México, 05 de noviembre (La Información).- Todo transcurrió en cuestión de segundos, pero quedará para siempre en las retinas de más de medio centenar de testigos que sintieron la muerte de cerca, respirándoles en la nuca. El pasado lunes un autobús de línea abarrotado de pasajeros fue el epicentro de una masacre sorprendente en México. El suceso tuvo lugar en plena madrugada, cuando el vehículo se dirigía desde el municipio de San Mateo Atenco a la capital del país.
En el trayecto, de poco más de 60 kilómetros, y por una carretera bastante segura y que suele tener mucho tráfico, el autobús se detuvo en la parada del pueblo San Pedro Tultepec. Cuatro asaltantes subieron y sorprendieron a los pasajeros. La mayoría se encontraba durmiendo cuando escucharon la clásica advertencia de los ladrones en situaciones como ésta: “Esto es un atraco”, dijo uno de ellos. A partir de allí, lo que siguió a continuación fue una ráfaga de gritos, alaridos y disparos.
El líder de los delincuentes colocó una pistola en la sien del conductor. Sus cómplices comenzaron a arrebatar los móviles, las carteras y otros objetos de valor de las personas. Lo que no sabían es que alguien sentado en el fondo del autobús iba a decidir hacer justicia por mano propia.
Mientras tanto, tres kilómetros más adelante, otro grupo de maleantes esperaban a sus compañeros a un costado de la ruta. El autobús empezó a aminorar la velocidad cuando se acercaban a ese punto, por orden de los delincuentes, que pensaban escapar con los otros. Fue entonces cuando un sujeto del fondo sacó su pistola, un arma PGJEM, de tipo policial. Cuando los ladrones se disponían a descender por la puerta delantera, el enigmático pasajero los acribilló a tiros.
Apuntó con increíble precisión, se mantuvo en absoluto silencio y fue rápido, furioso y letal. Apretó cuatro veces el gatillo de su pistola y no falló en ninguno de los impactos. Cada bala se incrustó en un asaltante. El cabecilla murió casi en el acto. Sus compañeros, malheridos, intentaron bajarse del vehículo. Pero su ejecutor caminó decidido hacia donde estaban. Cuando los otros tres cacos ya se encontraban en el exterior, los remató uno por uno.
Después, con increíble frialdad, cogió las mochilas donde los asaltantes habían guardado las pertenencias de la gente, regresó al coche y devolvió uno a uno cada objeto de valor y dinero. Acto seguido pidió al resto de pasajeros que no delataran a nadie sus rasgos físicos y después decidió perderse en pleno monte, en el parque natural conocido como “la Marquesa”.
Desde hace una semana, el caso conmueve a los mexicanos. Nada se sabe de ese hombre al que muchos de los pasajeros han comenzado a denominar “ángel”. En la prensa ya tiene varios motes: “el justiciero” o el “exterminador” son los más repetidos. ¿Quién es realmente? ¿Se trata de un hombre vinculado al Ejército o con un pasado en las fuerzas de seguridad mexicanas? ¿Podría pertenecer a algún cártel violento de la droga o se dedica a ganarse la vida como implacable sicario?
Por ah
ra, las preguntas se reproducen y florecen como las setas en otoño. Aunque los investigadores van acumulando elementos e indicios en la investigación. Que haya utilizado una pistola de las características que tienen las armas de la Policía es una de ellas.El procurador Alejandro Jaime Gómez Sánchez acaba de manifestar que esa pistola es la que se utiliza en las corporaciones de seguridad pública. “Podríamos pensar que puede tratarse de algún miembro de alguna institución de seguridad pública. O tal vez no”, ha manifestado con expresión desorientada.
La Justicia ha exigido al resto de pasajeros del autobús que colaboren con la investigación y den pistas sobre el hombre que disparó brutalmente contra los delincuentes. Insta a la ciudadanía a apegarse a la Ley y desoír aquella súplica del múltiple asesino quien, antes de bajar del autobús, advirtió de que nadie aporte datos sobre su persona.
Sin embargo, hasta ahora ninguno de ellos quiere soltar prenda sobre ese enigmático sujeto. Esta postura colectiva ha llevado a la Procuraduría mexicana ha emitir comunicados públicos: “Nuevamente hago un llamado a la ciudadanía. En términos de la Constitución todo ciudadano está facultado para llevar a cabo una detención en flagrancia, siempre y cuando no esté en riesgo el mismo ciudadano o terceros”, ha explicado en tono didáctico Gómez Sánchez.
Por ahora, no hay nada más. Solo las identidades de los cuatro muertos: Víctor Martínez Gómez, Arturo Hernández, Jorge Arturo García López y Gustavo Gil García. Eran primos y se especializaban en robos. Ya habían cometido una treintena de asaltos de estas características. No son pocas las bandas que se especializan en este tipo de delitos.
En 2015 fueron asaltados en México, según cálculos patronales publicados por el diario El País, unos 3.000 autobuses, apedreados 2.732 y tomados ilegalmente 1.589. Es un hecho que los delincuentes que se dedican a este tipo de robos han comenzado a multiplicarse. Claro que nadie contaba con la otra cara de la moneda: los justicieros también asoman en la noche, y pueden sorprender desde el lugar que menos te imaginas.
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