26 de septiembre (Urgente.bo).- “Al principio fue difícil”, explica Jorge Gutiérrez, un paciente renal que vive con la enfermedad ya 12 años. Muchos de los pacientes que tienen esta enfermedad al principio son reacios a someterse al tratamiento de diálisis, porque imaginan jornadas agotadoras.
“Mi diario vivir cambio bastante, yo era gustoso, me gustaba comer, pero tengo una mentalidad fuerte y me acostumbré a la nueva dieta. (…) Yo cumplo todo lo que me dicen, todo lo que la doctora me indica, lo cumplo”, asegura Julio, otro paciente con la enfermedad renal que está por llegar a los 5 años con ese tratamiento.
El Hospital Obrero los días lunes, miércoles y viernes recibe aproximadamente 20 pacientes en el área de diálisis. Un turno en la mañana y el otro por la tarde, los pacientes permanecen en el nosocomio por cuatro horas.
Este proceso semanal para muchos de los enfermos renales es desgastante, ya que se someten a la sala de diálisis para pasar por el proceso artificial mediante el cual se extraen los productos de desecho y el exceso de agua del organismo tras tener problemas con sus riñones.
Dentro de la sala las enfermeras son las que controlan que todo marche en orden porque en ocasiones hay pacientes que en el proceso se indisponen y presentan problemas, eso se debe a que cometieron alguna imprudencia en la alimentación.
Varios de los enfermos renales se ven cansados, con una mirada perdida y desanimados, pero también están los pacientes que tratan de no enfocarse en la enfermedad y la llevan con calma. Entre jóvenes, adultos; mujeres y hombres semana tras semana dan batalla a la enfermedad renal.
Los pacientes que llevan años realizando el tratamiento recomiendan a los que están por iniciar esta travesía tener paciencia, ya que su vida está en sus manos. “Lo primordial es no estar desanimados, que traten de hacer su vida normal”, dijo Gutiérrez.
“Hay falta de donantes”
En el país no hay el hábito de donar, los médicos quedan frustrados al recibir respuestas negativas de familias que tienen la posibilidad de salvar vidas, pero deciden no hacerlo. “Podría ser frustrante para el equipo ver eso que se repita y se repita”, dijo el jefe de Servicio de Nefrología del Hospital Obrero, Abel Lucero Ruiz.
“Donantes en aquellos fallecidos, gente que por alguna razón ha tenido una muerte cerebral, pero que es joven, que todos los organismos están funcionando bien y que podrían donar, no solamente la córnea, el riñón, la medula ósea, hígado, páncreas, pulmón, corazón, pero acá las familias nos decían, ‘él tiene que enterrarse con todos sus órganos’”, detalló Lucero.
Por otro lado, los posibles donantes de riñón no lo hacen por miedo y desconocimiento. “’Si dono un riñón y estoy con vida, voy a morirme’, no es así, esa falta de conciencia social”, añadió.
“El trasplante de riñón tiene que ir de la mano de los dos lados, del donante y de la gente podría donar. El crecimiento está limitado, no existe conciencia en la gente de que podría donar el riñón sabiendo que podría ayudar a alguien”, lamentó el galeno.
Lo primero que realizaría el personal médico es buscar un posible donador dentro del entorno familiar del enfermo renal y realizar los estudios suficientes para confirmar que sean compatibles “regularmente lo es, pero avances no”.
Un paciente con enfermedad renal que haya recibió un trasplante exitoso, le puede permitir vivir casi como vivía antes de tener una enfermedad renal.
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