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La Carpa: los sobrevivientes de la dictadura ya perdieron a 19 miembros

Una carpa es el testimonio de su memoria. Ese pabellón guarda un pedazo de historia y el recuerdo de 19 vidas. Para quienes habitan dentro esas cuatro paredes de calamina, madera, tela y pilares de fierro en El Prado paceño, el tiempo se ha detenido en recuerdos y esperanza.


Domingo 2 de Octubre de 2016, 4:00pm






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La Paz, 2 de octubre (Alejandro Lanzarte, Urgentebo).- Una carpa es el testimonio de su memoria. Ese pabellón guarda un pedazo de historia y el recuerdo de 19 vidas. Para quienes habitan dentro esas cuatro paredes de calamina, madera, tela y pilares de fierro en El Prado paceño, el tiempo se ha detenido en recuerdos y esperanza.

“Esqueleto andante”, como llaman a don Lorenzo Apaza de 77 años, es uno de los vigilantes del lugar. Recuerda todas las noches lo que su hijo le decía: “No la vas a lograr”.

Pese a la advertencia, su convicción lo obliga a permanecer en esa carpa que se encuentra al frente del Ministerio de Justicia. Él, al igual que sus compañeros, sobrevivientes de la dictadura, lleva desde el 13 de marzo de 2012 una vigilia de 4 años y 6 meses en demanda al Gobierno de la constitución de una Comisión de la Verdad y reparación, la desclasificación de archivos de las dictaduras que se encuentran en las FFAA, el cumplimiento de la ley 2640 que establece un resarcimiento, cumplimiento de resoluciones internacionales contra la tortura, la revisión de expedientes desestimados y la convocatoria a presentar nuevos expedientes.

La vida en ese lugar del centro de la sede gobierno no es fácil. Deben turnarse por determinados tiempos para cuidar la carpa. Lorenzo comenta que la sobrevivencia continúa.  

En la dictadura, sobrevivió a la tortura. Le dañaron la boca por lo que tiene dificultades para masticar.  Él se alimenta de un plato de sopa que Victoria López, otra de las personas sobrevivientes de la dictadura, cocina para sus compañeros en la carpa.

“Si es que nos da ganas de ir al baño, entonces vamos a los baños que están al lado de la UMSA y para orinar lo hacemos en un balde, es por eso que evitamos comer mucho, comemos poco”, menciona Apaza.

El único servicio básico con el que cuentan es la luz eléctrica, se abastecen de agua de los rociadores de las jardineras.

La carpa

La carpa está dividida en varias partes. La cocina, que se encuentra en un espacio al lado derecho, tiene una cocinilla industrial que funciona a gas. Una caja de plástico que está sobre la mesa contiene las tazas y los platos. En la pared se encuentran utensilios de cocina como ralladores, cernidores y una tabla para picar.

La hora del té es a las 17.45, momento en el que comparten anécdotas. En ese instante, “Esqueleto andante” hace referencia sobre su profesión. Era agricultor.

“Yo desayunaba cañahua y lagua de quinua, la alimentación del campo es muy diferente al de la ciudad”.

Al lado izquierdo, está el dormitorio. Hay tres catres de madera con colchones de esponja. Las paredes están hechas de calaminas y cartón. Por las noches, el viento y el frío entran por los orificios de las paredes o los del techo de tela, y también la luz del día o la lluvia en sus temporadas.

El 8 de febrero de 2013 por la noche, supuestos servidores públicos destruyeron y quemaron sus carpas instaladas aquel entonces y hasta ahora, según los sobrevivientes de la dictadura, no se da con los responsables pese a las denuncias.

En una de las paredes se encuentra la lista de 19 de sus compañeros con los que empezaron la vigilia el 2012 y que fallecieron hasta la fecha.

Paredes que guardan historias

La carpa no sólo es eso, sino memoria. Quienes la habitan adaptaron espacios para colocar pancartas y una maqueta con la que explican pasajes de la época de la dictadura.

En las paredes están fotografías y carteles que muestras imágenes de las huelgas y un cuadro del líder socialista y desaparecido, Marcelo Quiroga Santa Cruz, que es el único recuerdo que les queda de él.

La maqueta recrea la jornada del 17 de julio de 1980, día del golpe de Estado de Luis García Meza. También recrea las historias de las personas que sufrieron en las caballerizas de tortura”, donde los militares los aplastaban con sus botas.

Recuerdos

Victoria Lopez, la Secretaria General de la Plataforma de Luchadores Sociales Sobrevivientes de la Dictadura, recuerda que quienes se mantienen en la lucha aún tienen las heridas que les dejaron esos años de los gobiernos de facto.

“Entre dos o tres interrogadores, me hacían sentir como el peor ser humano, me violaban durante todo el tiempo que estuve presa y me fueron a dejar detrás del hospital general”, recuerda.

Don Julio Sevilla, otra de las personas que hace vigilia en la carpa de El Prado,  cuenta su historia: “Yo trabajaba en forma particular, yo tenía un negocio frente a la Universidad Mayor de San Andrés, donde yo hacía botas ‘texanas’ para hombres y mujeres. Yo fui uno de los hombres que llevaba en hombros a Marcelo Quiroga para hacer las proclamaciones que él tenía”.

Con lágrimas en sus ojos continúa el relato: “Por esa razón me conocieron, me denunciaron que era uno de los principales y luego me llevaron a mí y a mi esposa al Estado Mayor, me agarraron preso y luego empezaron las torturas”.

El apoyo ciudadano

La ciudadanía no queda de lado. El apoyo se manifiesta en casos como el Rigoberto De los Ríos Píottí, un ciudadano que ayuda a las personas que se encuentran en la vigilia con apoyo en temas se asesoramiento jurídico y de salud.

“El apoyo psicológico y social es algo fundamental porque así se puede ver cómo es la situación en la que están viviendo ellos”, menciona De los Ríos.

La vigilia también recibe el apoyo diario de las personas que pasan por El Prado y que dejan su aporte en monedas de Bs 1 Bs o 2 Bs.

Lorenzo Apaza dice que la lucha continuará hasta donde deba, aunque siente que el aporte de los sobrevivientes que se enfrentaron a la dictadura no es correspondido en plena democracia.  

 

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