Como en todo 2 de agosto, los periodistas y analistas, historiadores, antropólogos se ocuparán del indio en su forma de productor, revolucionario sí; pero productor al fin y al cabo.
La naturaleza de sujeto histórico de la revolución (García Linera dixit) no transformó la condición de productor de alimentos, sino que le permitió dar un salto cualitativo tanto en las formas de producción como en la seguridad económica de esa producción.
Somos un país que tiene modelos de exportación con el seguro agrícola: el programa mi agua en su fase IV, los silos o contenedores de alimentos, legislación proteccionista del productor agrario y de la economía que de ella se deriva.
La educación en el área rural ha mejorado sustancialmente, los colegios tienen infraestructura impensable hace diez años, las carreteras se han ampliado en su cobertura, la construcción civil en salud y deportes ha marcado records inmejorables en la región andina.
Hoy se puede ver, solo en la carretera Oruro - La Paz, colegios modernos con internet, hospitales novísimos, coliseos amplios y con canchas de césped sintético, uno viaja a Llallagua y encuentra el mismo desarrollo, o yendo al Chapare, o en Cobija y las zonas rurales; Tarija ni qué decir.
El área rural, donde se produce todo lo que se come en las ciudades, ha cambiado y mucho. Nadie en su sano juicio puede decir lo contrario sin faltar a la verdad, salvo aquellos que están dentro de zonas que como el Tipnis tienen mucho que recorrer y rápido, que afortunadamente son muy pocas en el país.
Hoy Bolivia en su mundo productor de alimentos, ya no es la del siglo XX, donde el campo mantenía a la ciudad, con productos por debajo de su costo real, sin ganancia salvo para el día a día, con un índice de extrema pobreza extendida a lo largo y ancho del país y permanentemente acosada por el terrateniente, incluidos los esclavos guaraníes de los cuales nadie se acuerda hoy día, porque Evo hizo que la esclavitud se erradique de modo acelerado.
Sí, el campo mantenía a la ciudad, eso lo sabían nuestros padres y lo sabían mucho mejor nuestros abuelos, que vieron la revolución del 52 morir a poco de haber nacido, fue una revolución traicionada.
Pero la historia traiciona mucho más a la memoria, pues pocos reconocen que años previos al 52 toda el área rural de Bolivia había iniciado una serie larga de levantamientos indios y campesinos, donde el ulular de los pututos y el japapeo anunciaban el fin de un modelo de gobierno.
El mnrismo extendió por todo el país la campesinización y sindicalización del agro, pero no hizo nada para superar la vieja manía de que el campesino produzca para la ciudad en calidad de pongo productor.
La dictadura banzerista nos enseño que los indios levantiscos son considerados enemigos de la seguridad nacional y por tanto su eliminación física es justificable, en son de la protección del Estado y los intereses del imperialismo
El neoliberalismo nos hizo ver -con crudeza propia del capital-, que los campesinos no cuentan salvo para exquisitos estudios antropológicos y etnohistóricos, palabras bonitas cargadas de multi y pluri, pero que eran ejercicios verbales que juegan el rol de vidrios de colores con los cuales Colón engañaba a los antiguos habitantes de estas tierras. Eran tiempos del "buen salvaje en tiempos de globalización" indios arqueológicamente estudiados y sociológicamente minimizados.
cuando el indio salía a la carretera, no valían las palabras bonitas sino las balas del ejército y el pecho desnudo de los campesinos en Achacachi, Chapare, Challapata o Capasirca.
Eran los tiempos donde el buen salvaje de pronto se convertía en enemigo del Estado, por tanto su eliminación no era un problema sino una solución, el Derecho Penal del Enemigo tocó nuestras puertas y se hizo de sangre campesina e indígena.
El 2003 corto en seco esa vieja historia de masacres, aunque tuvo que pagar un costo demasiado alto, Alto Pata Marka fue el escenario donde el neoliberalismo hizo sentir todo su odio hacia el indio, el carácter genocida de un ejército señorial salió a flote y la bala se hizo dueña de la ciudad más joven del país, una ciudad que de pronto quebró los cimientos señoriales de una vieja república y abrió las puertas de un nuevo país uno que es Plurinacional donde todos entramos en la foto, no falta nadie, somos Patria Liberada
Este 2 de agosto no solo es para recordar sino también para soñar, seguir haciendo revolución, aunque el FONDIOC sea el pretexto inútil de una casta señorial que lame sus heridas soñando con un retorno cada vez más lejano.