Enero 07, 2025 -H-

Salvando a James Bond de la reasignación de género


Lunes 6 de Enero de 2025, 1:30pm






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“Las campanas doblan por James Bond”, advierte el historiador Robert Spencer, en exquisita referencia a una novela de Ernest Hemingway y al aforismo del filósofo John Donne, sugiriendo que el afán de la revolución cultural globalista de desaparecer al espía de la Guerra Fría creado por Ian Flemming es un atentado contra la cultura occidental misma.

Spencer teme que el legado del mítico espía del M16 – su marca, su identidad y su credo – no sobreviva a la adquisición de la casa cinematográfica Metro-Goldwyn-Mayer por el pantagruélico conglomerado de ventas en línea y entretenimiento Amazon.

En diciembre 2024 Fox News reveló “tensas conversaciones” entre la productora de Bond, Barbara Broccoli y ejecutivos de Amazon pues la compañía del billonario Jeff Bezos, también dueño del Washington Post y la red social Twitch, es acusada de pretender practicar una irreversible cirugía anti-patriarcal en el hipermasculino branding de 007.

Según Fox, durante la reunión llamada para discutir el destino de Bond, un ejecutivo de Amazon puso al espía bajo la línea de fuego: “Debo ser honesto, no creo que James Bond sea un héroe”. La opinión fue replicada con cáustica ironía por Spencer: “¿Cómo podría serlo? Piense en todas las formas en que Bond no luce heroico a ojos de cualquier izquierdista doctrinario, sombrío y sin humor”.

“Bond, en todas sus encarnaciones, de Sean Connery a Daniel Craig, ha sido blanco (caucásico). Y ese es el menor de sus pecados”, ironizó.

Para Spencer, más allá de las objeciones crónicas del feminismo a las actitudes misóginas de sus adaptaciones fílmicas, lo que irrita de Bond a Amazon son su etnicidad, su heterosexualidad y su indeleble afiliación laboral a un gobierno británico que la izquierda globalista considera epítome de imperialismo. “…trabaja para una monarquía con una larga historia de colonialismo en lugar de luchar en nombre de las etnicidades oprimidas del mundo”.

Lo peor – añade el historiador, “Bond es decididamente no gay. No condona descuidar el estado físico como ‘positividad de la apariencia’. No es trans, y pese a su marcado interés en las mujeres, claramente no tiene interés en convertirse en una. Es lo opuesto de la víctima quejumbrosa; un pícaro alegre que no toma nada muy en serio, pero siempre triunfa. Bebe alcohol, sin temor a ser un día una carga para el sistema de salud pública”.

“Para horror de los izquierdistas, no vive de la asistencia del gobierno. Así, no es de extrañar que las, los o “les” ejecutivos de Amazon deseen a Bond muerto o irreconociblemente Woke”, añade Spencer.

Amazon quiere además que Bond luche contra villanos basados en personajes que la izquierda odia y teme en la vida real. “Si los ejecutivos Woke se salen con la suya, 007 terminará luchando contra Elon Musk e, inevitablemente, contra el “malvado” Hombre Naranja (léase Donald Trump). “Eso es lo que hacen los totalitarios – reflexiona Spencer – lo politizan todo y se han propuesto no permitir que Bond escape de sus garras.”

Ciertamente, hoy las campanas tañen por James Bond. Pero Bond es un producto literario de la cultura occidental, una narrativa que recoge la economía de los valores y antivalores de una época que pretende ser borrada junto con la jornada del espía, con todos sus exquisitos y humanos claroscuros, a título de doctrinas misándricas y anti-patriarcales que proscriben cualquier atisbo de virilidad cual “masculinidad tóxica”.

“Así que esas campanas que doblan por Bond también doblan por ti y por cada uno de nosotros”, probablemente nos diría John Donne, llamándonos a entender que de evitar que el próximo asexuado Stavro Blofeld de Amazon emascule, veje y trasvista a Bond depende la integridad de nuestra memoria e identidad como sociedad.

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