Hace 37 años, un afiche (“Labour isn’t working”) fue el símbolo de la campaña que catapultó a Margaret Thatcher, la Dama de Hierro, a ser Primera Ministro de Gran Bretaña en una de las gestiones de conservadurismo más duro que se recuerden, particularmente sensible para Latinoamérica por la Guerra de las Malvinas. Aquel póster hecho por la agencia Saatchi &Saatchi mostraba una larga fila de personas esperando en una oficina de desempleo. El mensaje, un juego de palabras que significaría “el partido de los trabajadores no está trabajando, Gran Bretaña está mejor con los conservadores”, fue polémico para su época. “Están vendiendo política como si fuera jabón en polvo”, criticó entonces el representante laborista Denis Healey en la Cámara de los Comunes.
Otro afiche en 2016 ha sido el icono de la campaña de Nigel Farage, el político conversador británico que ha impulsado y ganado la opción de “Leave” (Salir) en el referéndum por la permanencia en la Unión Europea, sin ser parte siquiera del congreso. “Breaking point: the EU had failed us all” (punto de quiebre: la Unión Europea nos ha fallado), dice el titular de un afiche que muestra una larga fila de refugiados sirios huyendo de la guerra, esperando entrar a Europa. “Debemos liberarnos de la Unión Europea y recuperar control de nuestras fronteras”, completa el texto, “el 23 de junio, vota por dejar la UE”. Como el primero, este generó malestar: lo colocaron en las calles justo el día que Jo Cox, parlamentaria laborista, fue atacada y asesinada por un hombre al grito de “Britain first!”. Cox era partidaria de la integración europea, voluntaria de la ONG Oxfam y les daba voz a muchas de las demandas de los refugiados. El Secretario de Justicia británico, Michael Gove, impulsor del voto por la salida de Europa, declaró que se estremeció al ver el afiche. “No es lo correcto”, dijo.
Decir que los pueblos no se equivocan en la urnas es discutible. Lo que es cierto es que una campaña guiada por el miedo ha derivado en lo que puede ser un descalabro político histórico. El proselitismo de Farage se basó en unos principios nacionalistas lastimosamente muy de moda: cerrar las puertas a la inmigración, creer en la autosuficiencia económica y política de una nación y ostentar el poder de la mayor potencia económica europea. Eso, en contraposición, a una idea de integración que se había ido construyendo desde el final de la II Gran Guerra, con hitos como la integración comercial, económica y laboral de los países de la unión. Y cerrar las fronteras
Otra joya: quienes han decidido el resultado final de la elección han sido los más viejos, y los jóvenes ahora protestan por ello. En la franja etárea de 18 a 24 años, el Remain (Permanecer) ganaba con el 64%, mientras que entre los de 50 años o más, el apoyo a esa opción no pasaba del 35%. "Hemos perdido el derecho a vivir y trabajar en 27 países". "El futuro de este país ha sido decidido por quienes no estarán aquí para vivir con las consecuencias”, protestan los jóvenes en Twitter con los HT #Notinmyname (no a mi nombre) y #Whathavewedone (Qué hemos hecho). Más de uno posteó la canción de la banda australiana Jet, Look what you’ve done (Mira lo que has hecho): “Quita mi foto de la pared… Mira lo que has hecho, has puesto en ridículo a todo el mundo. Bueno, parece divertido hasta que pierdes lo que habías ganado”.
Por lo pronto, David Cameron, quien accedió al referéndum confiado plenamente en que la opción de permanecer en Europa iba a ganar, ha presentado su dimisión, que se hará efectiva desde octubre, y los movimientos de ultra derecha en el mundo se andan relamiendo. Como lo pone la usuaria de Twitter @swayari: “si Donald Trump y Marine Le Pen celebran tu decisión, algo has hecho mal”.