Al presidente Evo Morales le duelen los perseguidos y presos políticos… en Argentina, porque no le quitan el sueño los centenares de bolivianos que mantiene encarcelados, bajo arresto domiciliario, procesados injustamente desde hace años y los exiliados en al menos cinco países.
“Estamos contigo Milagro Sala, tu injusticia será bandera de lucha del pueblo argentino. Una dirigente presa es una humanidad mutilada”, escribió en tweeter el pasado fin de semana. La pregunta lógica a Morales sería: ¿Y cómo andamos por casa?
Sala, dirigente política y social de Jujuy, fue arrestada por los desórdenes callejeros que promovió a principios del 2015. Se autorizó su libertad por esos hechos, pero el juez de la causa resolvió mantenerla detenida por acusación de una cuantiosa malversación de fondos. Sala era la “piquetera” principal de Cristina Kirchner en el norte argentino.
En Bolivia, aun en las épocas dictatoriales, era una tradición que con motivo de la Navidad, el gobierno decretara una amnistía a favor de los presos políticos. También se autorizaba el regreso de exiliados para las elecciones nacionales. Morales rompió esa tradición y centenares de exiliados tienen otra Navidad lejos de sus seres queridos. Obviamente esto no debe gustarle al “hermano papa Francisco”.
Para Morales, los derechos de la Madre Tierra (Pachamama) “son más importantes que los derechos humanos”, por eso llama la atención su solidaridad con Sala quien, dicho sea de paso, está siendo juzgada a la luz pública, con prensa libre y con apoyo de sus conmilitones kirchneristas.
En Bolivia hay presos políticos sin juicio o en procesos que duran ya casi 10 años sin sentencia. No hay consideración alguna. Al general Gary Prado Salmón, parapléjico, lo llevan a los tribunales en camilla. Al héroe boliviano el régimen le cobra el haber sido quién capturó vivo al Che Guevara hace casi 50 años.
Morales hace lo que Hugo Chávez hacía y le copian sus herederos. Más de un centenar de presos políticos languidecen en las cárceles venezolanas. Nicolás Maduro anuncia que si lo derrocan saldrá a las calles metralleta en mano. Una evidente promesa de violencia. Por mucho menos que eso fue encarcelado y sentenciado a casi 15 años el líder opositor Leopoldo López.
Hace 7 años, la jueza María Lourdes Afiuni, al no encontrar indicios de culpabilidad para ser juzgado, liberó al banquero Eligio Cedeño, a quien Chávez mandó a detener. El propio sátrapa ordenó se le sentenciara a 30 años de cárcel. Hasta ahora no hay sentencia, porque simplemente es inocente. Afiuni escribió un libro con los horrores sexuales a los que fue sometida estando presa.
Hasta el 2009 era muy difícil encontrar venezolanos viviendo en el exterior. Hoy se calcula que han sido exiliados o se han ido voluntariamente alrededor de 1.200.000 venezolanos. El éxodo es tan brutal, que el mes pasado el gobierno de Chile anunció que 880 médicos venezolanos dieron exámenes para revalidar sus títulos.
Esta fuga de cerebros es otro de los “logros” del socialismo del Siglo XXI, cuyos fundadores tienen en quiebra a Venezuela y que han extendido sus tentáculos a Ecuador, Bolivia, Nicaragua, con el visto bueno del castrismo cubano.
Muchos de los que se fueron ansían regresar a sus países, pero no hay amnistía. Para presos y perseguidos hay una Navidad triste, mucho más para los exiliados que, además, deben soportar el sarcasmo cruel de Maduro al desearles a todos una “feliz” Navidad, pese a esa “humanidad mutilada”, como dice su “hermano Evo”.
(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.