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Domingo 3 de Octubre de 2021, 7:00pm
El martes 5 de octubre se cumplirán 39 años de la elección de Hernán Siles Zuazo como Presidente de la República, en una sesión del Congreso Nacional realizado en 1982. Cinco días después, el domingo 10 de octubre, el hombre que condujo la Revolución de 1952 desde las calles, el político que no se alió ni con militares conservadores ni izquierdistas extremistas, juró a la Primera Magistratura de Bolivia para defender y consolidar la democracia, aún a costa de su propio proyecto político y de su integridad.
Hernán Siles Zuazo había vencido en las urnas durante las elecciones de 1978, 1979 y 1980, pero la dictadura militar impidió que la Unidad Democrática y Popular acceda al poder por la vía constitucional. Por eso, ese 5 de octubre, el Parlamento eligió a Hernán Siles Zuazo por mayoría con 113 votos sobre un total de 146. El restaurador de la democracia fue elegido con los votos de la UDP y del MNR. Y un domigo lluvioso juró a la Presidencia, con el reto de hacer frente a la crisis económica y de detener la conspiración cívico-militar para sostener la democracia, tras 18 años de dictadura.
Nacido en La Paz el 19 de marzo de 1913, Hernan Siles Zuazo es un hombre fundamental en historia de Bolivia. Excombatiente de la guerra del Chaco, abogado de campesinos y mineros, siempre fue un político que buscó el acuerdo para que las demandas de las mayorías fuesen atendidas o planteadas en situaciones adversas.
“Al inicio de su vida pública, como diputado, se negó a convalidar los crímenes de la logia militar Razón de Patria (Radepa), que tanto daño le hizo al gobierno de Villarroel con su desenfrenado ímpetu por fusilar al adversario. Se comprometió con el MNR en el destierro, pero también supo tomar distancia explícita de los excesos de aquellos justicieros expeditivos de uniforme”, escribe en una columna del 2019 el periodista Rafael Archondo.
Desde las calles por la revolución
Hijo del presidente Hernando Siles, otro boliviano impulsor del nacionalismo, en vida política, Hernán Siles sufrió más de dos décadas de exilio, 18 deportaciones y fue víctima de enconos políticos. Él condujo la revolución de 1952, el propio Augusto Céspedes dijo que Siles combatió como un león. Y tras la victoria le entregó la Presidencia a Victor Paz Estenssoro, quien llegó procedente de Argentina.
Y no se puede olvidar que el 9 de abril, tras el triunfo de la Revolución, proclamó: “Sin vencedores ni vencidos".
“Cuando a Siles le tocó conducir la insurrección de 1952, asumió su responsabilidad por los más de 900 muertos y estuvo dispuesto a rendirse con tal de salvar vidas”, recuerda Archondo. Tras la revolución, Paz Estenssoro asumió la Presidencia, Siles la Vicepresidencia y Juan Lechín, el otro protagonista del alzamiento de abril, dirigí la Central Obrera Boliviana.
En 1956 fue el primer mandatario elegido por votación popular en la que tomaron parte las grandes mayorías. Después rompió con el MNR y en 1969 organizó su propia agrupación, el Movimiento Nacionalista de Izquierda (MNRI). Se opuso al golpe de estado de 1971 y fue exiliado a Chile.
“Hombre sencillo y popular, Siles tomó la conducción de la revolución y triunfó combatiendo en las calles de La Paz. Quiso imprimir un sello personal, humanista, gandhiano a la revolución y pacificar Bolivia. Descartó el Cadillac blindado que usaba Paz Estenssoro, para trasladarse en su Ford ‘Chakur’ particular, sin escolta, y caminaba las calles. Hombre afable, decidió liberar a los presos políticos y cerrar los campos de concentración. Pero a la vez, con su joven ministro de Economía y dirigente obrero, Jorge Tamayo Ramos, decidió aplicar un plan de estabilización seco y duro, que impuso fuertes sacrificios a la ya muy debilitada economía popular”, recuerda Ronald McLean Abaroa en un escrito publicado hace algún tiempo.
Siles en su primer gobierno
En 1956 llegó a la presidencia, tras ganar con 82 por ciento de los sufragios las primeras elecciones con voto universal de Bolivia, y en sus cuatro años de mandato estabilizó el sistema monetario, afectado por una fuerte inflación como producto de los desajustes producidos por la revolución. En defensa del plan de estabilización, el Jefe de Estado se declaró en huelga de hambre, siendo ya presidente, para disuadir protestas de los trabajadores.
Como revolucionario y presidente, Siles fue duro con los dueños del estaño y los latifundistas -todavía en su época se vendían los indios con el terreno en el que trabajaban- y apoyó a los sindicatos. Como Presidente mantuvo una huelga de hambre para apoyar un conflicto laboral, en su primera gestión.
“Hay un fenómeno característico del siglo XX, que llena y anima la historia de los días que corren, en todos los rincones del mundo, los deseheredados ya no se resignan a su suerte. No encontramos ahora manos esclavas que se sometan al latigo opresor”, dijo Siles Zuazo en un discurso ante la Asamblea de la CEPAL que el 15 de mayo de 1957 se realizó en La Paz.
“Bolivia libra en este instante una de las campañas más dramáticas contra el yugo de la pobreza. Erradicamos un sistema político que en el pasado nos condenó a la esterilidad y el sacrificio. Por vez primera en nuestra historia la palabra justicia tiene vigencia y sentido humano, pero las heridas del pasado no fueron superficiales.
“Lucharemos para acelerar el crecimiento de la economía boliviana y si fuera preciso ofrendar a nuestro futuro el desprendimiento más imponderable, estoy seguro que el pueblo boliviano se colocará a la altura de sus deberes. La dureza jamás no has hecho vacilar porque el hecho histórico en que nacimos y nos desenvolvemos como nación.
Creemos que el intercambio económico debe ceñirse a lo que constituye el rasgo fundamental del sistema interamericano, la igualdad inequívoca de las partes. No pidamos entre pueblos americanos, lo que denunciamos como intromisiones o pretensiones de dominio extracontinental”, planteó en esa oportunidad, como efecto de la severa situación económica de Bolivia.
Hacia la recuperación de la democracia
En 1964 encabezó el movimiento que se opuso a la reelección de Víctor Paz, lo cual le llevó a fundar el Movimiento Nacionalista Revolucionario de Izquierda (MNRI). Y lo hizo con respaldo social de los mineros con una huelga de hambre. Mientras Paz Estenssoro ya busca la reforma de los ideales de la revolución.
“Don Hernán no cayó nunca en la tentación de aliarse con los militares, como sí lo hicieron Guevara (con Barrientos) y Paz (con Banzer). Pero tampoco se dejó seducir por el comunismo autoritario salido de La Habana o Moscú, tan cercano al corazón de Lechín. Cuánta lucidez y don de la anticipación. Siles nació y murió nacionalista revolucionario”, reseña Archondo.
Durante el periodo de la dictadura, Paz Estenssor ya había estrechado los acercamientos con el coronel Banzer. Así Siles Zuazo se constituyó en la única figura que podía tender puentes entre las diferentes corrientes de izquierda que buscaban el retorno de la democracia. ¿Cómo resultó aquello? Gracias a su radical oposición a los gobiernos de facto.
Entonces, Siles Zuazo llegó a la presidencia el 10 de octubre de 1982 con un fuerte respaldo tras lograr tres triunfos electorales con Unidad Democrática Popular, y con el apoyo de una coalición que reunía al Movimiento Nacionalista Revolucionario de Izquierda, Movimiento de Izquierda Revolucionaria y Partido Comunista de Bolivia. Pero las victorias en las urnas no fueron una garantía de unidad, en una tienda con diferentes ideas de izquierda y ya con pretensiones de poder, pese al nuevo Presidente.
La recuperación de la democracia
Exiliado en Lima tras el golpe de Estado militar de julio de 1980, Siles Zuazo volvió a Bolivia triunfalmente el 8 de octubre de 1982, tras haber sido elegido presidente tres días antes por el Congreso. El nuevo mandatario siempre supo que su misión era muy importante y peligrosa. Y no cedió en su propósito.
El 6 de octubre, el embajador de Estados Unidos en La Paz, Edwin Corr, le llamó al doctor Siles para alertarle sobre un complot que buscaba asesinarlo. Varios hechos posteriores confirmarían dicho plan, preparado por la mafia italiana.
Y cuando estaba rumbo a La Paz, Siles dijo lo siguiente: “La marcha de la democracia es incontenible en América Latina y pronto llegará a todo el sur”. En ese momento, Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil vivían sometidos a dictaduras militares. Lo propio pasaba en Panamá y gran parte de Centroamérica.
El domingo 10 de octubre, cuando Bolivia recuperó la democracia, Siles vio reafirmada la complejidad de su misión nacional. El exdictador Luis García Meza partió a Buenos Aires la noche del 9, Hugo Banzer estaba en Miami, Estados Unidos, mientras que el líder de la COB, Juan Lechín, viajaba a Caracas, pero dejó el mensaje de que no será parte del Gobierno, “a menos que sean designados en más de la mitad de los ministerios”.
Mientras que Víctor Paz Estenssoro estuvo en Tarija con el argumento de motivos personales. Aun así, el nuevo presidente de Bolivia pidió que “Respeten a (al general Guido) Vildoso, él ha cumplido”.
Aquel domingo 10 de octubre, ante la multitud que vivía el restablecimiento de la democracia, Siles Zuazo dijo, entre otras frases, los siguiente:
"Mi homenaje a los trabajadores del campo de las minas y las ciudades que con su esfuerzo, dignidad y trayectoria heroica impusieron el avance del pueblo hacia al poder que le corresponde por ser el pueblo donde radica la soberanía y es titular de todos los derechos que hacen destino. Y es este pueblo el que ha realizado la hazaña sin par de la transición pacifica y de la dictadura hacia la democracia".
Los críticos del Presidente, las organizaciones sociales y los grupos empresariales recordaron uno de sus dos compromisos de ese día: "Es posible que por el gran esfuerzo democrático y pacífico en los próximos 100 días la situación económica empezará a ser aliviada".
Sin embargo, la crisis económica fue muy dura. La hiperinflación boliviana estuvo entre las más altas del mundo. Quizas por eso no se recuerda el otro compromiso asumido por Siles: "Vamos a construir una democracia que sea viable para que nunca más vuelvan los gobiernos de facto para que nunca más hermanos este la permanencia de las armas". Y así sucedio.
Así, en 1985, cuando aún le restaba un año en el poder, aceptó una ley de reducción de su periodo de gobierno, para evitar la interrupción de un preceso democrático aún débil.
Bolivia reconoció en ese gesto un inédito acto de desprendimiento y sacrificio personal y político. No se podía esperar otra cosa de un hombre que en toda su vida tuvo una única obsesión: la democracia.A pesar de aquello optó por la pacificación del país, resistió la conspiración de las izquierdas y el ataque de la derecha. En ese contexto, promulgó la Ley que otorgó autonomía a El Alto, tal como lo había prometido. Hoy esta ciudad es la segunda más poblada del país, y desde donde han emergido discursos nacionalistas y populares.
Siles Suazo falleció poco antes de la medianoche del 6 de agosto de 1996, el día de la independencia boliviana, en un hospital de Montevideo. Días después su restos fueron trasladados a Bolivia.
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