La Paz, 31 de mayo (Infobae).- La familia estaba desesperada. Parados en el borde de la ventana, a centímetros del precipicio, sin saber qué hacer, faltaban segundos para que el fuego y el humo tóxico los mataran.
"El humo estaba por todas partes, no teníamos forma de salir y ya no podíamos respirar", contó Elena.
Abajo se había reunido una multitud de personas muy valientes, convencidas de que podían salvarlos. Les gritaban que salten, que ellos los atraparían.
“Cuando nos asomamos por el balcón -continuó la mujer-, mi marido dijo: 'Tenemos que saltar, no hay otra manera de que nos salvemos'”.