La población suele aguardar, con singular expectativa, la revelación de las dimensiones, los alcances, los logros y hasta las adversidades, atravesadas en cada año de gestión del Presidente y del equipo que administran el país.
Para esa ocasión, y según el ordenamiento jurídico en vigencia, debe ser preparada una sesión especial por el pleno de la Asamblea Legislativa Plurinacional, y para garantizar su conocimiento en la población, el informe debe merecer la transmisión por todos los medios masivos del país, sin excepción.
Previa a esa presentación evaluativa de gestión, y en ese ambiente, donde se salvaguarda la democracia, un espacio donde solo los “elegidos” llegan, y principalmente, considerado como un templo de ventilación de las ideologías, que conjugan acentuadas misiones, visiones y percepciones de país, son expuestas con enérgicas y vehementes diligencias.
Y, como es de rigor, para también esa augusta oportunidad, el pulcro salón es remozado para su resplandor con lisonjerías, a través de las diversas variedades de flores; galanterías que suelen simbolizar, entre otros: vida, prosperidad y esperanza, y su manipuleo y entrega exige suntuosidad, seguido de actitudes parsimoniosas, para un destinatario también especial, es decir, ese proceso amerita sobriedad, excesiva prudencia y fijadas en un privilegiado lugar.
Así se exponía el ambiente en el que los “Padres de la Patria”, tenían previsto desarrollar, talvez, la sesión más importante de este año.
El pasado viernes 8, el epicentro de la democracia, presentaba un contexto solemne y sobrio, y por norma el vicepresidente del país, en este caso, David Choquehuanca Céspedes, debió inaugurar y dirigir esa sesión, apenas hizo su ingreso al recinto, súbitamente se irrumpió o más bien, se embistió contra su humanidad y la de otros parlamentarios con un vendaval de insultos, y una oleada de ramas y flores arrancadas de los maceteros que engalanaban la testera.
Las flores que, instantes previos al inicio de la Sesión Parlamentaria, adornaban el escenario del Primer Poder de Estado, asumieron precipitosamente el papel de dardos, dirigidos al segundo mandatario de la nación, como una muestra de repulsa o cuestionamiento.
Los parlamentarios, mejor las parlamentarias, que, en otras ocasiones, eran dignas receptoras de estos simpáticos presentes, usaron las flores con marcado aplomo y las arrojaron como proyectiles a los mandatarios antes citados, y cuyos acompañantes de esa alta autoridad, sorteaban su impacto, con la intención de evitar que las pomposas, señoriales y tiernas flores, ahora convertidas en saetas, alcancen su objetivo.
Con seguridad, para Choquehuanca, dada su investidura, es habitual ser depositario de coloridas guirnaldas y ramilletes con notorio cariño y afecto, pero en esta ocasión, inusualmente estos ornatos naturales, fueron obligadas a librar un desaventurado uso.
Todo ello, se enmarca en lo anecdótico, sin embargo, la imagen del actuar parlamentario, obviamente linda con la censura y la irreverencia de estos comportamientos, -no nuevos- pero que afianza aún más el descrédito, el desprestigio y la deshonra que campea en ese recinto, particularmente, en estos últimos tiempos, en el que los “elegidos”, de cualesquiera de los bandos, o representantes políticos, los protagonizan con marcado entusiasmo y relieve.
La presencia de las legaciones diplomáticas invitadas especialmente al informe anual, seguramente, atestiguaron esos incidentes con manifiesto estupor y asombro.
Para el futuro, lamentablemente, no está garantizada el enmendamiento de estos actos grotescos y caricaturescos, y corresponde que los “elegidos” que así insisten en autodenominarse, atiendan, entiendan y comprendan, que sus actos y el inmueble que los cobija, representan la instancia más democrática del quehacer político del país. Aún es tiempo.
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