La tecnología de las impresoras 3D, que “imprime” piezas de plástico con una precisión milimétrica, se ha difundido tanto que esto ha abierto espacio para un emprendimiento cruceño-paceño, CREO Prótesis, dirigido por Ronald López y Antonio Riveros. El primero lo describe como “el Uber de la prótesis”, una plataforma que permite conectar a los pacientes que requieren prótesis superiores (brazos y manos) con los “makers” (hacedores) de estos sustitutos plásticos.
¿Algo así tiene un sentido comercial o se trata de una actividad ultra especializada? En Bolivia existen 86.000 personas con amputaciones de brazos y manos. En América Latina, los clientes potenciales son 4,5 millones. De acuerdo a los estudios de mercado, solo el 10% de ellos compra prótesis. Una de las razones de su reticencia es que deben trasladarse hacia los centros urbanos desde puntos alejados o incluso viajar a otros países. Esto limita el acceso a esta tecnología capaz de cambiar las vidas de quienes sufrieron un accidente o acarrean una mala formación congénita.
CREO Prótesis es un plataforma que permite que las personas que necesitan una prótesis la obtengan a un costo de 300 dólares, que cubre, en tercios, el material (un plástico especial, biodegradable), los honorarios del dueño de la impresora digital y, finalmente, los emolumentos de la plataforma, que se ocupa de diseñar la prótesis de acuerdo a las medidas y necesidades de cada cliente. El proceso tiene las siguientes fases: primero, se da un contacto entre el cliente y la plataforma de CREO Prótesis. Este cliente puede estar en Bolivia o en otros países latinoamericanos. A continuación, la plataforma alerta a un “maker” cercano del que tenga noticia, este se contacta con el cliente, le toma medidas, saca fotografías y las envía a la plataforma CREO que, con esta información, realiza los cálculos necesarios (fotogrametría) y produce un archivo digital que luego envía al “maker” o fabricante, para que este alimente con él su impresora 3D y produzca la prótesis. Al final del ciclo productivo, esta se entrega al cliente.
La idea de este negocio surgió del contacto, en una reunión de emprendedores, entre el paceño Antonio Riveros, ingeniero electromecánico, y el cruceño Ronald López, ingeniero informático. Riveros ya estaba en el mundo de las prótesis, era un “maker” y tenía impresoras 3D. López aportó con la idea de la plataforma digital para poder realizar los procesos a distancia. Una primera experiencia de la plataforma se dio en Potosí y resultó un éxito. Luego tuvo más clientes bolivianos y de distintos países latinoamericanos. La clave de su trabajo es su precisión en el diseño de las prótesis, ya que cada caso, o cada cliente, es único. La información digital que CREO produce convierte la impresión misma en una función mecánica.
Las prótesis de brazos y manos no solo permiten al usuario mejorar su apariencia y enfrentar las enfermedades mentales asociadas a la pérdida de estos miembros, sino que incluso tienen cierta propiedad de agarre de la mano, la cual se activa con los movimientos del hombro.
Si estos sofisticados emprendedores obtuvieran el premio principal de la Fundación Doria Medina, lo emplearían de la siguiente manera: 50% en márquetin en Latinoamérica, 30% en capital operativo y 20% en investigación (para mejorar sus capacidades técnicas). Creo Prótesis puede encontrarse en todas las redes sociales.
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