Pillín, Pirincho 1 y Pirincho 2, Gruguer, Bony, Pataska, Wiwi, Coca Cola, Marcela, Cheche, Linda, Paca, Titi Zapatiti, Zuni Aru, Nubeluz, Pelusa 1 y Pelusa 2, Tota, Orejotas, Coqueta, Britney, Lili, Chiqui Belinda, Clefas, Bones, Murci, Yolito y Bobby son algunos de los nombres de los casi 30 perros que formaron parte de la vida de Susana Carpio Ormachea, hija, esposa y madre de dos hijos. Hoy, abre su corazón a El Compadre, para conocer no sólo a la fundadora de Animales S.O.S., sino a la mujer que arriesgó su vida por cada una de sus mascotas que dejaron huella en ella.
Susana del Carpio nació en la ciudad de La Paz, hace 53 años. Ella cuenta que su padre. Abelardo Carpio Calancha, era un “querendón” de los animales. “Él tenía perros desde que era niño, así que desde chiquitita me enseñó que los animales no son sólo animales, sino parte de la familia. Mis perros, gatos, patos gallinas, todos eran Carpio, así que todo eso ha formado en mí lo que hoy soy”.
Susana y su padre ayudaron a los animales, recogían perritos de la calle que estaban atropellados, “flacuchos” y los llevaban a su hogar, donde su madre, con el tiempo aprendió a quererlos.
El primer perro que tuvo, como su mascota, fue Pillín. Susana lo describe como un perro de pelaje color café, ordinario y pequeño. Quizás de cruce con un pekinés. “Su dueña era una vendedora de aceite del mercado Rodríguez, pero como no podía tenerlo, nos lo regaló. Al principio, cuando lo llevamos a mi casa, se escapaba, sufría mucho, pero al final se quedó con nosotros era muy amado por todos”, recuerda.
Otro animalito que marcó su vida es Pelusa, la perrita con la que nació Animales S.O.S.
“Era el año 1995, mi cuñado, abogado, me ayudó a conseguir personería jurídica para rescatar a todos los perros de la calle, envenenados, atropellados y abandonados. Ahí encontramos a Pelusa, sus dueños, la habían envenenado para que no tenga crías. Y luego de salvarla, al día siguiente parió a 10 perritos”—agregó— “Ella inauguró el albergue y en mi casa los tuvimos durante 10 años hasta que compramos los terrenos de Achachicala.
Durante toda esta etapa, siempre estuvo con ella, en ese entonces, su novio, hoy su esposo Camilo Bocángel, administrador de empresas. “A él le debo todo mi agradecimiento porque me ha tolerado, ha tolerado monos, tejones agonizando es su cama. Aguantó vivir en tres cuartos, porque toda mi casa era para los animales.
El amor que tiene Susana para con los animalitos, la llevó a hacer cosas muy arriesgadas, algunas de ellas que tienen que ver con entrarse a los domicilios a “robar” perritos maltratados.
“Cuando estaba embarazada, me metí por la cañería a un desagüe porque un perra preñada estaba atascada ahí. Fue un momento muy agónico”. Otro día, salió en una moto, con su hijo de un año, para atender un caso de maltrato.
Al momento de describir a sus animalitos Carpio empieza: “Los Pirincho eran dos negros, el Gruguer, la Bony, la Titi Zapatiti, era una “chapi” que recogimos de Copacabana, una perrita abandonada, la Zuni Aru, la Nubeliz que eran dos perritas que he recogido”.
“El perro que amé y sólo estuvo tres meses conmigo fue Clefas (llora al recordarlo) lo recogimos de El Prado apuñalado, durante los conflictos de octubre de 2003, él me acompañaba de un lugar a otro, de uno de repente tuvo convulsiones y murió, pero se quedó de por vida en mi corazón”—agregó— “Ahora están conmigo, la Murciélago, el Yolito y el Boby que son mis tres únicos cachorros pero seguro van a venir otros.
Carpio dice que un animalito merece cuidados, responsabilidades y respeto.
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