Enero 09, 2025 -H-

Las secuelas aciagas del último cabildo cruceño


Miércoles 16 de Noviembre de 2022, 12:45pm






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El cabildo cruceño de este domingo 13 de noviembre señala el crepúsculo de la crisis sobre la fecha del censo en Bolivia. Espaciosamente, se irán apagando los fuegos cruzados y, negociaciones menores de por medio, el acontecer social y político En Bolivia retomará sus habituales rumbos.

¿Por qué, entonces, lamentarse de la manera cómo termina este conflicto? ¿Por qué discurrir sobre aciagas secuelas y no propicias consecuencias? Porque el cabildo cruceño terminó como finaliza, hasta ahora todo, todo intento de solución de los males profundos en Bolivia: indefinición, componendas y mascaradas.

Se cacareó mucho sobre la “democracia directa” de esos cabildos, que resultó solo lectura de un documento preparado y su presurosamente “aprobado” por la población reunida. Un cabildo es por definición una variante de los cabildos abiertos del periodo colonial español, con potestad incluso de destituir autoridades y proponer nuevos gobiernos. Ello requiere la discusión de opiniones provenientes de la población reunida. En este último cabildo, ni siquiera peroró la troica dominante actualmente en Santa Cruz: Camacho, Cuéllar, Calvo. Solo se expresó este último.

Se especuló también sobre la capacidad de la actual administración central para imponerse sobre la rebelión camba. La política del gobierno fue desastrosa, ineficiente y lastimera. No quebrantó el paro cívico con el bloqueo popular de sus adherentes. De nada le sirvió, salvo para desprestigiar aún más a la Policía Boliviana, utilizar a sus miembros como matones de los masistas contra los cruceños. El trillado recurso al “racismo”, al antagonismo entre collas y cambas ya no le es funcional: de más en más collas residentes en ese departamento salen a dar la cara por la autonomía cruceña y a enfrentar a los partidarios del gobierno.

El resultado del último cabildo cruceño es, pues, el sonido de campana que da alivio momentáneo a dos desgarbados contendientes, en espera que la verdadera contienda –en términos de predominio de alternativa y no de eliminación política- pueda instaurarse en este país para solucionar de una vez sus males pendientes, lograr una nueva identidad nacional y establecer un Estado viable y eficiente. 

Habrá seguramente un periodo de paz, de esos que preludian peores y fatales tormentas si no se remedian las causas estructurales que traslucen en este conflicto. Ciertamente, el problema sobre fecha del censo demuestra la inopia administrativa del gobierno, pero revela también miedos y temores, la mayoría infundados, porque aún no hemos concretado una unidad nacional ni puesto en marcha una administración adecuada y eficiente. Esas necesidades fueron encubiertas por la verborrea doctrinal impuesta por las modas académicas y las presiones políticas globales: autonomías al estilo culturalista; democracias comunitarias, directas, alternas y de cualquier inspiración así sea la pura fantasía; pluralismos jurídicos, económicos, conceptuales…  y otras linduras posmodernas. Nuestras necesidades son más prosaicas: Unidad nacional y Estado vigente y eficiente. En estas incoherencias, la alternativa federal se proyecta como la respuesta más atinada y funcional para salir de este marasmo. El verdadero debate derivará sobre los modelos políticos y sociales de esta alternativa y quien será el sujeto político que la implemente.

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