para los bloqueadores unas cuequitas, huayñitos, taquiraris, morenadas y luego podrían pasar. Con las pinturas no se hicieron problemas: -Eso hay harto en las iglesias, arguyeron. No recuerdo si en el relato, estaba como director Vartañan, lo cierto es que los músicos se miraron confundidos y exclamaron: -¡No sabemos porque nunca hemos ensayado nuestra música con estos instrumentos!
Orozco fue con la noticia ante los bloqueadores a explicar el problema.
Un dirigente envió una delegación a verificar el contenido del camión de instrumentos e informaron a sus jefes.Los músicos, acompañados de su director, intentaron convencer a los bloqueadores sobre la imposibilidad de acceder a su pedido y el jefe les respondió: ¡Toquen en sus guitarras grandes que tienen en ese camión!
Ante la disyuntiva, solicitaron a los bloqueadores que consiguieran charangos y guitarras para interpretar música boliviana y que esas guitarras grandes eran chelos y contrabajos y no eran adecuados para esa tarea musical.
Finalmente, algunos maestros que trabajaban en orquestas populares satisficieron la demanda musical ante la algarabía de la población. La caravana pasó al siguiente poblado, ya cercana a la ciudad oriental, pensando que las dificultades habían concluido; pero y allí estaba esperando a Eliseo un padre y unos hermanos furibundos que acompañaban a una adolescente que exhibía su monumental embarazo.
Orozco, aterrorizado, pidió al director que intercediera por él, toda vez que en el bloqueo su situación había sido comprometida peligrosamente con la identidad de Eliseo.
Los músicos descargaron sus instrumentos, los afinaron, colocaron atriles y los vecinos buscaban a Eliseo. Mientras sonaban los acordes del Himno Nacional, los vecinos y los ofendidos la cantaban, mientras Orozco se escabullía silenciosamente. Desde entonces, varios maestros han realizado arreglos de música boliviana para la OSN.
///