“El problema principal son los burros, cuando gobierna un burro, cuando dirige una empresa un burro, ese es el problema que es irresoluble”. Tremenda aseveración, dicha -no por un “vende ambaibas” o un ignorante- ni por alguien de baja condición. Lo dijo, nada más ni nada menos que el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, en su discurso sobre la paz social y la democracia en América Latina, organizada por la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura de Panamá, añadiendo que “el mayor problema para las democracias latinoamericanas es cuando “gobierna un burro”, porque eso genera “incapacidad” para gobernar (…) incapacidad productiva, incapacidades en el funcionamiento de las instituciones y genera incapacidad en la gestión de gobierno” (“Para Almagro, el principal problema son los burros”, EL DEBER, 19.02.2020).
En primer lugar, quiero aclarar que no tengo absolutamente nada en contra de los burros, aquellos animalitos que son parte de la creación de Dios; esos jumentos que sirven al hombre para transportarse donde no hay vehículos; aquellos pollinos que llevan carga principalmente en el campo; esas bestias que ayudan en su faena agrícola a los productores. Nada tengo contra tales cuadrúpedos porque parecen haber nacido para ello, y cumplir con tales menesteres está bien. Así las cosas, nada tengo contra tan noble animal.
Ahora, si los burros son buenitos ¿por qué razón, motivo o circunstancia se les dice así a las personas queriéndolas ofender? Porque, si de insultar se trata, cuando alguien no hace bien las cosas, se le grita a voz en cuello: ¡Burro! ¡Eres un burro! ¡No seas burro! ¿Verdad? ¿Acaso en los colegios no se les ponía “orejas de burro” a los alumnos menos aventajados?
Para la Real Academia Española, el término “burro” no solo atañe al animal sino también a una persona bruta e incivil -esto es- necia, incapaz, torpe, falta de civilidad o cultura, sin urbanidad ni conocimiento para un juicio crítico. Seguro Almagro quiso decir esto último, antes que desear ofender a los pobres burros cuyo trabajo simple y duro merece nuestra consideración, aunque de los asnos se diga que son testarudos y obstinados, aunque los hay también mansos, como aquel pollino sobre el cual entró triunfante Jesús a Jerusalén, hace 1987 años.
El 20 de marzo de 2020 habrá elecciones en la OEA donde Almagro busca ser reelegido. Si algunos gobernantes deciden no votar por él a raíz de tal declaración, no faltará quien diga que lo dicho por Almagro no fue -sino- una burrada…
(*) Economista y Pastor
Santa Cruz, 26 de febrero de 2020